Políticas

13/2/2020|1581

¿Hay plan económico?

O sucesivas improvisaciones al servicio del FMI y los banqueros…

El paquete de medidas, lejos de un plan económico integral, es en realidad un descomunal ajuste.

En estos días ha sido motivo de debate si hay o no hay plan económico en la Argentina. Algunos opinan que sólo hubo un “paquete de medidas” que no constituye un verdadero plan económico. En la gira por Europa, Alberto Fernández fue preguntado sistemáticamente por el tema.


La cuestión sigue en primera plana. De hecho, el ministro Martín Guzmán fue a Diputados en una sesión inédita, ante el pleno de la Cámara por iniciativa propia, en lo que sería una autointerpelación. La movida coincide con la presencia de la misión del FMI. Que los representantes del FMI no son ajenos al tema del “plan económico” lo demuestra la definición del Presidente en un reportaje publicado por Infobae que brindó en Europa: “Kristalina Georgieva, la presidenta del FMI, tiene todos los detalles de nuestras medidas, Martín (Guzmán, el ministro) estuvo reunido con ella”. La reunión duró tres horas, algo absolutamente inusual. Conclusión: el FMI tiene los detalles que no tiene el pueblo argentino. Y el ministro en Diputados no dio detalles ni números precisos.


Pero, lo que ocultan ¿es un plan económico?


La primera cuestión es que está ocurriendo lo contrario de lo que Fernández y compañía prometieron: el rescate de la deuda usuraria es el eje de las medidas, pero empieza por el FMI, y no al revés. Mientras la expresidenta parlotea en Cuba contra el FMI, se fue al tacho el relato oficial de “no pedirle plata al Fondo, negociar una quita con los bonistas primero y después hablar con el FMI, corresponsable con Macri de la quiebra del país”. A pesar de que los vencimientos del FMI son a partir de 2021, una vez más, como en el default de 2001, como en Grecia, como en Portugal, como recientemente en Ecuador, el FMI es el consultor y garante del capital financiero internacional y, por esa vía, todos los caminos condujeron a un alineamiento político con Estados Unidos y con el mismísimo Donald Trump por parte de los “nacionales y populares”.


Por eso desembarca la misión del FMI (que extiende su estadía a una semana entera) a la que se le ofrecerán tres platos principales. El “sendero” del superávit fiscal, el superávit comercial y Vaca Muerta para reforzar en el mediano plazo la entrada de dólares que permitan afrontar la deuda. Como se aprecia, todo el llamado “plan económico” consiste en garantizar el rescate de una deuda que hoy cotiza a precios de default.


Ya han trascendido los detalles del sendero. En el centro está el robo de la movilidad jubilatoria que tiene que proveer entre 100.000 y 200.000 millones de pesos en el transcurso del año para lograr un superávit fiscal que arrancaría en el 1% del PBI hasta el fin del período de gracia que se negocia. A la cuestión fiscal la acompañan los impuestazos y la eliminación de las cláusulas gatillo en los salarios, especialmente estatales. Otra medida clave es parte del menú: el lunes 10 se conoció el decreto 132/2020 que congela la planta estatal nacional, por lo tanto, no habrá reemplazo de jubilaciones, renuncias o fallecimientos, lo cual es un severo ajuste de la planta del Estado. No obstante, tras los sapos a repetición de Kicillof y Guzmán para canjear deuda, el Fondo difícilmente acepte un “sendero de superávit fiscal” que no trepe al 2 y 3% del PBI, como garantía de repago de los vencimientos que se propone reestructurar. Esto, en criollo, supone un plan de guerra económico contra el pueblo trabajador.


Al superávit comercial lo garantizaría la recesión económica que la consultora Analytica estima en más del 2% de caída del PBI (El Cronista Comercial, 5/2). Como aun así, es vidrioso que Argentina tenga los dólares para hacer “sustentable” el nuevo plan de pagos, en los punteos con Georgieva, ha ocupado todo un lugar Vaca Muerta, para ello, Fernández se reunió en Berlín con los directivos de la francesa Total y de Wintershall, dos de los pulpos que operan en Vaca Muerta. Ahí empezará a jugar un papel relevante la ley que ha preparado Guillermo Nielsen, a cargo de YPF y lobbista de los fondos de inversión que operan en el 49% del paquete de la petrolera semiestatal. Claro que la contradicción es que las petroleras le hicieron saber una vez más al presidente “europeísta” en la bella Berlín, que para poner un dólar más exigen ser exceptuados del cepo para girar dividendos a sus casas matrices, con lo cual lo que entra por la ventanilla de las inversiones se va por la de la fuga de capitales que constituye el giro de utilidades.


