Políticas

14/5/2024

Implicancias de la virtualidad en la educación

Clases virtuales.

Retomando lo explicado en un reciente artículo sobre el avance de la virtualidad en educación superior decíamos que la virtualidad forzosa por el escenario pandémico, sin condiciones materiales para sostenerla, había arrasado con los índices educativos. También señalábamos que “estas tendencias degradatorias (de la educación) preceden a la pandemia y la suceden, dejando en evidencia que no es un fenómeno exterior sino la propia organización capitalista de la sociedad la responsable de estas consecuencias”.

Siguiendo con una evaluación sobre la virtualización educativa en ese período, veremos que aquellos estudiantes que sí lograron tener condiciones materiales básicas, también se vieron seriamente afectados en su calidad educativa, rendimiento, etc. Frente a esta evidencia ampliamente registrada en los colegios privados, cierta visión intenta separar y dejar impoluta a la virtualidad en un proceso de abstracción que no regresa a la realidad concreta, para enfocar en otros elementos como la psicología bajo el aislamiento general, la “falta” de voluntad de adaptación y vocación de la docencia, etc.

Pedagogía y virtualidad

En realidad, tenemos que partir de un entendimiento básico acerca de cómo se construye el conocimiento para ver la función social que tiene la clase presencial, y por qué en la historia los individuos de la sociedad moderna aprendemos apelando al trabajo de personas especializadas en pedagogía y en contenidos específicos, como del apoyo de otros pares que aprenden en simultáneo.

La construcción de conocimiento es un proceso social. En él existe no solo una acción de enseñar sino una acción de aprender. Una intervención activa del sujeto que construye de una manera humana y al mismo tiempo particular frente a iguales estímulos. La realidad material se refleja en la conciencia siempre mediada por condiciones sociales e históricas determinadas que incluyen la propia trayectoria del individuo en su unidad con el ser social.

Las teorías del desarrollo psíquico humano como el constructivismo y el congnitivismo efectuaron aportes a la pedagogía, que conceptualiza el andamiaje como la técnica que permite la transición desde contenidos incorporados simples a otros más complejos, en el cual el rol del docente abarca cuestiones como la introducción de disparadores para despertar la motivación y el interés, junto al registro y seguimiento sistemático y pormenorizado de cada estudiante, para tender estrategias adecuadas en cada caso. Lejos de restar peso a la figura del docente –crítica del progresismo a los planteos pedagógicos más tradicionales- estos enfoques la complejizan.

De otro lado, la interacción con otros estudiantes en el aula y el establecimiento físicos resultan fundamentales para el aprendizaje de contenidos, reforzar la motivación y nosotros agregamos: para construir en esa interacción colectiva un pensamiento crítico, ese que tanto a Milei y Adorni detestan y apuntan como adoctrinamiento. En condiciones adecuadas -hoy excepcionales-, clases virtuales sincrónicas a distancia pueden aproximarse a estos resultados, no obstante no disponemos de estadísticas mientras la cosa avanza sin más.

La virtualidad asincrónica parcial (mero envío de material didáctico) limita esta posibilidad y la total la anula directamente. Avanza un proceso de estandarización en el cual el estudiante intentará adaptarse con mucho menos espacio para el intercambio, escrito y menos fluido, e intentando llegar por su cuenta con las pautas de entregas. Simultáneamente se relaja la calidad educativa, los criterios y métodos de evaluación, etc.

Se sostiene que con menos horas de clase hay más tiempo de lectura y trabajo “autónomo” en casa y que es posible tener clases presenciales formato “foro” más enriquecedoras. Esta percepción apenas disimula que en la realidad actual del estudiantado “carente de tiempo de estudio” es sumamente difícil cumplir con muchos de los escleróticos planes de estudio armados por el funcionariado estatal y devaluados periódicamente al comprobar que fracasan, dado el trasfondo del desmantelamiento educativo y el empobrecimiento de las condiciones materiales.

No obstante, el planteo de la clase foro hace una contraposición inadecuada entre el material didáctico y el rol docente, que debe ser complementario y no opuesto. El material didáctico inanimado no puede reemplazar el rol del docente en vivo siempre que sigamos hablando de educación y no de un plan autónomo de estudio apoyado por un facilitador, plan que se va formando en el propio devenir y que adquieren científicos e investigadores. No parece ser un criterio de síntesis de la educación con la investigación el que está llevando a la virtualización en la actualidad.

El costo económico de la virtualidad

Finalmente, el aspecto que aparece en juego es que la virtualidad permitiría ahorrar costos. Aquí entramos en el gran tema. Se ha venido impulsando la idea de que la educación pública no representa una inversión para el desarrollo, sino un gasto social innecesario. Ayuda a este concepto que hoy en Argentina existe una sobrecalificación de la fuerza de trabajo que el capital termina incorporando a la producción, forzando a los estudiantes y graduados a realizar tareas inferiores en relación a sus capacidades. El capitalismo demuestra ser un ineficiente “asignador de recursos”, derrochando lo que los economistas llaman “capital humano”.

El avance de la virtualidad en la educación es parte de las reformas que el capital impulsa en esta etapa de decadencia, buscando reducir el costo de pagar tantos docentes que de manera presencial solo pueden atender un cupo limitado de estudiantes y ya en la actualidad se encuentran desbordados de aulas grandes y varios cargos para sobrevivir. Sucede que un solo “docente” virtual -en la nueva lógica apenas un facilitador que guía la interacción individual del estudiante con una plataforma digital- podría teóricamente abarcar una cantidad mucho mayor de estudiantes, permitiendo ahorrar fuerza de trabajo. Por supuesto que la rebaja de un docente a un facilitador vendría a su vez de la mano de un ataque en regla a los derechos laborales docentes y la devaluación de los propios títulos.

En la situación que se nos presenta, en tanto la clase virtual sigue siendo paga al igual que los costos de infraestructura y mantenimiento, la única forma de reducir estos costos es destruyendo la matrícula que no logra adaptarse o no tiene los recursos para ello y despidiendo trabajadores con el cierre de horas, cursos y carreras. Es por ello que en la educación obligatoria, como no pueden hacer esto y siendo conscientes de que garantizar la virtualidad demandaría más recursos que la presencialidad, salen con el cantito de los 180 días de clase para atacar a la docencia. No obstante, Milei había incluido en su antigua Ley Ómnibus la opción virtual a partir de los 9 años, quitando la obligatoriedad presencial. Para el diputado Benegas Lynch da igual que el chico esté en el taller o en la escuela.

Al degradar la calidad educativa y desfinanciar la educación se avanza indefectiblemente hacia un derrumbe histórico de la construcción social de conocimiento que representa un costo varias veces superior al que representa el ajuste fiscal inmediato para pagar la deuda.

En defensa de la educación pública

Repetimos que nuestra perspectiva es la “lucha para que sea garantizada la educación presencial -que el capitalismo va dejando de ser capaz de hacer-, defendiendo la centralidad que tiene el aula física en el proceso educativo y complementada por supuesto con todas las herramientas tecnológicas y digitales.” Defendemos al mismo tiempo que sean garantizadas todas las condiciones materiales a docentes y estudiantes para la virtualidad, cuando la necesidad de la comunidad educativa y social amerite la implementación de esta modalidad.

Luchemos por la apertura de cátedras alternativas presenciales donde se impone la virtualidad. Por la elaboración de estadísticas sistemáticas del fenómeno de la deserción y los resultados de la virtualidad. Por planes de estudio determinados por la comunidad educativa y que defiendan y amplíen la calidad educativa.

 

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