Huelga general hasta el retiro del proyecto de esclavitud laboral
Y del decreto de privatización de la salud
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El gobierno mandó al Congreso un proyecto de ley que permite modificar los convenios colectivos de trabajo “en cualquier sentido” (textual). Con este simple artículo desaparece por completo la legislación laboral que, precisamente, pretende establecer una suerte de protección de los trabajadores frente a la exploración fabril y le da a las normas laborales el carácter de un “derecho adquirido”.
Pero el proyecto menemista no solamente subordina el derecho laboral a lo que pueda establecer en el futuro cualquier convenio entre la parte obrera y la patronal, sino que también destruye los convenios colectivos porque permite que las patronales firmen acuerdos individuales con los trabajadores al margen de esos convenios, con cláusulas que pueden ir en sentido contrario a las de los convenios y las leyes.
Está claro que el único sentido que tiene que los convenios puedan ser modificados en ‘cualquier sentido’, es que se lo haga, en perjuicio del trabajador, y nunca hacia arriba, en su beneficio. Porque para dar un beneficio o una mejora no se necesita de ninguna ley. Toda la legislación laboral vigente establece, precisamente, que un convenio no puede pactar cláusulas inferiores a las vigentes, y que los acuerdos individuales no pueden ser inferiores, ni a las leyes ni convenios.
Este proyecto caníbal de la protección laboral, va a ser ‘complementado’, la semana que viene, con otros dos proyectos: uno eliminará la indemnización por despido y el otro modificará la ley de contrato de trabajo. De este modo quedará anulada incluso la poca legislación laboral que aún subsiste, lo que explica la inmensa alegría y algarabía que ha despertado en la gran patronal.
Convenios
El proyecto no deja piedra en el camino. Ya en los considerandos dice que los futuros convenios podrán “producir efectos derogatorios respecto de ciertas leyes o decretos, pero también respecto de normas convencionales anteriores, de acuerdos individuales, e incluso de derechos adquiridos”.
Acuciado por la voracidad capitalista y cegado por la desesperación política, Menem no repara siquiera que los derechos ‘adquiridos’ son jurídicamente inderogables por definición. Pero para el riojano y para Caro Figueroa, los derechos de un obrero equivalen a un ‘privilegio' por lo que su derogación es, dice el proyecto, “una alternativa consistente con los valores democráticos”. El paso que dan con esta medida es grave en sus consecuencias históricas, porque hasta ahora las clases explotadoras se defendían contra las explotadas, invocando ‘sus’ derechos contra cualquier aspiración mayoritaria del pueblo.
Los derechos obreros, que según el proyecto, se podrán derogar, son “las normas legales referidas a las categorías y funciones, tiempo de trabajo, estructura de las remuneraciones, sueldo anual complementario, y suspensión y extinción del contrato de trabajo”. Es decir, que se podrá derogar TODO.
La patronal, en consecuencia, podrá fijar el tiempo de la jornada de trabajo, con lo que desaparecen las 8 horas diarias. En su lugar podrá establecer jornadas variables de acuerdo a lo que convenga a su beneficio privado. Por ejemplo, 12 horas o más en verano y 6 horas en invierno. Jornadas por la mañana y otras por la tarde en la misma semana o trabajar seis u ocho meses a razón de 12 horas diarias y luego declararse en quiebra. Automáticamente desaparecerá el pago extra de las horas suplementarias por encima de las 8 horas.
También desaparecen las categorías, porque la patronal podrá fijar las tareas sobre la base del criterio de la ‘polifuncionalidad’, ignorando la calificación laboral, sin obligarse a ninguna compensación salarial.
También el salario podrá ser modificado. La estructura de las remuneraciones podrá contar con una parte fija y otra variable que la patronal podrá quitar en cualquier momento, según como marchen sus ventas o su margen de beneficio.
La patronal podrá alterar, también, los requisitos para suspender y despedir a los trabajadores. Esto mismo lo volverá a establecer el proyecto que eliminará la indemnización.
Las 'limitaciones’ que establece el proyecto desnudan las ilimitadas atribuciones que otorga a la patronal, porque aclara que “el descanso semanal no podrá ser postergado por un plazo mayor de 30 días”. Es decir, que permite que el trabajador trabaje 30 días corridos sin francos y sin los descansos dominicales. Otra ‘limitación’ es el pago del aguinaldo, que no podrá ser efectivizado en más de tres cuotas.