Un paquete ajustador


Como se aprecia, el paquete de medidas, lejos de un plan económico integral, es en realidad un descomunal ajuste, con un período de gracia para evitar un estallido social y económico inmediato. Pero este camino de espinas recién empieza. Tras el sapo de Kicillof, el camino elegido del canje compulsivo es un default encubierto que ha derrumbado todo el precio de la deuda argentina dejándola a tiro de los buitres más buitres. La medida trató de evitar una emisión en el primer trimestre del año de un tercio de la base monetaria, que haría volar la brecha cambiaria y nos pondría en la ruta de la hiperinflación. Esta tensión devaluacionista no está conjurada, como se aprecia en que los dólares “alternativos” empezaron a aumentar. Es que la “fuga del peso” que ya no tiene mercado de deuda local, inevitablemente plantea esta deriva.


Esas contradicciones operan en un terreno donde la inflación de enero se mantendría importante a pesar del congelamiento de tarifas, de combustibles y el dólar planchado. De ahí que la cuestión de empezar a desindexar por los salarios y jubilaciones ha colocado una crisis en la propia burocracia oficialista que empezó a dividirse en torno de la entrega de las cláusulas gatillo, única protección ante una inflación que no bajaría en el año del 42%, si nada se desmadra. Por otro lado, las recaudaciones tanto de Nación como de provincia de Buenos Aires, contando enero, han caído un 10% respecto de la inflación a un año vista, lo que hace inconsistente los planes de ajuste, porque la suba de impuestos no alcanza a compensar la caída de la actividad económica.


La cuestión de la deuda de las provincias es otro tema en el aire. Salieron del paso con la comisión votada en la sesión en la que suspendieron el pacto fiscal, pero será motivo de negociación y de las preguntas de los diputados de los gobernadores, apretados como Kicillof, para discutir sus propios rescates.


El panorama real se completa con el default de Vicentín, que arrastra a varias firmas acopiadoras y a un quebranto formidable al Banco Nación y otros bancos estatales. Pero Vicentín no está sola, en la misma situación están Garbarino, Molinos Cañuelas, Molinos Minetti y Celulosa todas convocatorias multimillonarias que arrastran a otras empresas. Esta cuestión que debería ser tomada de inmediato por los sindicatos involucrados y el conjunto del movimiento obrero demuestra que la deuda bien medida es la nacional, la de las provincias y la de las corporaciones capitalistas, porque toda la deuda hace a la situación del capitalismo nacional. La apertura de libros, la estatización y el control obrero de la continuidad productiva están al rojo vivo.


La crisis de deuda es una crisis capitalista de conjunto


Como se aprecia, la cuestión de la deuda no es una cuestión aislada de la crisis capitalista de conjunto, de carácter nacional y a escala mundial. Por otra parte, la intransigencia de fondos como Templeton, Fidelity o BlackRock expresa que la exposición en sus balances es muy grande y la repercusión en el sistema financiero internacional de la reestructuración no es menor, a lo que se suma la exposición récord del FMI. A la intransigencia de los fondos no cabe esperar “indulgencia” del FMI. Difícilmente acepte una simple cuotificación de vencimientos sin un plan de “sustentabilidad”.


Desde luego, la oposición macrista no existe, puesto que su “plan económico del mejor equipo de los 50 años” estalló por los aires. No es un hecho menor que su proyecto económico se trató de toda una tentativa del conjunto de la clase capitalista basada en la libertad de capitales, el endeudamiento, la devaluación, los tarifazos, la rebaja de impuestos al capital, el ataque a los costos laborales y jubilatorios, la recontra privatización energética, el negociado de los UVA y el sueño roto de la propiedad público privada. Ese sigue siendo el ideario de los capitalistas y Alberto Fernández, que promete salir cuando pueda del cepo y las retenciones, acaba de mandar a joderse a los deudores UVA, no tiene un plan alternativo. Sólo emergencias y control social para afrontar la crisis.


En resumen, no hay ni habrá tal plan económico. Hay una postergación de las contradicciones explosivas del proceso del default argentino por los 180 días que duran las múltiples emergencias y suspensiones de tarifazos. La llegada del FMI tiene que ser motivo de una movilización de masas, que tiene sentido con las consignas del Frente de Izquierda: no al pago de la deuda, no al pacto del gobierno y la oposición para pagarla, fuera el FMI, paritarias libres, defensa de la movilidad jubilatoria. Por ello fuimos a la Plaza de Mayo con el FIT Unidad y el movimiento obrero combativo por estos objetivos.