Políticas

26/9/2001|723

Ibarra y Cliba andan cirujeando

100.000 desocupados vienen desde el conurbano a la ciudad de Buenos Aires a levantar el 5% de las 1.300.000 toneladas de basura que produce la gran capital anualmente. Más de la mitad de esos 100.000 desocupados son trabajadores recientemente despedidos. “Es lo único que nos queda”, dicen. Ellos se ganan unos 10 pesos diarios, y unos 50 pesos por semana, haciendo la recolección con su familia.


Pero la policía ha comenzado a secuestrar los carros llenos, les labran actas por “manipulación de basura”, o los llevan por averiguación de antecedentes en “prevención del delito”. Las cargas son vaciadas en el camión de Cliba. Algo totalmente ilegal, pues aunque existe una norma que impide juntar basura (el artículo 6 de la vieja Ley de Faltas), sólo puede ejecutarla un inspector general de la Policía Municipal.


En José León Suárez, en el andén del tren blanco, que sale especialmente para los cartoneros con cuatro vagones por un abono especial, una asamblea decidió marchar a la Comisaría 37, contra las detenciones y amenazas y el robo de su trabajo. Pero en la Comisaría los mandaron a Ibarra.


El total de residuos de la ciudad ha bajado a la cifra de una década atrás, ajustazos y ajustazos mediante. Unas 724.000 toneladas menos de basura son también un perjuicio para el negocio de las contratistas del Estado y la nueva licitación que se hará en febrero. La tonelada de papel vale 50 pesos, la de aluminio 700 pesos y la de vidrio, 55 pesos. El kilo de papel, en cambio, un promedio de 0,05 peso. Sin embargo, “es la concesión más grande de la Ciudad”, porque el servicio de limpieza demanda 200 millones de pesos por año.


En el camino de Duhalde y Ruckauf, Ibarra tiene previsto mandar a la Legislatura una “ley marco de la basura” para fijar las nuevas condiciones de los pliegos de la nueva licitación de febrero. En lugar de pagar por tonelada recogida de basura, Ibarra les va a asegurar a los cirujas capitalistas que el pago se hará por área limpia durante seis años, así se mantendrá el precio aunque siga bajando la cantidad.


Mientras tanto, Cliba ha instalado un servicio de “Recolección selectiva puerta a puerta”, en unas 30 manzanas de Once, con 10 camiones compactadores que, de a dos, uno para cartón y otro para vidrio, desde las tres de la tarde recorren cinco circuitos para no seguir perdiendo plata en medio de esta recesión que les baja las cuentas a cobrar por tonelada.


En julio empezó una prueba piloto del Programa Puerta a Puerta que desarrolla la Dirección General de Higiene Urbana, dependiente de la Secretaría de Medio Ambiente porteña, como parte del plan Buenos Aires Recicla, y le piden a la gente que recicle antes de tirar, todo ecológico. Los contenedores de Parque Avellaneda rescataron 754 toneladas de residuos reciclables en lo que va del año.


Mientras tanto, dos patrulleros de Ibarra custodian el nuevo servicio, y de noche les secuestran la basura a los cartoneros con operativos en serie.


Grupos cooperativos intentan convertir el cirujeo en un trabajo organizado, con uniformes y elementos de trabajo. ¿Serán exprimidos como cualquier tercerizada?


Empresa pública y trabajadores cartoneros con convenio y salario. Fuera Ibarra, fuera Cliba. Fuera las corporaciones cirujas.