Políticas

23/3/2017|1451

Huelga docente, la gran pulseada de los trabajadores


No caben dudas que la huelga docente se ha transformado en la gran pulseada que enfrenta a los trabajadores con el gobierno macrista y sus socios del ajuste. Cuando la lucha está a punto de entrar en su cuarta semana, el Presidente y los gobernadores se muestran implacables en su intento de imponer una paritaria ruinosa del 18 o el 19%, un número que desconoce el reclamo elemental de que la cifra recupere lo perdido durante 2016 y afronte una inflación que no será inferior al 25%. Para redoblar sus intentos de derrotar la huelga, el gobierno modificó su hoja de ruta original: postergó, por ejemplo, el tarifazo al transporte para después de las elecciones, ante la evidencia de que un aumento de los trenes, subtes y colectivos haría aún más difícil imponer la paritaria en los términos que pretende el oficialismo. Otro tanto hizo con los aumentos de la luz y el gas, que fueron ‘cuotificados’ hasta 2019. Una derrota de los docentes vale más que un punto de déficit fiscal. Se trata de una lección que deben tener en cuenta todos los trabajadores.


 


A lo Menem


 


Esta política del macrismo había sido anticipada en Prensa Obrera desde comienzos de febrero. Fue cuando señalamos que “el gobierno ha decidido tomar el rumbo de Menem, que ganó las primeras elecciones que enfrentó después de propinarle a los trabajadores una derrota de envergadura”. Y agregamos que por esa vía el gobierno se juega a ganar las elecciones, que “no son el reflejo de la libre opinión de la ciudadanía, sino de las relaciones de fuerza establecidas entre las clases sociales” (Prensa Obrera N° 1.446, “Lo que está en juego”). Desde que hicimos este señalamiento hasta la fecha mucha agua pasó bajo el río. El sentido de la corriente fue muy clara: el gobierno agravó su impasse, como resultado de las contradicciones insolubles que generan los intentos de salida a la bancarrota económica y, muy especialmente, por la irrupción de los trabajadores, que desde la ocupación de AGR-Clarín el 16 de enero ha adquirido un ritmo ascendente.


 


Lejos de aplacarla, el impasse del gobierno ha reforzado su política antiobrera. La lógica es la señalada más arriba. Si Carlos Menem buscó superar la crisis inicial de su gobierno derrotando las luchas contra las privatizaciones, ahora Mauricio Macri pretende imponer un principio de autoridad política enfrentando a los docentes. Claro que, a diferencia del ‘turco’, Macri no tiene un patrimonio estatal a privatizar ni una coyuntura internacional signada por lo que se dio en llamar la ‘ofensiva neoliberal’. La agudización de la crisis mundial, los cambios en la política internacional con el triunfo de Donald Trump y el Brexit y la bancarrota de Brasil le quitan margen de acción a Macri.


 


El gobierno sólo tiene para ofrecer un esquema de endeudamiento que ya está llegando a sus límites y, sobre todo, una política de ataque a fondo a las conquistas de los trabajadores. En su agenda están la eliminación de los convenios colectivos, los tarifazos y la reforma previsional privatizadora. Un horizonte de ajuste recargado, que hará aún más insoportable la situación de las masas.


 


Coalición del ajuste


 


Si Macri puede intentar esta ofensiva en un cuadro de impasse se debe, únicamente, a que cuenta con el aval activo de la llamada oposición. Los gobernadores del FpV-PJ empezaron el año en una reunión convocada por María Eugenia Vidal, en el Hotel Savoy, donde se comprometieron a defender en bloque la paritaria del 18%. Cuando el PO habla de la ‘coalición del ajuste’ se refiere exactamente a esto. Esa coalición incluye a Alicia Kirchner, aunque es necesario reconocer que el gobierno de Santa Cruz se distingue del resto en ‘ofrecer’ una paritaria del 0%. La cuñada de “ella” y la hermana de “él” es la vanguardia de la coalición ajustadora. El siempre locuaz Sergio Massa tampoco creyó necesario abrir la boca para defender a los docentes, para no contrariar a sus financistas de la Unión Industrial. Que los progresistas de Margarita Stolbizer hayan decidido presentarse como aliados menores de Massa en las elecciones, muestra hasta dónde avanzó la descomposición del centroizquierdismo local y su carácter irreductiblemente patronal.


