Políticas
20/9/2016
FMI, otra vez sopa
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Sería ingenuo no unir la llegada del FMI al reciente “miniDavos” y un poco más atrás a la llegada de Obama al país.
La última vez que vino esta “auditoría” hace diez años felicitó el “ajuste fiscal” del gobierno kirchnerista que administraba la salida de la megadevalución del 2002 y, desde luego, el entonces reciente canje 2005 de deuda que comenzaba la operación de vuelta de Argentina a los mercados de deuda. Mucha agua pasó bajo el puente de lo que fue una década de rescate de la deuda defolteada, el empapelamiento del Anses con bonos de la deuda pública canjeados a la banca internacional, operación completada luego con el canje II, la de deuda con el Club de París, el comienzo de pagos de las demandas de las privatizadas en los tribunales del Ciadi y la onerosa indemnización a Repsol, todo realizado en la última fase del gobierno kirchnerista.
Todo ello no nos ahorró una nueva crisis fiscal y de deuda que derivó en la sentencia a favor de los fondos buitres, toda vez que los bonos de deuda fueron y son suscriptos con jurisdicción extranjera. Hoy, con apoyo opositor del Frente Renovador, del PJ disidente y del propio kichnerismo, la piedra basal de la política macrista fue el escandaloso acuerdo con los fondos buitres para financiar la bancarrota con créditos externos en el mercado internacional de deuda.
El sendero adoptado ha llevado este año a la suscripción de u$s 38.159 millones hasta agosto, entre La Nación y las provincias, y se espera alcance los 40 mil millones a fin de año. De tal suerte, además, que las provincias negocian por estas horas una autorización de mayor endeudamiento como prenda de negociación para que sus diputados aprueben el presupuesto.
En el presupuesto enviado por Prat Gay, que el Congreso empieza a tratar, se prevé una suscripción de deuda de unos u$s 55 mil millones de los cuales 26 mil son deuda nueva y el resto refinanciación, por la cual intereses que no se pueden afrontar pasan a formar parte del capital. Argentina fue este año, primera en el ranking mundial de países emergentes en la adopción de deuda y superó a Arabia Saudita -y su respaldo petrolero- en la asunción de deuda en una sola suscripción en oportunidad del pago a los buitres.
El destino de esos fondos este año ha estado muy claro, puesto que está a la vista que no hay lluvia de inversiones productiva alguna sino refinanciación de pasivos, algunos que valían centavos en el mercado internacional como los bonos de los fondos buitres. Para el año que viene sobrevienen fuertes vencimientos del Club de París y otros, y los bonos en manos del Ansés se prevé serán integralmente refinanciados capitalizando intereses.
El déficit fiscal primario previsto, en caso de cumplirse, es de 420 mil millones de los cuales 247 mil corresponden a servicios financieros de la deuda pública, es decir más de la mitad. Lo cual desmiente que se trate de un déficit originado en la atenuación del tarifazo o en la suba del mínimo no imponible de ganancias que ya abarca a dos millones de trabajadores, jubilados y monotributistas. Sí forman parte del déficit la caída de las retenciones y los subsidios a distintos sectores empresarios votados este año, en acuerdo o por iniciativa de la oposición que compone la “coalición del ajuste”, como los subsidios a las terminales automotrices y otros.
De lo que no se habla hasta acá en los debates del presupuesto es del destino de la deuda cuasi fiscal del Banco Central que tiene un pasivo de 600 mil millones de pesos en Lebac que vencen cada tres semanas aproximadamente y son refinanciados a altas tasas de interés que se cubren con emisión monetaria. Semejante bomba de tiempo tiene solo dos salidas posibles: o licuarla definitivamente mediante emisión y por lo tanto mediante un agravamiento de la inflación, o transformarla más o menos gradualmente en deuda mediante la emisión de bonos del tesoro, la solución más aceptada entre los técnicos de la burguesía.
En resumen, el gobierno Macri y los gobernadores han tomado un curso demencial de endeudamiento internacional, a eso se debe la visita del FMI que viene a “monitorear” el margen de negocios del capital financiero internacional y con toda seguridad a reforzar las promesas que se hicieron en el “miniDavos”, ajuste fiscal contra los trabajadores, reforma laboral, baja de costos laborales y aumento de la productividad, reforma jubilatoria y ataque a la “industria del juicio” en función de una nueva reforma a la ley de ARTs, todos objetivos que ya aparecieron en la primera reunión que la misión del FMI tuvo en la Argentina que fue con la Unión Industrial.
El FMI está presto a intervenir en Venezuela en función de la salida al hundimiento del régimen chavista. Su visita a la Argentina tiene la función de ofrecerse como garante ante el curso de crisis fiscal y comercial que presenta semejante progresión sideral de endeudamiento, en un marco de recesión económica, de caída de los mercados mundiales y de caída de precios internacionales. Todo lo cual lleva al país, tarde o temprano a una nueva cesación de pagos. Indudablemente el tarifazo en dólares con aumento mecánico durante tres años hasta triplicar los precios internacionales en boca de pozo, como garantía a los pulpos petroleros internacionales y el entendimiento entreguista de Malcorra con la British para exploración y extracción de petróleo en la plataforma offshore de Malvinas, no son ajenos a la “auditoría del artículo IV”, presentada por el gobierno y la oposición como un trámite.
Fuera el FMI, investigación y no pago de la usuraria e ilegítima deuda externa, apertura de cuentas de las empresas privatizadas, nacionalización integral del sistema energético bajo gestión de los trabajadores.