Ibarra contra los sin techo
Seguir
Aníbal Ibarra acaba de vetar el artículo de la “Ley de Emergencia Habitacional” que suspendía los desalojos en los inmuebles pertenecientes a la Ciudad, que no fueran los “pertenecientes a entes autárquicos o descentralizados”… como la Corporación del Sur.
¿“Reubicaciones” o desalojos?
En su veto, Ibarra hace gala de su infinita hipocresía. Dice que si se suspenden los desalojos en predios del Estado porteño, éste no podría llevar adelante “planes para relocalizar a las familias en otros sitios adecuados, evitando el hacinamiento en el que hoy conviven”. Los únicos “traslados” que conoce Ibarra son a los hoteles infectos y la calle. Eliminado este artículo, la ley se transforma en una autorización para usar el dinero público para los desalojos violentos.
El resto, un fraude
La Ley de Emergencia Habitacional, promovida y sancionada en un acuerdo de los diputados de Autodeterminación y Libertad, Macri y la izquierda, pretendía destinar una parte del superávit fiscal de este año para las “operatorias existentes”, como la autogestión habitacional -ley 341-, el programa de “reurbanización” (léase erradicación) de la traza de la ex AU3, y los planes de “urbanización” de villas. Pero para qué emplear estos recursos si los ya presupuestados se encuentran manifiestamente subejecutados… En 2003, sólo se usó el 36% de lo presupuestado, el resto fue usado para otros fines. Sin ningún control.
Ni Ibarra ni Macri quieren destinar un metro cuadrado de la ciudad al techo de sus trabajadores. Los “autores de la emergencia” proponen que los fondos (que de todos modos no se van a usar para la crisis habitacional) sean monitoreados por una “Comisión de Seguimiento y Control” macri- ibarrista. Pero no prevé la formación de un fondo de tierras para poder aplicar esos fondos a la construcción. No establece medida alguna respecto de la Corporación del Sur, que retiene más de dos mil propiedades. La ley no dice una palabra de impulsar la inversión pública en viviendas. Para los autores de la “emergencia”, el Banco Ciudad no tiene otro rol que el de tasador.
El proyecto prevé, en cambio, “subsidiar la demanda” de viviendas con el “superávit corriente”, es decir, con el dinero que se ha sustraído a docentes, enfermeros y municipales en los últimos dos años, que tienen congelados los salarios. Convierte a esos fondos “extraordinarios” en operatorias “de mercado” que elevan el valor inmobiliario. Al fin y al cabo, la patria contratista también anda en “emergencia”… Como lo demuestra la sanción del Código Contra- vencional, Ibarra y Macri están en “tiempo de consenso”.
Por una salida obrera y socialista
La bancarrota habitacional sigue como a una sombra a la bancarrota capitalista. El gobierno pretende reconstruir un “mercado de viviendas”, o sea un alto beneficio inmobiliario. Los planes de “créditos subsidiados” naufragan cuando sus beneficiarios cobran un plan de empleo y el capital inmobiliario ha “redolarizado” los precios. Esta especulación ha acelerado exponencialmente los remates y desalojos en los últimos meses.
La catástrofe habitacional exige la disolución de la Corporación del Sur y el pase de sus tierras a un fondo bajo control de las organizaciones de los sin techo; destinar a vivienda social el 40% de los fondos prestables del Banco Ciudad, bajo control de estas mismas organizaciones; la urbanización de las villas y asentamientos afincando a sus habitantes; impuestos progresivos y confiscatorios a la vivienda ociosa. Con este programa, tenemos que preparar una gran movilización común de todo el movimiento de lucha por el techo, para impedir que los Ibarra y los Macri lleven nuestra lucha a un callejón sin salida.