Gran Jornada de lucha
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Este año, el 8 de marzo Día Internacional de Lucha de la Mujer, en Plaza Congreso, la convocatoria superó los actos de los años anteriores.
Las mujeres convocamos con un escenario y un documento común, que llevó un arduo debate desde enero, y fue firmado finalmente por 9 agrupaciones: Mujeres Libres, Mujeres de Izquierda, Comisión por el Derecho al Aborto, Plenario Autoconvocado de Mujeres Trabajadoras, Amas de Casa del País, Comisión de Mujeres del Per, Mujeres del Mst, Mujeres del Pin y Ateps.
El mandato social impuesto a las mujeres como ‘envase’ para procrear hijos, como ‘objeto de placer´, ‘recluidas en el hogar1, ‘receptoras pasivas’ de la violencia institucional y familiar que nos impone el sistema, condenadas a ser ‘sujetos’ de la explotación, y todo lo que se estigmatiza como ‘cosas de mujeres’, fue literalmente dado vuelta. Las mujeres, al frente de todas las luchas sociales, rompiendo el aislamiento, nos convertimos en convocantes, no sólo de las mujeres sino de todos los trabajadores y de todos los luchadores.
Lo que “Hoy denunciamos”, en el 8 de marzo, lo convertimos en “Exigimos”, con un programa de lucha que tiene vigencia hacia el 24 de marzo y hacia el próximo Encuentro de Bariloche. Allí se muestra una visión y una posición de conjunto de las mujeres sobre la realidad social, sobre la crisis capitalista, levantando un programa de lucha que tiene validez para todas las mujeres trabajadoras y luchadoras del país, y para las masas explotadas.
Desde el principio, el Documento conjunto plantea: “Nos comprometemos a continuar en la lucha, hasta lograr terminar con la discriminación y la opresión hacia las mujeres”.
Se denuncia a la cúpula de la Iglesia, al gobierno de Menem y a los gobiernos provinciales y municipales que aplican su misma política, las leyes contra los derechos de la mujer y el Día del No Nacido de Menem, reclamando nuestro derecho al aborto y a su práctica gratuita hospitalaria y en las Obras Sociales. Se reclama la anulación del punto final, la obediencia debida y el indulto, cárcel y perpetua a todos los genocidas, juicio y castigo a los grandes ladrones, como los del contrabando de armas y a violadores y golpeadores. Se rechazan los edictos policiales y toda forma de reactivarlos (como las modificaciones de los legisladores ‘opositores’ al Código de Convivencia). Se reclama el reparto de las horas de trabajo sin afectar el salario, como emergencia ocupacional y la prohibición de los despidos y suspensiones. Por la derogación de la reforma educativa y de salud, de las Art y de las Afjp, de la privatización del Pami y de todas las privatizaciones, y la reestatización de Edesur bajo control de los cuerpos de delegados de los trabajadores, previo pago a todos los afectados por los cortes. Se reclama la anulación de las causas penales a todos los luchadores y la libertad de todos los presos políticos.
El documento finalmente reivindica y proyecta al movimiento de la mujer como transformador de la sociedad: “Las mujeres, principales protagonistas de todas las luchas que recorren el país, nos unimos y convocamos a profundizar el camino de lucha contra este sistema de explotación y de opresión”.
Este documento plantea la necesidad de la organización del movimiento de la mujer a nivel nacional para llevarlo consecuentemente adelante.
La discusión de los dos meses previos estuvo centrada en el carácter de la convocatoria. Superado el problema de conmemorar el 8 de marzo, reivindicando la lucha de todas las mujeres, y superado el problema de que la mujer lucha individualmente o agrupada en sus propias organizaciones, por la necesidad de extender y profundizar las luchas, el debate giró en tomo de realizar un acto con oradoras o un festival sin oradoras.
Todas las presiones de los partidos políticos patronales y de los acuerdos objetivos y consensuados con ellos, avivaron la polémica contra el camino de independencia política y organización del movimiento de la mujer.
Que las luchadoras tuvieran un micrófono abierto para expresar sus reclamos y que la convocatoria se expresara a través de diferentes oradores, lo que hoy impiden las tres centrales sindicales, se convirtió en el meollo de la cuestión. Y el debate se centró entre las fracciones del Per de cuatro agrupamientos de mujeres, y la posición del Plenario de Trabajadoras. Las Mujeres de Izquierda (Psd y PC) y del Mst reclamaban oradoras y/o radio abierta. Para no partir la convocatoria se terminó acordando el Festival sin oradoras, con adhesiones.
La movilización
El 8 de marzo se concentraron en Congreso centenares de manifestantes, la mitad de ellos mujeres con una mayoría abrumadora de trabajadoras. A esa altura, Graciela Fernández Meijide había cancelado su acto en el Obelisco y el acto en lugar cerrado de la OTA, con Marta Maffei (Ctera) como oradora central, se convertía en un encuentro sin eco al servicio de las candidatas de la Alianza.
Grupos feministas no convocantes al festival, pero sí a la marcha, mesas de las agrupaciones convocantes, el Plenario de Trabajadoras, y el PO, que hacían su agitación tal cual estaba previsto, y que agrupaban sus columnas para el festival y la marcha, se fueron congregando en la Plaza.
Cuando la CCC, que marchó primero al Ministerio de Trabajo, llegó a Plaza Congreso, el Per inventó una “provocación” (que no explican por escrito en su periódico). A las 18.20hs. se retiraron de la Plaza abandonando el festival y rompiendo todos los acuerdos. Esta actitud divisionista reveló que el Per volvió sobre sus pasos, ante una convocatoria que excedía su política de disolver el movimiento de lucha de la mujer trabajadora en un bloque policlasista, amorfo en materia de reivindicaciones y a la medida de la oposición patronal.
A las 18.30hs, el Plenario de Trabajadoras convocó a encolumnarse a todas las organizaciones presentes e inició su marcha con centenares de compañeras, hasta el Obelisco, cumpliendo todos los objetivos del acuerdo.
Las trabajadoras del Plenario avanzamos en el último año de trabajo, en construcción de un movimiento de Mujeres y en la deliberación que nos llevó a sesionar en plenarios y debatir y votar resoluciones. Crecimos uniendo a las mujeres en lucha y elaborando un programa para esa lucha.
El micrófono de la columna dio la palabra a las Mujeres por las bolsas de comida de Laferrere, a las del Hospital de Clínicas, a las maestras contra la reforma educativa, a las luchadores de la salud, a las jóvenes que luchan por los Centros de Estudiantes, a las jubiladas contra la Privatización del Pami y a la Comisión por los Derechos Humanos de la Zona Sur, mientras seguían llegando compañeras para asistir al festival y ala marcha.
El documento firmado tiene plena vigencia, porque la lucha es el camino para terminar con el régimen de explotación y de opresión de las mujeres, y para las luchadoras que rompen con los partidos patronales. Es necesario levantar un movimiento independiente de la mujer y construir junto con todos los trabajadores, una alternativa obrera independiente para todos los explotados.