No caben dudas. El contexto de este 24 de marzo supera todo lo pasado, con todo lo importante que fueron los que salieron a repudiar el indulto de Menem o en su momento la segunda desaparición de Jorge Julio López, por mencionar algunos acontecimientos muy fuertes y excepcionales.

Ante un gobierno total y abiertamente negacionista de la dictadura, de guerra contra los trabajadores, del protocolo antimanifestación, socio de los gobiernos provinciales que condenan y encarcelan a los luchadores como el de Mendoza, exuberante discípulo del FMI mediante un gabinete directo de los fondos de inversión; ante un gobierno títere del imperialismo y el sionismo criminal del pueblo palestino; este 24 de marzo cobra una significación totalizadora de enfrentamiento de un nuevo y más reaccionario régimen político contra los más elementales intereses populares, o al menos al intento de ponerlo en pie para llevar su tarea hasta el final.

Al mismo tiempo, llegamos al 24 en un marzo de luchas muy profundas. Con un 8M que devolvió a la escena la ola verde contra el negacionismo de los derechos conquistados, a días de un piquetazo nacional que reunió a todas las organizaciones sociales y piqueteras contra el hambre, movilizando a decenas de miles que volvieron a desafiar el protocolo de Bullrich en 500 cortes en todo el país, con 15.000 docentes movilizados en Neuquén y otro tanto en Santa Fe, Córdoba o con los autoconvocados en Tucumán, con un parazo que paralizó por completo a las 57 universidades nacionales, con miles de siderúrgicos movilizados en Campana y de paro por 72 horas mientras Milei sigue entregando cargos del gabinete a Paolo Rocca y, sólo unos días antes, con una nueva gran movilización de la cultura ante el Gaumont contra los despidos y el cierre del Incaa.

En resumen, este 24 de marzo puede ser (y luchamos para que sea) un canal de masas para una reacción movilizadora de conjunto contra el gobierno de Milei, de centenares de miles hacia la Plaza de Mayo y hacia todas las plazas del país. Los golpes recibidos en sus fracasos parlamentarios no tienen comparación al golpe que significa y a la perspectiva que abre una manifestación popular de masas.

La oposición patronal al rescate de Milei

Algunos avizoran un Milei y sus Caputos más gradualistas o más pragmáticos, después de ver el abismo de una caída del DNU tras el rechazo del Senado. No es para menos, no sólo por los resonantes fracasos parlamentarios. No hay casi día en que no caiga algún alto funcionario como ocurrió con Yasín en Trabajo y más tarde Armando Guibert, alfil de Sturzenegger, de la Secretaría de Transformación del Estado, tras el affaire del autoaumento del 48% del salario presidencial del cual el aprendiz de autócrata tuvo que retroceder en chancletas.

Es cierto también que Caputo está postergando para más delante algunos tarifazos en el transporte, el gas y la luz que tenían que venir en abril, encima de los que ya tenemos, de manera de cuotificar en parte la incidencia en los índices inflacionarios y sobre todo el impacto en los bolsillos de trabajadores y sectores medios. El miedo no es zonzo.

Pero el núcleo del tema es que en Diputados la oposición archivó sesionar para terminar con el DNU en función de una negociación inmediata de dos temas cruciales del paquetazo fiscal que se empantanó con la caída de la Ley Ómnibus: la movilidad jubilatoria y la vuelta del Impuesto al Salario. Y son las terminales de los gobernadores en Diputados las que operan fuertemente. Caída la generalización de retenciones, descartada la coparticipación del Impuesto País a las importaciones, tras la ronda de reuniones con radicales, pichettistas y obviamente del PRO, cobra fuerza volver a la cuarta categoría de Ganancias con un impacto demoledor sobre el ingreso de al menos 1,5 o 2 millones de asalariados, con ingresos que salen de la línea de pobreza en la que hemos caído la mayoría de los trabajadores argentinos.

El otro tema es la movilidad jubilatoria, en la que preparan otro zarpazo histórico en el empalme: la discusión sólo está en si la indexación a partir de abril arranca con un diez o un veinte por ciento en “compensación”, que dejaría a la intemperie todo el salto de diciembre (25,5%) y la enorme desvalorización de todo el 2023. Los peronistas volverán a posar de opositores, pero sólo para la tribuna, cuando son responsables de la ruinosa fórmula de movilidad albertocristinista. Qué pasará con la delegación de poderes o la fabulosa confiscación a la Anses del Fondo de Garantía y Sustentabilidad (50.000 millones de dolares), son temas abiertos a esta transacción ajena por completo a toda aspiración popular, todo lo contrario.

