Políticas

16/2/2012|1211

Frente de Izquierda, una perspectiva

Publicamos a continuación la entrevista que Sol Prieto, periodista de Página/12, le hizo a Jorge Altamira para un artículo que apareció en el diario el lunes 13 de febrero.

Preguntas


Hay un artículo tuyo en la prensa del partido el 1° de septiembre, donde hablás de una “tendencia”, que se encuentra “potencialmente” en las fuerzas integrantes del FIT, a “avanzar en la consigna de un partido de los trabajadores”, aunque consideras -en el artículo- que los resultados de las primarias no permiten avanzar en ella. ¿Por qué hablás de que existe una tendencia en ese sentido?, ¿te referís a que el debate ya transcurre de forma informal en el partido?, ¿a la coyuntura?, ¿a algún tipo de crecimiento?


¿Por qué consideras que los resultados de las primarias -supongo que esto se extiende a los resultados de las elecciones generales- no permiten avanzar en el armado de un partido único de los que integran ese Frente?


¿Los “límites” o “impedimentos” para avanzar son de carácter programático o más bien organizativo?, ¿Cuáles son? (en este sentido, Izquierda Socialista señaló como puntos de divergencia la lectura acerca de la rebelión en Libia y el rol de los desocupados en el 19 y 20 de diciembre de 2001).


¿Se está discutiendo el tema al interior del partido?, ¿en qué instancias?, ¿en qué punto se encuentran de la discusión?


¿En qué sectores están pensando para integrar un “partido de los trabajadores”?, ¿sólo en los que integran el Frente o también otros espacios?


¿Existe alguna diferencia entre el planteo de “partido de los trabajadores” y “partido revolucionario”?


¿Cuáles serían los “pasos” o instancias para avanzar en un espacio de unidad?


¿Consideran como un factor de presión cierto “folclore” acerca de la supuesta tendencia de la izquierda a la división?


Respuestas


Es indudable, para nosotros, que entre las posibilidades del Frente de Izquierda, el desarrollo más rico sería converger en un partido común. La vía para ello es preparar en forma adecuada un congreso nacional sobre la base de propuestas de programa, que puedan ser discutidas con amplitud en un plazo amplio. El debate iría acompañado por una práctica sistemática en el cuadro del Frente. Las divergencias que se pongan de manifiesto en el debate serían finalmente puestas a votación, con la previsión de que la dirección que sea electa representaría en forma proporcional a los distintos planteos y de que el partido común se desenvolvería en el marco de un estatuto que garantice tanto la unidad de acción del partido como la democracia interna. Es ajeno al socialismo el planteo de que la existencia de divergencias justifique partidos separados o que un partido revolucionario deba tener un pensamiento uniforme, salvo que se trate de principios. Suponer que un partido no conozca divergencias en su seno en su proceso de desarrollo, está reñido con la realidad y sería la receta perfecta para la división permanente y haría imposible la simple existencia de partidos revolucionarios. Los partidos históricamente más relevantes en la historia del socialismo y del movimiento obrero -me refiero a la socialdemocracia alemana hasta la Primera Guerra Mundial y el partido bolchevique hasta su usurpación por el stalinismo- albergaban una miríada de divergencias y tendencias internas holgadamente mayor que todas las disputas sumadas de los pequeños partidos actuales -simplemente porque teman un desarrollo histórico superior y, por eso, un arco iris intelectual considerablemente más rico. Este planteo lo desarrollé varias veces en actos públicos del Frente; sería absurdo que la existencia de un partido revolucionario común se encuentre vedada por las diferencias sobre Libia o la caracterización de los obreros desocupados en las dos décadas pasadas (esto simplemente refleja la ausencia de algunos partidos del Frente en la lucha piquetera). Como ocurre con cualquier partido, la posición oficial, en el caso de diferencias del momento, sería la mayoritaria, sin desmedro del derecho de cada uno a defender sus planteos.


