Heroica huelga en Corea del Sur

Desde hace 80 días, los trabajadores de la automotriz coreana Ssangyong libran una batalla tan heroica como necesaria.

El 22 de mayo ocuparon la planta, ubicada en Pyeongtaek (a 70 kilómetros de Seúl), para rechazar el plan patronal de “salvataje”, consistente en el despido de 2.700 trabajadores (el 36% del personal). Unos 1.700 trabajadores aceptaron el retiro voluntario, los restantes ocuparon la planta con la consigna “ningún despido, ninguna sanción”.

Rápidamente, las puertas de la planta se llenaron de carpas de organizaciones, partidos y sindicatos que respaldaban a los ocupantes. Desde el 16 de julio, la patronal cortó la provisión de agua de la planta ocupada y la policía impide el ingreso de alimentos. Desde el 19 de julio, la policía impide también el ingreso de medicinas y médicos. Semejante ‘ablande’ no logró doblegarlos. Con bulones y otras piezas de metal, y la amenaza de hacer estallar tanques de materiales inflamables, lograron rechazar dos intentos policiales de recuperar la planta (20 y 31 de julio). En las refriegas fue asesinado un trabajdor; la esposa de otro ocupante se suicidó en los días posteriores en señal de protesta.

Amnistía Internacional denunció que, durante el ataque, la policía arrojó gas lacrimógeno líquido desde helicópteros y utilizó pistolas ‘Taser’, que descargan decenas de miles de voltios y, frecuentemente, resultan mortales. Amnistía también denunció la aplicación de métodos virtualmente sacados de los manuales de tortura de los servicios de inteligencia: cada día, durante 24 horas, decenas de helicópteros policiales sobrevuelan la planta con altoparlantes y música marcial a todo volumen para que los ocupantes no puedan dormir. Tampoco eso los doblegó.

Al día siguiente del fracaso de la incursión policial del 31 de julio, la patronal retomó las negociaciones con los representantes sindicales, que reiteraron su reclamo: “ningún despido, ninguna sanción”. La patronal lo rechazó de plano y amenaza con declararse en bancarrota, lo que dejaría en la calle a 11.000 trabajadores (de Ssangyong y de sus proveedores). Los trabajadores tampoco cedieron a este chantaje.

La crisis de la Ssangyong (el quinto mayor fabricante automotriz coreano) estalló en febrero, luego de que sus ventas registraran una caída vertical. Su accionista principal –la china Shanghai Automotive Industry Corporation– se negó a poner más capital para ‘salvar’ a una empresa insalvable, y entregó la administración de la Ssangyong a los accionistas menores… que tampoco pusieron un dólar y quieren ‘salvar’ a la empresa mediante el despido de miles de trabajadores.

“Luego del colapso de las últimas negociaciones, miles de policías antimotines comenzaron a cercar la planta y la patronal cortó la energía eléctrica, una movida dirigida a facilitar el copamiento policial de los edificios” (Korea Times, 3/8). En febrero pasado, durante el desalojo de una ocupación ‘ilegal’ de tierras en Seúl, la policía antimotines asesinó a cuatro ocupantes. Ahora, amenazan con “un baño de sangre” (ídem) para doblegar a los trabajadores de la Ssangyong. Si no logran la desocupación con las amenazas, pasarán a los hechos.

“…‘Lo más probable es que Ssangyong deba ser liquidada, incluso si los trabajadores aceptan la oferta final de la empresa y levantan la huelga’, advirtió Kim Pil-soo, un experto de la industria automotriz en el Daelim College, al sur de Seúl” (UPI, 2/8).

Luis Oviedo