Si cierran en algún punto de estos temazos, se vienen las leyes espejos del DNU en múltiples planos, donde resalta la reforma laboral para la cual ya hay decenas de proyectos de los “dialoguistas”, mientras Cristina marcó estrategia al habilitar la “modernización laboral”. Nada de esto agota todo el camino hacia el pretencioso Pacto de Mayo. Por ejemplo, los gobernadores patagónicos temen el incendio de sus provincias ante la vuelta de Ganancias y Vidal de Santa Cruz se desespera por el parate “imparable” de las represas que ya dejó en la calle a 1.800 trabajadores y la perspectiva del cierre de la mina estatal del Turbio donde trabajan otros 2.000 obreros del carbón. O el punto de crisis de la venta de las áreas maduras de YPF, que dejarían en la calle a miles de petroleros y, según Moyano, a otros 2.000 camioneros.

Es claro que la oposición patronal en su conjunto -incluido el peronismo con su planteo electoral 2025/2027-, mediante tironeos varios cuyo destino hace inciertos los resultados, ha salido esencialmente a rescatar a Milei de sus propios desaguisados para llevar adelante el plan de guerra de la motosierra y la licuadora, con el solo capital de su influencia en las redes que sin embargo ve menguar lenta pero sistemáticamente su popularidad. Libertarios en las calles no se vio ninguno más desde el 10 de diciembre. Las juventudes contra los orcos de Macri, te la debo.

La CGT y las CTAs van en columna común el 24

El kirchnerismo festeja la llegada de los gordos y todos sus acompañantes al “campo popular”. Con todas sus diferencias, ahora están de nuestro lado, dicen. Innegable que mejor que participen a que no lo hagan, como ocurrió en estos 40 años, al menos por parte de la CGT, no así de la CTA de otros tiempos. Algo similar ocurrió el 8 de marzo, donde también participaron.

Pero ¿cambió la burocracia sindical? ¿Su conducta está a la altura de las tareas frente al plan de guerra? ¿Se justifica la “unidad” del centroizquierda con los gordos menemistas entregadores de los 90?

Nada nuevo bajo el sol. Sólo una burocracia que busca desesperadamente negociar la propia reforma laboral en sus términos, negociar las propias paritarias a la baja en el altar del “combate a la inflación”, aunque no ha tenido concesión alguna de parte del régimen antiobrero de Milei dispuesto en su versión original a ir hasta la médula en el ataque a los convenios, al derecho laboral, al derecho de huelga y a los propios sindicatos. Veremos qué pasa con la nueva versión Milei y su ministro Cordero de Techint saludado por algunos gordos, aunque ni siquiera homologa la paritaria a la baja que Camioneros firmó sin lucha alguna, con salarios que flotan en la línea de pobreza, apenas arriba del desastre salarial de la UOM.

Habrá nuevas luchas, una posible devaluación puede empujar un salto en ellas, lo mismo que el crecimiento exponencial de los despidos ante la pavorosa recesión mediante la cual se pretende frenar los precios y ordenar las cuentas del Estado para pagar el negociado de los intereses de la deuda y los subsidios al capital privilegiado. En tanto otros serán enviados a la quiebra aunque profesen toda la fe facholibertaria.

Hay que hacer crecer cada lucha y romper el aislamiento. Y eso requiere organizar cada gremio desde abajo, algo que no están haciendo ni la Uocra ante sus 80 mil despidos directos, ni UPCN en el Estado, como tampoco ATE que se repite en “jornadas” inocuas, cuando hay que preparar huelgas y tomas de los lugares con despidos masivos. Lo mismo Ctera que debería estar en plan de lucha contra la quita del Fonid y ante los ajustes alevosos de los gobernadores. Otro ejemplo es el de la “unidad docente universitaria”, que llamó a un paro y ahora siguen unidos para frenar, en la parálisis. Como lo planteamos desde el piquetazo, nuestro planteo es el paro activo nacional y el plan de lucha hasta la huelga general. Colocamos el 24 de marzo en esta perspectiva.

Vamos más que nunca con Memoria, Verdad y Justicia

Tras una dura batalla política contra el adaptacionismo al peronismo en las filas de la propia izquierda, marchamos con Memoria, Verdad y Justicia que tendrá columna propia y documento propio que será leído en un acto posterior al de los organismos kirchneristas. No marchamos con los responsables del crimen de Mariano, ni con los Berni o Aníbal Fernández; no marchamos con los defensores de Milani, ni con un Kicillof que castiga a tarifazo limpio mientras envía policías para reforzar el narcoestado de Pullaro en Santa Fe.

Marchamos marcando que fueron 30.000, contra el plan Milei y la motosierra de los gobernadores. No marchamos con la burocracia sindical, ni con las organizaciones que hundieron a los trabajadores en el ajuste fondomonetarista del gobierno de Alberto, Cristina y Massa, integradas al Frente de Todos; no marchamos con los que entregaron el país al FMI una y otra vez. Seremos parte de la misma jornada contra Milei, llegaremos a la misma plaza, pero marcaremos una perspectiva de independencia política de quienes prolongaron durante 40 años los aparatos represivos del gatillo fácil y la represión a los trabajadores. Marcharemos con el sindicalismo combativo, con el Frente de Lucha Piquetero, con las asambleas populares, con la cultura en rebelión en su defensa, marcharemos con la izquierda y sus banderas.

No faltes el 24. Te convocamos a nuestras columnas.

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