Frente Amplio, la quiebra de las ilusiones
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La firma del “Tratado de protección de inversiones” con Bush —que entre otras cosas prepara el predominio de los bancos norteamericanos en las inminentes privatizaciones de las cuatro grandes empresas públicas uruguayas— desató una ola de protestas y conatos de rebelión en lo poco que queda de la base militante del Frente Amplio. Los jefes de los partidos y grupos del “ala izquierda” del centroizquierdismo en el gobierno, tuvieron que jugar toda su autoridad para impedir un “levantamiento” de las bases, y aún así, lo mejor que se podrá decir de ellos es que lograron una victoria pírrica, incluyendo tener que apelar (desde la presidencia del MPP) al desalojo policial de las barras de frenteamplistas que colmaron el recinto parlamentario y que al grito de “traidores”, amenazaban con aplicar la “acción directa” sobre los “compañeros legisladores”.
Empieza la crisis en la superestructura
MPP. Por abrumadora mayoría la dirección formal del Movimiento de Participación Popular (ex MLN-Tupamaros) se opuso a la firma del Tratado; por primera vez en muchos años, el tándem de Mujica (ministro de Ganadería) y Huidobro (senador) fue derrotado ampliamente. Los límites de esa derrota fueron acotados por la propia fracción triunfante, que se limitó al reclamo de que el Tratado se discuta en un congreso extraordinario del FA que se realizará a fines de febrero. Ni siquiera se animaron a darle a su bancada (la más grande del FA) la directiva de no votar el Tratado.
Delegados de base. El plenario del Frente Amplio reunido a fines de noviembre terminó abruptamente cuando los “delegados de base” presentaron una posición casi unánime reclamando la convocatoria de un congreso extraordinario para debatir en “la interna del FA” el Tratado con los yanquis. La mesa del plenario desestimó el reclamo y los delegados se marcharon dejando sin quórum al plenario.
PCU. Mientras los jefes del Partido Comunista —con la ministra Marina Arismendi a la cabeza— trataban de atenuar la reacción de su base alegando “las mejoras” que habían introducido al acuerdo original pautado por el ex presidente Batlle, la base llenaba de pintadas los muros de Montevideo en contra de la firma del Tratado. Esta reacción contra el Tratado llevó al senador Lorier (el mismo que votó a favor del operativo Unitas con los yanquis y que se fue de la sala para no votar en contra del tercer envío de tropas a Haití) a recordar los “principios” y declarar su oposición en el parlamento.
Partido Socialista. La amenaza pública por parte del diputado Chiflett (veterano dirigente del PS y el parlamentario más antiguo del FA) de votar en contra desató la neurosis en la dirección del PS, el partido del presidente Vázquez. Chiflett terminó denunciando las presiones en el parlamento y renunció a la banca, lo que fue seguido de una campaña por parte de grupos y adherentes del PS, pintando los muros en apoyo a la conducta del renunciado diputado y de acusación contra el resto de la bancada.
Burocracia sindical. Aunque viene avalando sin fisuras la política antiobrera y antinacional de “su” gobierno, no pudo disimular el repudio de la clase obrera ante el pacto con Bush, y tuvo que delimitarse con una campaña de prensa contra el Tratado, junto a la Feuu (estudiantes universitarios) y la Fucvam (cooperativa de viviendas), en la que denuncian el carácter antinacional del acuerdo con el imperialismo, aunque sin denunciar a los responsables nacionales de la capitulación.
La crisis por abajo
El marco en el cual se inició la crisis en la “interna del FA” fue la tenaz y masiva movilización callejera por la liberación de los cuatro militantes encarcelados en la marcha contra la presencia de Bush en Mar del Plata y la firma del Tratado por Tabaré Vázquez. En los cuarenta días que duró su encierro, innumerables actos y marchas recorrieron casi todo el país; por su masividad, revelaban la indisimulada adhesión de la base frenteamplista, a pesar del riguroso cerrojo que los partidos del FA le impusieron a esta lucha. El PCU nunca reivindicó la libertad de los presos y la burocracia del PIT-CNT se tomó quince días para sacar un comunicado, en el que no incluía el reclamo de la libertad, cosa que sí tuvieron que hacer tres días después.
Sólo en Montevideo, seis movilizaciones masivas (la última con más de 6 mil manifestantes) “convencieron” al gobierno centroizquierdista a gestionar la liberación de los presos políticos, ante la evidencia de que la reacción popular no se iba a detener. El Partido de los Trabajadores intervino en las movilizaciones y piqueteó con su prensa las empresas y barrios obreros, exigiendo al gobierno la convocatoria de un plebiscito para que el pueblo decida si acepta o no el acuerdo colonial con el imperialismo. En esta tarea, registramos que para un importante sector de los jóvenes y los trabajadores frenteamplistas, la firma del Tratado y los presos políticos eran la estación terminal de sus ilusiones en el gobierno izquierdista, cuanto menos en lo referido a esos puntos.
La combinación del Tratado colonial y los presos políticos del gobierno “progre” actuó como un revulsivo que le ha hecho “perder la inocencia” a la base obrera y juvenil del Encuentro Progresista-FA. La tradicional “siesta” del verano uruguayo no debe confundirse con un reflujo de la lucha obrera y popular. Las heridas abiertas por el Tratado; el proceso contra los militantes excarcelados; el fracaso de los consejos del salario y el inminente ataque contra los funcionarios públicos, y la privatización de las empresas estatales, plantean en 2006 la irrupción en la escena de la clase obrera y su fusión con los reclamos generales del pueblo trabajador, en un período que estará determinado por el fin de las expectativas pasivas en el “progresismo” y la profundidad de la crisis capitalista que ya ha hecho fracasar el ilusorio “país productivo”, principal bandera del gobierno del frente popular “a la uruguaya”.
Pocas horas después de todo esto, echando sal sobre las heridas, el ministro Astori anunció que el gobierno del FA busca firmar “cuanto antes” un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.