Políticas

24/6/2005|905

“Hay que pasar el invierno”

Definitivamente, los capitalistas tienen desde hace casi medio siglo un programa invariable. El que acuñó, en 1960, el papá de la polifuncionaria de los sobresueldos.


Pero esta vez no se refiere solamente a los salarios que, en promedio, no pasan de los 600-700 pesos.


Ni a las jubilaciones, que ni siquiera serán de 350 pesos, porque se irán desvalorizando, día tras día, después del próximo cobro.


Tampoco se refiere al inminente aumento, al 11%, de las contribuciones de los trabajadores a las AFJP, para que siga rodando la calesita financiera.


Esta vez es literal, porque bastó que la temperatura mínima bajara a 5 (al menos en Buenos Aires), para que comenzara a faltar el gas.


Después de más de dos años, el gobierno de las capacidades de realización ilimitadas no es capaz de garantizar el suministro de gas.


Sí canceló deudas por siete mil millones de dólares con el FMI.


También ofreció más de veinte mil millones de pesos de exenciones impositivas y subsidios a los capitales que lo apoyan.


A los bancos internacionales y AFJP les canjeó una deuda sin valor por otra que está indexada por inflación.


Trajo fuel oil de Venezuela y gas de Bolivia, que pagó generosamente, pero fue incapaz de obligar a los pulpos internacionales a bombear gas.


Los Kirchner, Macri y Carrió se alteran porque los desocupados cobran 150 pesos, pero los tiene sin cuidado que se cagarán de frío en los meses de invierno, porque no tendrán gas ni modo de pagarlo, y tendrán que calentarse a leña a costa de numerosas tragedias.


No se les ocurrió que hay que nacionalizar el petróleo y el gas, porque son más respetuosos de los derechos capitalistas que de la vida de las masas.


Kirchner se prepara para firmar de nuevo los planes del FMI, aunque implora que lo aguanten hasta después de las elecciones.


El Presidente es un puntero político disminuido: ya no pretende el plebiscito sino un modesto “aval a la gestión”.


El pueblo comienza a darse cuenta de que está soportando a un gobierno capitalista, que es además una perfecta mediocridad.