Ibarra, el mayor de los farsantes
Seguir
En la crisis de los diputruchos, Aníbal Ibarra quiso posar como el “paladín de la transparencia”, para lo cual se encargó de difundir los videos con las votaciones truchas del PRO y la Coalición Cívica. Ibarra siempre ha avanzado removiendo mierda. De todos modos, ya circulan otros videos mostrando a diputados ibarristas votando en nombre de sus compañeros, o sea que el “galardón” podría terminar en el mismo inodoro.
Siempre en función de estafador, Ibarra criticó a “los ‘call center’, que nada tienen de tecnológicos” durante la discusión de la ley que les otorga exenciones impositivas. Pero en la votación en particular de esa ley, apoyó una cláusula para que las firmas que “prestan servicios en el Polo” (tercerizadas) tengan bajo la “Ley de Contrato de Trabajo al menos a la mitad de su personal”, o sea, permitiendo que contraten “al menos” a la otra mitad en negro. Luego, se estableció que “todos los trabajadores estén registrados en sus distintas modalidades contractuales”, o sea, para que el trabajo en negro sea convenientemente disimulado bajo la forma de “contratos de locación”.
A esta cláusula, Ibarra no solamente “sumó” su voto: una diputada de su bloque, Gabriela Alegre, hizo la moción en el recinto sobre su redacción final.
Ibarra es fiel a su historia. Durante su gobierno, se produjo el boom de los talleres textiles de la zona Oeste, que emplean trabajadores bolivianos en condiciones de semiesclavitud. También fue el período de expansión de los ‘call center’, tercerizadas de los monopolios telefónicos. Mientras esto ocurría, Ibarra “controlaba” la condición laboral de tres millones de trabajadores en la Ciudad… con cuarenta inspectores.
Ibarra firmó el pacto con Kirchner que legalizó el Casino flotante en la Ciudad, violando la ley de juego que los prohíbe y cuyos alcances Macri pretende ampliar ahora. Finalmente, su gobierno amparó a las “industrias culturales” como Cromañón.
En la sesión donde se discutieron los votos truchos, Ibarra se despachó en favor de la “transparencia institucional”, sin que ningún otro diputado -y mucho menos los “progresistas”- le enrostrara sus fechorías.
En la Legislatura de los diputruchos, Aníbal Ibarra es el mayor de los farsantes.