Políticas

22/1/2009|1070

Gaza: Los escribas oficiales atacan a la SEA

La determinación de la SEA (Sociedad de Escritores Argentinos) de condenar la masacre de Gaza y exigir la retirada de las tropas israelíes ha despertado una serie de ataques políticos. Con argumentos sinuosos, algunos escritores salieron a cuestionar un pronunciamiento que, sin embargo, está en línea con los de innumerables organizaciones y personalidades de la cultura, en la Argentina y en todo el mundo. Le impugnan a la SEA el carácter “inconsulto” del comunicado. Según este planteo, su comisión directiva tendría que haber hecho una compulsa entre todos sus afiliados antes de condenar los asesinatos de niños y mujeres palestinas con bombas de fósforo blanco. Está claro que, en ese caso, nunca habría habido un comunicado de la SEA, al menos en el transcurso del ataque criminal. Los cuestionadores, en verdad, están impugnando los pronunciamientos de cualquiera de las centenares de organizaciones civiles, gremiales o sociales que, en todo el país, salieron a condenar sin demora la masacre.

Le reprochan al comunicado de la SEA la “calidad literaria”, el “estilo agresivo” o el “abuso del lenguaje”. Se refieren a la calificación de una masacre y genocidio. Los críticos no quieren debatir el fondo de las cosas. En cambio, prefieren quedarse en el análisis de los “relatos” o los “discursos”. Es un recurso para colocarse en un limbo frente a los campos en pugna y no pronunciarse. Quieren liquidar la nacionalidad palestina en un genocidio.

Pero detrás de los reproches estilísticos, lo que rechazan los críticos es la denuncia del contenido del ataque sionista a Gaza. Es decir, la tentativa de aplicarle la “solución final” a la nación palestina. Con sus argumentos sinuosos, los críticos de la SEA buscan atajos para justificar la escalada criminal sobre Gaza. A despecho de los que atacan a la SEA, una comisión de las Naciones Unidas reclamó investigar la comisión sistemática de crímenes de guerra durante los últimos veinte días de ataques israelíes.

Sionismo “K

Varios de los críticos de la SEA integran “Carta Abierta”, el espacio de intelectuales oficialistas que nació durante el conflicto del ‘campo’. En aquel momento, le criticaban a los sojeros el “discurso” o “relato destituyente”, lo que decían, no su acción, menos la defensa de la estructura social histórica del campo argentino. Ahora, la preocupación sobre los “relatos” sirve para defender, sin disimulos, a la agresión sionista; es decir, al ariete del imperialismo en Oriente Medio. Una parte del “progresismo” oficialista argentino se ha puesto en el campo de Olmert y Bush. El matrimonio Kirchner se apresta a homologar el tratado Israel-Mercosur. Tardíamente, y en la lista de cuestionamientos a la SEA, se anotó Juano Villafañe, un empleado de Carlos Heller y el Credicoop; por su intermedio, el Partido Comunista se solidarizó con los escritores sionistas, con el único propósito de golpear a la SEA.

Disparen sobre la SEA

El ataque a la SEA, en definitiva, tiene el tufo inconfundible de todas las agresiones del oficialismo contra las organizaciones que luchan por desarrollar un rumbo independiente y resisten la cooptación oficial. La SEA nació en el período del “Argentinazo”, en repulsa al burocratismo y el apego al orden de turno que, históricamente, había expresado la Sade. Durante todo ese periodo, la SEA se colocó en el campo de la rebelión popular y de sus grandes expresiones de lucha, el movimiento asambleario y piquetero. A diferencia de muchos otros, la SEA promovió reivindicaciones y conquistas de los escritores sin traficar por ello la integración al Estado. Ahora, los críticos de la SEA le reclaman haber emitido un “pronunciamiento político”, tratándose de una “entidad gremial”. Un reproche que no le harían, seguramente, si el comunicado hubiera transitado los carriles oficiales, o sea, eludiendo una condena a la masacre. Pero una sociedad de escritores, o sea, de intelectuales, no puede limitarse a la defensa de planteos gremiales. El “producto” de sus socios son las ideas, y la SEA será juzgada por la calidad, el alcance y la proyección de sus planteamientos, y de los debates que sea capaz de generar en torno de ellos. Al denunciar la barbarie de Gaza, la SEA se ha inscripto en la tradición de los movimientos culturales e intelectuales que en la historia reciente fueron estandartes de lucha contra todas las guerras de opresión, desde Vietnam hasta Irak. En el enanismo político de sus críticos, no hay otra cosa que el apego a los presupuestos oficiales. Para colmo, sus arcas están exhaustas, lo que augura poca vida a sus “corrientes de opinión”.

A partir del pronunciamiento, un importante número de escritores y socios se han manifestado “orgullosos de pertenecer a la SEA”. Con ellos, seguramente, se consolidará una corriente de escritores comprometida con una perspectiva de transformación social.

Marcelo Ramal