 


Para el macrismo, el ataque a los trabajadores es una forma de mantener el apoyo de la clase capitalista, cuando las contradicciones de la política oficial suscitan divisiones en las patronales sobre el tipo de cambio, la tasa de interés del BCRA, los tarifazos que encarecen los costos industriales y las importaciones. Pero esas divergencias son de segundo orden en relación con el objetivo superior de recomponer la tasa de beneficio mediante una reducción efectiva de los salarios y la imposición de una flexibilidad laboral generalizada.


 


Esta coalición del ajuste tiene a la CGT como su pilar fundamental. El paro dominguero convocado para el 6 de abril debe ser entendido como una confirmación de su política de arreglo con el Presidente. Cuando es más necesario que nunca un paro inmediato para contrarrestar la ofensiva contra la huelga docente, la CGT lo posterga para abril, en la expectativa de una derrota previa de la lucha. El reclamo realizado por la Coordinadora Sindical Clasista de que el paro se realice de inmediato, y el llamado a Ctera y los gremios docentes de que realicen esta exigencia, no sólo apunta a poner todos los cañones en el triunfo de la huelga sino a denunciar la verdadera política de la burocracia sindical.


 


Vamos por el triunfo


 


La orientación derrotista de la burocracia se levanta como un obstáculo para el triunfo de la lucha docente, pero contradictoriamente aporta al desprestigio de una casta cada vez más desacreditada a los ojos de los trabajadores. La huelga docente es un acicate a la lucha desde abajo, que se expresa en distintas fábricas y gremios. Es ahí donde están los recursos para ganar la lucha, ante un gobierno que también está sufriendo un importante desgaste.


 


La dirección kirchnerista de Ctera-Suteba se muestra inconsistente para llevar la lucha a la victoria. Numerosos gremios de base de Ctera ya han cerrado acuerdos salariales con los gobernadores, dando cuenta de una integración profunda a los Estados y gobiernos. En el caso de la provincia de Buenos Aires, Roberto Baradel ya ha salido a declarar que buscarán ‘otros métodos de lucha’, anticipando lo que puede ser un desmonte de la huelga. Existe la ilusión de que Vidal se conforme con un ‘empate’, ofreciendo un aumento de algunos puntos sobre el nefasto 18%, pero muy lejos de las necesidades reales. Pero esa ilusión es el camino más seguro a la derrota.


 


La huelga docente vuelve a plantear el vínculo indisoluble entre las luchas reivindicativas y la acción política. Sólo una orientación independiente de todos los partidos patronales puede permitir desarrollar la lucha sin ningún tipo de condicionamiento, ya sea de los gobiernos provinciales o de la burocracia sindical de la CGT. La campaña en defensa de la huelga docente y la exigencia del adelantamiento del paro, así como el carácter activo que el activismo le dará al 6 de abril, deben servir para impulsar por abajo la organización de la clase obrera, recuperando cuerpos de delegados, comisiones internas y sindicatos.


 


Para la izquierda, la conclusión necesaria debe ser reforzar la unidad entre la acción política y la lucha por las reivindicaciones inmediatas, incluyendo la política electoral. El lanzamiento unilateral de candidatos en vistas a unas Paso de agosto es sencillamente criminal, pues declara de antemano un propósito faccional y divisionista en oposición a la lucha contra la coalición del ajuste de los Macri, Massa y CFK. Nuestra propuesta de realizar un congreso del movimiento obrero y la izquierda, para actuar como frente único en la lucha y en las elecciones, adquiere ahora más vigencia que nunca. Desarrollemos esta perspectiva con una gran movilización política.


 


 


Foto: Federico Imas