Ganó la Bolsa
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No creemos que ninguno de los casi ocho millones de ciudadanos que votó el domingo por Menem ignore quién es el verdadero ganador de los comicios. Durante varias semanas fue bombardeado, por un lado, con la amenaza de que una derrota de Menem derivaría en una fuga de capitales, en el dislocamiento del sistema bancario y aun en una hiperinflación. Por el otro lado, bordonistas y radicales se esmeraron en dejar en claro que bajo ninguna circunstancia alterarían la política económica oficial. Desde hace varios años, los centroizquierdistas vienen reconociendo, y propagandeando, la “racionalidad” del “plan” Cavallo. Chantajeado de un lado, y sin alternativa de conjunto del otro, el electorado respondió “racionalmente”, precisamente lo que los centroizquierdistas no quieren ahora admitir.
La Bolsa
No es la voluntad popular, ni la mística peronista, ni la tercera democracia, lo que se impuso el domingo. Nadie, ni el oficialismo, se atrevería a afirmar que han triunfado los intereses de las masas trabajadoras. La que ha triunfado es la Bolsa, es decir, los accionistas de las grandes empresas y los acreedores del Estado. La masividad del voto no puede ocultar cuáles son los intereses sociales que prevalecieron. Las masas, incluso concientemente, son rehenes del gran capital financiero, pues esperan de él, si no la salida a la crisis, al menos que no se agrave o que se atenúe. Hasta la parte creciente de las masas que ha retomado, desde principios de año, el camino de la lucha, no vislumbra todavía una alternativa de conjunto a la política oficial.
“Voto Castigo”
El fracaso del bordonismo y del centroizquierdismo no podría haber sido más patético, esto si se tiene en cuenta que su política consistió en impulsar un corte de boleta… que concluyó favoreciendo a Menem. En Córdoba y en Río Negro, la clase media radical se fugó en masa al menemismo, luego de haber depositado su voto a favor del candidato a gobernador de la UCR. En la patria chica de Bordón, el menemismo ganó la presidencia y la gobernación, pulverizando a la alianza Frepaso-UCR. El domingo 14, el bordonismo recibió un descomunal “voto castigo” por su completa nulidad como oposición política.
Cumplir con la Bolsa
Ahora, Menem está obligado a cumplir con la Bolsa, puesto que es un rehén de ella, no con sus votantes. Deberá imponer la ley de accidentes de trabajo y extender el régimen de contratos precarios de trabajo a las grandes empresas y a los trabajadores ya efectivizados. Deberá proceder a la privatización de la salud, liquidando las obras sociales y el sistema hospitalario gratuito (en realidad, ya está arancelizado). Deberá privatizar la educación y barrer con la oposición de los docentes y de los estudiantes. Deberá promover la quiebra de una centena de bancos y concentrar el sistema financiero. Deberá establecer nuevos impuestazos, reducir los salarios y despedir masivamente a empleados públicos provinciales para pagar la deuda externa. Deberá elevar las tasas de interés para atraer capital golondrina del exterior, lo cual está previsto en el acuerdo con el FMI. Este acuerdo establece una política deflacionaria (despidos, reducción de salarios, disminución del crédito), que tiene por objetivo superar el derrumbe, manifestado en los últimos meses, del “plan” Cavallo.
¿Gobierno fuerte?
A pesar del 50% de los votos, Menem-Cavallo no tienen asegurada la fuerza ni la cohesión interna para imponer esta política. Las masas han confiado su salida a la Bolsa, pero desconocen el precio que deberán pagar por ello. El gobierno deberá crear las condiciones políticas para aplicar este plan, para lo cual deberá derrotar a los trabajadores en una lucha directa. El tiempo de simulación pre-electoral ha concluido. El apoyo de la Bolsa a Menem está condicionado al cumplimiento de este programa. Es por eso que la victoria electoral de la Bolsa puede transformarse de aquí en más en el derrumbe de Menem.
El monopolio con que ha quedado el menemismo de la totalidad de las instituciones del Estado, se encuentra en violenta contradicción con la diversidad, la multiplicación y el constante agravamiento de las condiciones sociales sobre las que debe gobernar. La demolición de la oposición burguesa constituye, en estas condiciones, un síntoma de descomposición del conjunto del régimen político. Los próximos enfrentamientos dirán si esta situación se dirige hacia una suerte de anarquía o hacia un régimen de fuerza (Estado de sitio).
Agotamiento del centroizquierdismo
Los resultados electorales, por lo tanto, no disminuyen sino que acentúan la perspectiva de agravamiento de los conflictos sociales, o sea la lucha de clases, e incluso de crisis política. El retroceso electoral de la izquierda, que ha caído en un 50% de sus débiles votaciones anteriores, y a veces en hasta un 80%, enmascara el pasaje de la oposición activa, popular y de izquierda, hacia el campo del bordonismo, a través del Frente Grande y de las burocracias sindicales del CTA y del MTA. Todo un sector de luchadores, de la clase obrera y de las masas acompañó hasta su completa derechización la experiencia centroizquierdista. La alternativa política que toda la izquierda democratizante contribuyó a crear, en 1991-2, con la formación del Frente del Sur, concluyó fagocitando a sus artífices y llevando a un amplio sector popular a la más completa encerrona política.
Este fracaso se verifica especialmente en el intento de la Alianza del Sur de suplantar al Frente Grande del “Cavallo” Alvarez, pero con sus mismos métodos frívolos y electoreros y con su mismo programa de adaptación al capitalismo. El empeño del partido comunista y del Ptp en sacrificar la formación de un frente de izquierda, con el propósito de convertir a Solanas en un caudillo electoral, concluyó el domingo en una catástrofe electoral (esperaban un millón de votos y sacaron 80.000), en un corte de boleta contra Solanas, que desnuda la cortedad de miras y la bancarrota política de sus autores. El agotamiento de la experiencia centroizquierdista puede convertirse en un poderoso impulso a la lucha (contra la que los agentes del Frepaso y del solanismo han actuado como freno) y aun de reagrupamiento revolucionario, si ella es superada concientemente por los luchadores obreros y populares.
“La tercera es la vencida”
El Partido Obrero hizo su peor elección desde 1985; perdió la mitad de los votos con relación a su mejor elección, en 1991. Fuera del carácter minoritario de nuestro partido en la clase obrera, el resultado electoral se explica por las características subjetivas y coyunturales que tuvo la elección —impasse de las masas y desplazamiento de la oposición popular activa hacia el bordonismo charlatán.
No esperamos superar esta situación desde un marco exterior a la presente situación política, sino por medio de ella misma. La victoria de la Bolsa deberá desarrollar las condiciones necesarias para la derrota de la Bolsa, para lo cual es necesaria la conciencia de esta situación y de esta perspectiva.
Dijimos durante toda la campaña electoral que el desenlace de la crisis política no tendría lugar en el primer turno ni en un hipotético segundo turno, sino en la tercera ronda de enfrentamientos a la cual conduciría inevitablemente cualquier resultado electoral. Mantenemos esta caracterización y este pronóstico.
Nuestra consigna es, en función de esto: hacia las luchas. Ni un paso atrás en la defensa de los derechos conquistados por las masas; ni un paso atrás en la lucha por las reivindicaciones planteadas.