FRANCIA | “El socialismo del siglo XXI”

El NPA fue impulsado por la Liga Comunista Revolucionaria luego de las elecciones presidenciales de 2007, en las que su candidato, Olivier Besancenot, obtuviera poco más del 4% de los votos. Aunque no se trató de un registro especialmente relevante, fue la votación más alta de la izquierda.

Hacía ya mucho tiempo que la Liga había planteado la formación de un "partido amplio", en el que participaran -según sus propias palabras- "revolucionarios y no revolucionarios, guevaristas, ecologistas, feministas, antiglobalizadores". Sus destinatarios (PC, verdes, antiglobalizadores) lo rechazaron una y otra vez; para muchos de ellos se debía ir a la reconstrucción de la "izquierda plural" con el PS. Sin embargo, no lograron ponerse de acuerdo en un "candidato antineoliberal único" en las presidenciales de 2007. 
No es la primera vez que la cuestión de un nuevo partido "amplio", virtualmente sin delimitaciones, se plantea en Francia. En 1995, la organización trotskista Lutte Ouvrière hizo la campaña presidencial con la consigna de "construir un nuevo partido de trabajadores". Aunque obtuvo el 5%, Lutte Ouvrière declaró que esa votación no era suficientemente "significativa" para lanzar un ‘nuevo partido'.

Congreso

En el congreso de fundación del NPA estuvieron representados entre 6.000 y 9.000 "inscriptos", el triple de los "inscriptos" de la LCR. La Liga ya era, a su modo, un partido sin fronteras.

A pesar de la heterogeneidad del Congreso, no se constituyeron "tendencias". Las antiguas tendencias dentro de la LCR se habían disuelto. Un bloque que incluía al antiguo ‘oficialismo' de la LCR, a sus opositores de izquierda, a sus opositores movimientistas y a los partidarios franceses del SWP inglés dominó ampliamente el congreso. Ninguna de las enmniendas -algunas contradictorias- alteró la línea estratégica de los documentos presentados por la dirección de la LCR.

El debate más vivo giró en torno a las elecciones europeas de junio. La mayoría impuso la presentación de listas propias del NPA, sin ningún acuerdo con la izquierda tributaria del PS. La minoría - constituida por la antigua tendencia ‘Unir' de la LCR, partidaria de un frente con el PC y el Partido de Izquierda (una reciente escisión del PS)-  obtuvo un poco más del 15% de los votos. Pasado el Congreso, esta tendencia se encamina a abandonar el NPA.

Oportunidad

La orientación del NPA es aprovechar el derrumbe del PS (y de sus aliados). Cuanto "más ataca al PS, más crece (el NPA) en las encuestas", asegura un comentarista (Le Monde, 8/2). El referente del NPA, Olivier Besancenot, es el político popular más importante de Francia en la actualidad.

El NPA es ‘el partido de Besancenot'. En las presidenciales de 2002, la LCR estaba al borde de la catástrofe. Entonces ocurrió lo que algunos miembros de la Liga califican como "la divina revelación": Besancenot obtuvo el 4% de los votos (casi lo mismo que Lutte Ouvrière). En la posterior campaña por el referéndum sobre la Constitución Europea, Besancenot jugó un papel destacado. Desde entonces, no dejó de crecer en las encuestas. En las elecciones europeas vaticinan al NPA entre el 8 y el 16%.

Oportunismo

La dirección de la LCR afronta de una manera oportunista la oportunidad que se abre frente a ella.

Por un lado, el NPA rechaza la fracasada experiencia de la ‘izquierda plural' con el PS y sus tributarios, aunque durante muchísimo tiempo ocurrió lo contrario: la LCR alentaba el voto a la izquierda plural, en oposición al planteo contrario de Lutte Ouvrière. Esto le da al NPA el aire combativo que atrae al activismo popular. Por el otro lado, el NPA niega toda relación histórica con el trotskismo, con el comunismo y con la clase obrera. Una de sus tendencias "avanzadas" explica que el NPA "rompe con las concepciones dogmáticas que retrotraen a un pasado petrificado" (Debat Revolutionnaire, 20/3). Es el punto final de un largo proceso de abandono del marxismo. El NPA se ubica en la extrema izquierda del espectro político francés, pero evoluciona hacia la derecha.

El programa aprobado en el Congreso del NPA reivindica un conjunto de nacionalizaciones (de los bancos, de los servicios, de la gran industria) en el cuadro del Estado burgués; un salario mínimo de 1.500 euros financiado con un impuesto a los grandes beneficios y la extensión de los beneficios sociales. Un comentarista advirtió que "su programa no va más allá de lo que pretendían los comunistas y socialistas que llegaron al poder en 1981 (con Mitterrand)" (Crítica, 8/2).

El planteo estatizador no es una novedad en Francia. Ya lo llevó a la práctica De Gaulle (en co-gobierno con el PC) luego de la Segunda Guerra Mundial; cuarenta años después, Mitterrand - con el gobierno de la "Unión de izquierda" PS-PC-  llevó a cabo otro vasto plan estatizador. Ni uno ni otro significaron ninguna transformación social. El congreso se fijó el objetivo de instaurar "el socialismo del siglo XXI"... à la francesa.

El NPA repite los planteos ‘anti-neoliberales' de los movimientos ‘alterglobalizadores' nucleados en el Foro Social Mundial, que ha tenido en la LCR a uno de sus principales difusores. Los principales representantes políticos del FSM - Lula en Brasil; Bertinotti en Italia; la coalición ‘Respect' en Gran Bretaña-  han acabado como falderos del imperialismo. La LCR apoyó a cada uno de esos partidos y sus secciones integraron los gobiernos de Lula y Prodi.

Es claro que un partido que no levanta un programa de transformaciones sociales y que rechaza cualquier vinculación con el movimiento histórico de la clase obrera pretende desarrollarse en el cuadro del régimen social y político existente. No es un partido que plantee la estructuración política del proletariado ni, por lo tanto, el poder político de la clase obrera como transición al socialismo. Aunque está capturando una tendencia de la juventud obrera y estudiantil que se orienta hacia la izquierda, el NPA está atado al capitalismo.

Luis Oviedo