Todos estos abusos son admitidos por el proyecto de Menem para los tiempos llamados normales, porque si la patronal dice estar en crisis puede anular el convenio que ella misma impuso a cada trabajador o cada grupo de trabajadores y establecer uno nuevo con “nuevas cláusulas” las cuales “prevalecerán sobre las de la respectiva convención colectiva que, en tal caso, se entenderá caducada para tal ámbito”.
El convenio también caducará automáticamente si a su vencimiento no hay acuerdo entre las partes. En ese caso, los trabajadores se regirán por la nueva ley de contrato de trabajo, que también será modificada con nuevas cláusulas antiobreras.
En consecuencia, bastará que la patronal patee un convenio para que todas sus normas caduquen. Si una patronal quiere derogar los descansos dentro de la jornada de trabajo o el tiempo de refrigerio que se hayan estipulado en los convenios, le basta esperar que venza ese convenio, obstaculizar un acuerdo con el sindicato para lograr que caduquen todas sus cláusulas.
El proyecto dice que favorece el acuerdo por empresa y hasta el acuerdo individual con el trabajador, por sobre el convenio por industria. Es decir que quiere la atomización del movimiento obrero, un ‘remedio universal’ para hacer caer los salarios y aumentar la explotación. Por eso, el proyecto aclara que “las convenciones de ámbito menor prevalecen sobre las de ámbito mayor”. Es decir, el convenio de fábrica prevalece sobre el de la actividad.
Banco Mundial
Todo esto fue recomendado por el Banco Mundial, que dice expresamente que el debilitamiento del poder de negociación de los convenios es clave para la flexibilidad hacia abajo del ‘mercado laboral'.
El proyecto autoriza a los delegados de empresas a firmar convenios, al margen del sindicato. Es una invitación general a las patronales a que sigan con la corrupción de la burocracia sindical y de los delegados de fábrica en mayor medida de la que conocemos hasta ahora. El proyecto apunta a la creación de sindicatos amarillos, a la desaparición de la CGT y a la liquidación de la posibilidad de la huelga general.
El proyecto de oro es la derogación de doce estatutos especiales que se aprobaron en su momento por las características específicas de ciertas actividades, como periodistas o porteros de edificios.
Votación
Duhalde dijo que sus legisladores no votarán una ley que establezca las 12 horas de trabajo diarias, no objeta las demás cláusulas, ni el principio de derogación del derecho laboral. Esto significa que dará la orden para que se la vote.
Pero el proyecto de Menem y Caro Figueroa no dice que se deberá trabajar obligatoriamente 12 horas diarias, sino que le da a las patronales todos los medios para fijar el tiempo de trabajo. O sea que entre Duhalde y Menem no hay diferencias. Menem y Duhalde coinciden en que la jornada de trabajo debe ser fijada por la patronal de acuerdo a sus necesidades de explotación, y que no debe ser necesariamente de ocho horas para proteger la salud y la vida del trabajador!
La burocracia sindical casi no ha protestado contra este proyecto. Peor aún, dijo que dará la ‘batalla’ en el Parlamento, como si este Parlamento no estuviera dispuesto a votar en forma sumisa todas las leyes cuya autoría corresponde al Banco Mundial.
Paritarias
Cuando los menemistas, centroizquierdistas y burócratas dicen que se 'preparan’ para el debate en el Parlamento, quiere decir que darán quórum, que los votarán o que asegurarán que estos proyectos sean votados.
Lo tremendo de este ataque requiere de una acción vigorosa que no vendrá de la burocracia sindical que pactó ya en muchos convenios estas cláusulas anticonstitucionales e ilegales que Menem quiere convertir en ley.
Por eso el Partido Obrero plantea a los trabajadores, a los delegados y a los activistas encarar una campaña por un inmediato paro de 48 horas para que se retiren estos proyectos del Congreso y para que se convoque a las paritarias para discutir el aumento salarial, las categorías, la derogación de los ritmos infernales de producción, el cumplimiento de la jornada de 8 horas y todas las reivindicaciones del movimiento obrero.
Esta lucha hace necesaria la convocatoria a un Congreso de Bases.
Fuera Menem y todas las políticas capitalistas.