El Frente de Izquierda es un caso particular (y probablemente más avanzado) de una posición que estamos desarrollando desde hace más de diez años respecto a la IV Internacional -o sea, la necesidad de convocar a un congreso, preparado por un debate amplio y una práctica común, para desarrollar un partido revolucionario internacional. El Frente de Izquierda ha dejado establecida una diferenciación política respecto de los partidos y grupos que abandonaron una posición independiente de izquierda y se fueron a frentes electorales binneristas o kirchneristas, que permite precisar las cosas. Eso no ocurre a nivel internacional, donde prevalece una bolsa de gatos. Por eso hemos definido que nuestra convocatoria va dirigida a aquellos que defiendan principios irrenunciables para cualquier socialista: 1) la independencia de la clase obrera y la oposición a frentes estratégicos con las burguesías nacionales y movimientos nacionalistas, o sea la oposición a los llamados frentes populares o de colaboración de clases; 2) la defensa de la dictadura del proletariado, que significa la destrucción del Estado burgués, el establecimiento de la dominación política de la clase obrera, la expropiación del gran capital y la progresiva anulación de toda forma de Estado a través de la permanencia de la revolución; 3) el carácter internacional de la revolución socialista, en oposición a la utopía reaccionaria del socialismo nacional o socialismo en un solo país; 4) la fusión de la izquierda y del socialismo con el movimiento obrero por medio de un programa de reivindicaciones transitorias y la emancipación de las organizaciones obreras y el desarrollo de una dirección clasista; 5) la defensa de las naciones oprimidas y el apoyo a las guerras nacionales contra el imperialismo. En el caso de América Latina, la defensa del planteo de Federación Socialista de América Latina, incluido Puerto Rico. Es sobre esta base que proponemos un Congreso de unidad de los revolucionarios, preparado por una discusión auténtica y una práctica común sistemática.


No se trata de un planteamiento formalista, en el cual se podría incurrir si se lo abstrae del lugar histórico en que se desarrolla. La crisis capitalista mundial cierra el largo período de degeneración de los Estados que surgieron de procesos revolucionarios y el desarrollo de la restauración del capitalismo. Esto se manifiesta en los movimientos sociales y en las consignas; una extensión creciente de las huelgas en los países desarrollados y en los Estados restauracionistas, y la aparición de palabras de orden anticapitalistas. O sea que asistimos a una nueva transición histórica. Los socialistas solamente pueden fecundar este desenvolvimiento histórico revolucionario si unen fuerzas sobre la base de la discusión política y la claridad.


En Argentina, esta nueva tentativa de transición histórica se manifiesta con fuerza inusitada en el reiterado fracaso del peronismo por superar la crisis endémica del país, el ingreso en una nueva crisis y la creciente disgregación del peronismo. La manifestación principal de esta transición se da en el movimiento obrero, donde surgen nuevas camadas y direcciones clasistas, en especial en la nueva generación. El sindicalismo dominado por la burocracia integrada al Estado sufre tendencias disgregadoras como nunca -desafiado por la crisis capitalista y por sus bases. Los 660 mil votos que obtuvo el Frente de Izquierda tienen que ver con una definición política en parte de la clase obrera, que demuestra que existe una posibilidad de fusión de la izquierda y de los socialistas con el movimiento obrero. Esta fusión significaría la formación de un partido de trabajadores, nada menos que el final-final de la subordinación política de la clase obrera al peronismo y a la pequeña burguesía democratizante. El planteo de un partido de trabajadores, en la campaña electoral, apuntó a dejar en claro que el resultado de un progreso político de la izquierda revolucionaria en las elecciones no se reducía a la conquista de una plataforma parlamentaria, distante del movimiento obrero, sino que era un síntoma de la tendencia histórica a la formación de un partido independiente de la clase obrera. Que en los círculos oficiales de la burocracia vuelva a aparecer el planteo de un partido de trabajadores (esgrimido por la CTA en diversas ocasiones sin mayor entusiasmo) es una manifestación de que la acción política de la clase obrera se encuentra agotada en el marco del peronismo y es una maniobra para encauzar esta tendencia hacia una vía de compromiso con el sistema capitalista.


El partido revolucionario que resulte de un congreso preparado por un debate programático y una acción sistemática común se combina recíprocamente con el planteo de un partido de trabajadores, en la medida en que la ambición histórica de los socialistas es la fusión de la izquierda revolucionaria con la clase obrera que lucha -el movimiento obrero.