Fernando Esteche, líder de Quebracho, está en libertad. En mayo, el tribunal le había dado prisión domiciliaria a Raúl Lescano, compañero de Esteche, después de que sufriera un ACV por la desidia criminal del Servicio Penitenciario, que le negó la atención urgente que el caso requería. Esteche y Lescano habían sido detenidos el 3 de diciembre del año pasado, luego de que la Corte ratificara una condena a tres años y ocho meses de prisión por un escrache a Jorge Sobisch, ex gobernador neuquino y responsable político del asesinato de Carlos Fuentealba. En otras palabras: los asesinos de Fuentealba, con la salvedad del autor material -a quien, de todos modos, se lo ha visto deambular con el acuerdo de sus captores, están en libertad. En cambio, se condenó a prisión a quienes escracharon a los criminales.

 

Se trató de una condena política al método del escrache, del piquete, de la movilización callejera, de la acción directa. Que oficialistas como el vicegobernador de Buenos Aires, Gabriel Mariotto; el matón y provocador kirchnerista Luis D'Elía; o la decana de la Facultad de Periodismo de la Universidad Nacional de la Plata, la ultra-K Florencia Saintout (Esteche daba clases allí) se hayan solidarizado con el dirigente de Quebracho el día de su detención, no disimula que la condena formó parte del giro represivo del gobierno, de la “mano dura” de Sergio Berni o la designación del represor César Milani.

 

La libertad de estos militantes es producto de la presión popular y de la intención del gobierno de echar lastre cuando se aproxima el fin de año. Corresponde ahora continuar la campaña por la absolución de Esteche y Lescano, y por la libertad de todos los presos políticos.