Políticas

20/9/2023

Diputados

Ganancias: una conquista obrera en medio de la especulación electoral

A diferencia de oficialistas y opositores, la izquierda históricamente planteó que el salario no es ganancia.

Romina Del Plá denunció la hipocresía a ambos lados de la grieta.

La sesión de la Cámara de Diputados del martes 19 estuvo marcada por la conquista que implica para la clase trabajadora la nueva ley del Impuesto a las Ganancias que, en los hechos, elimina la cuarta categoría dejando a solamente 80.000 personas que cobran por encima de dos millones de pesos y eximiendo a cerca de 800.000 trabajadores que estaban alcanzados hasta ahora por el tributo.

La jornada sirvió para demostrar la hipocresía que anida a ambos lados de la grieta. La intervención de Romina Del Plá clarificó que aunque el oficialismo hoy repita que “el salario no es ganancia” perpetuó durante sus gobiernos y durante los últimos cuatro años esa confiscación a los ingresos de los trabajadores.

El kirchnerismo había montado un relato en torno a que quienes pagaban Ganancias constituían la “aristocracia obrera” y consideraba que este impuesto era clave para la distribución del ingreso. Defendía a capa y espada achatar la pirámide salarial, mientras crecía como nunca la precarización laboral y los empresarios “se la llevaban en pala”.

Vale la pena retomar los debates de aquel entonces, cuando el Sutna San Fernando (antes de la conquista del sindicato a nivel nacional por la Lista Negra) organizaba jornadas para reclamar la abolición de la cuarta categoría; o cuando el Partido Obrero planteaba que este sería uno de sus primeros proyectos a presentar cuando todavía no tenía representación parlamentaria (algo que hizo Néstor Pitrola apenas ingresó como diputado); o la recuperación de los Suteba y tantas agrupaciones sindicales se forjaron al calor de esa lucha, cuando el oficialismo actual nos acusaba de hacerle el juego a la derecha.

Uno de sus objetivos, además del afán recaudatorio, era dividir a la clase obrera entre quienes pagaban el impuesto y quienes no, así como hacen entre los que están bajo convenio y los tercerizados,o el más emblemático entre trabajadores ocupados y desocupados. Además fue y sigue siendo hasta su derogación una pata más de un sistema impositivo ampliamente regresivo, basado en impuestos al consumo y al bolsillo popular. Aunque este tributo en particular tenga una escala progresiva (paga más quien más tiene), el hecho de gravar los salarios significa una deformación total.

No es el peronismo, sin embargo, el único que ha cambiado de posición en lo que a este impuesto tan significativo refiere. La oposición patronal encabezada por Juntos por el Cambio supo, durante el gobierno kirchnerista, participar de sesiones especiales junto con el Frente de Izquierda para terminar con lo que era a todas luces un robo a los trabajadores. Si bien lo hacían de manera demagógica, tenían un planteo harto más progresivo la posición reaccionaria que han asumido en esta oportunidad.

Es que ellos se han jugado a que se cayera la sesión por falta de quórum y fracasaron en el intento. El argumento que esgrimieron se basa en que la quita de este impuesto implicaría aumentar el déficit fiscal, que ese déficit se financiaría con mayor emisión y su correlato inflacionario. La responsabilidad fiscal que aducen no es otra cosa que su fachada patronal, porque son ellos (peronistas y macristas) los que aprueban cada año presupuestos con casi 3% del PBI destinado a exenciones impositivas a las patronales. Su problema no es con el déficit, sino con que los trabajadores conquisten aquello por lo que pelean.

El facho Milei, por su parte, tenía (también acá) toda la mesa servida para hacerse un festín. Con los votos garantizados para que el proyecto saliese aprobado pudo marcar que él está a favor de toda quita de impuestos, que acompañaría el proyecto aunque pidió recortar gastos para compensar la merma en los ingresos. Pudo, desde su lugar privilegiado, marcar la contradicción de Juntos por el Cambio y seguir robándole votos a una oposición completamente descolocada luego de la maniobra de Massa.

Es que la aprobación de esta ley, su rápido tratamiento y la presentación por parte del Poder Ejecutivo Nacional fue un gran acto de campaña del ministro de Economía y candidato oficialista. Como dijo Romina Del Plá, “es la desesperación de un gobierno que perdió 7 millones de votos en cuatro años la que permitió que se filtre un proyecto positivo para los trabajadoras. La especulación electoral y no el programa de un gobierno fondomonetarista que no hizo más que aplicar un ajuste brutal, reduciendo las jubilaciones, las partidas sociales, dejando sin alimento a los comedores populares”.

En este sentido señaló que, incluso en caso de que se promulgue la ley -que todavía debe pasar por el Senado-, los trabajadores deberemos estar atentos para que el próximo gobierno no vuelva a imponer ningún tipo de gravamen sobre los salarios. Cualquiera de los tres candidatos que gane la elección llevará adelante un gobierno atravesado por el programa del FMI, lo que significará un ajuste a las cuentas públicas y de seguro un intento de que ese achicamiento del gasto recaiga sobre la clase obrera.

El Frente de Izquierda y el Partido Obrero han estado siempre del mismo lado, en este como en tantos otros temas: el de la clase obrera, defendiendo su unidad y cada una de sus reivindicaciones. A diferencia de oficialistas y opositores planteamos en el recinto las mismas posiciones que hemos planteado históricamente: el salario no es ganancia. Ayer, hoy, ni nunca.