Políticas
25/4/2022
Grabois, “a los besos” con Grobocopatel y a los “tomatazos” con un docente
El dirigente de la Utep reconoció un acuerdo con el capitalista sojero.
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Grabois y Grobocopatel.
El pasado jueves 21 se realizó una charla-encuentro en la Universidad Nacional de Córdoba con el dirigente social oficialista del MTE y la Utep, Juan Grabois, y el agrocapitalista, Gustavo Grobocopatel, donde ambos confesaron contar con un “acuerdo” de trabajo entre el capital sojero y la economía popular, del cual “no pueden dar detalles aún”. Grabois defendió la creación de trabajo precario a costa del deterioro ambiental en manos de los agronegocios.
El intercambio se dio en los marcos del Segundo Encuentro Nacional de Intercambio Técnico con la Economía Popular, donde la audiencia pudo asistir a un “diálogo cordial”, casi entre pares, entre ambos interlocutores, quienes trataron temas como la productividad, los agronegocios, la economía popular y “la felicidad”.
Grobocopatel es señalado –incluso por el propio Grabois en un libro de su autoría- como un símbolo de los desmontes forestales para la extensión del sembrado de soja, expulsando a la población originaria y trabajadores de la tierra, y generando estragos ambientales adicionales con el uso de agrotóxicos y pesticidas, denunciados innumerables veces por los damnificados y el movimiento ambientalista.
Del Grobo malo al “Grobo bueno”
Grabois reconoció que “Grobocopatel no es el señor malo de mi libro. Es un símbolo. El Grobocopatel actual, real, nos va a ayudar a hacer algo muy importante”, algo de lo que se negó a dar precisiones, pero que confirmó el empresario al señalar que están trabajando en una integración entre el agronegocio sojero y la agricultura familiar.
La supuesta conversión del agroempresario estaría dada por su “voluntad” de colaborar con la integración económica de los pequeños productores arrendatarios que comparten zonas con los sojeros, lo que libraría de culpa y cargo a los capitalistas sojeros de los daños irreversibles al medio ambiente. Algo que el líder de Los Grobos reconoció con la sola limitación de lo que el “Estado debe controlar”: “Si hay zonas que no se pueden desmontar, no hay que hacerlo”, en las otras sí.
El esquema que propone Grabois se asemeja mucho a la agenda extractivista y petrolera que defiende el gobierno nacional, embelleciendo al capital contaminante al calor de los puestos de trabajo y “beneficios colaterales” que podrían generar.
Además, Grobocopatel pertenece al staff de los fugadores seriales de divisas, a quienes el kirchnerismo les exige el pago de la deuda., sin que el dirigente social mencione palabra alguna al respecto. Como ocurre con otras iniciativas del tipo, de seguro estamos ante otro intento de precarización laboral, con mano de obra barata para los sojeros, disfrazado de “autonomía laboral”.
“Me importan un carajo los troskos”
La charla tuvo su episodio de tensión cuando al momento de las intervenciones un docente de la UNC señaló que se encontraba sorprendido debido a que había asistido a la actividad esperando una polémica entre ambos interlocutores y lo que recibía era una “sociedad” de intereses entre ambos. Luego de lo cual denunció las consecuencias del agronegocio sojero en las comunidades regionales.
El docente interrogó si lo que ambos buscaban como idea conjunta era “como el señor Grobocopatel dice, aumentar la superficie sembrada de soja, una Argentina deshabitada y sembrada de soja, con pequeños bolsones de lugares donde se va a hacer agricultura ecológica e hidroponía”.
Dicho docente fue agredido por Grabois, incómodo ante la interpelación, quien afirmó: “Si yo me tengo que dar un beso en la boca con Grobocopatel, o con quien carajo sea, para que 50.000 compañeros agricultores tengan la posesión perpetua de sus tierras, lo voy a hacer. Y si le querés llamar a eso sociedad, llamale sociedad. Y a mí me importa un carajo los troskos, los medios troskos y los más o menos troskos”.
Lo que Grabois tilda como “trosko” es a quienes denuncian, justamente, que un pacto o sociedad como el que se esboza implica acentuar la expulsión de miles de trabajadores de sus tierras, como señaló otro espectador que tomó la palabra y puso en conocimiento el caso actual de los campesinos despojados de sus tierras en el departamento Aguirre, en Santiago del Estero.
Grabois no dio ningún detalle de su sociedad con Grobocopatel, afirmando que “No podemos contar mucho del Plan A. Yo espero que Grobocopatel no me traicione al final del camino, hicimos un acuerdo pero vamos a ver”. Una orientación que deposita su confianza en “La Clase Peligrosa”, y que coloca a los trabajadores a merced de la filantropía de las patronales.
La cuestión de la tierra y el medio ambiente no puede depender de la asociación con el capital agrario, enemigo de la lucha por el acceso a la tierra y de cualquier programa de planificación agraria, sino de la propia intervención de los trabajadores para defender el acceso a la tierra y la expulsión de los pulpos sojeros y el agronegocio.
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