Políticas

5/4/1994|415

“Inflación cero”: qué hay para festejar

Por segundo mes consecutivo, Argentina tendría una inflación cero. Pero este dato esconde más de lo que revela, porque bien mirado es un factor adicional de confiscación de los trabajadores.


Ocurre que debido a la crisis internacional, es decir a la sobreproducción capitalista, hay una deflación de activos y precios. El precio del petróleo, por ejemplo, cayó de 22 dólares a menos de 14 dólares el barril, en el curso de sólo un año. Los precios del aluminio, el cobre y las materias primas en general están en su punto más bajo, con caídas del 50 al 60%. Lo mismo sucede con los precios de los productos manufacturados,  desde el acero hasta las máquinas. A su vez, aun antes de la caída generalizada actual de las Bolsas, hubo en varios países de Europa y en Japón, una desvalorización, y hasta de remate, de propiedades, bonos, acciones y títulos.


Ante este proceso de deflación de precios, la inflación cero oculta una brutal inflación, que tiene lugar en la fase comercial y en la acción impositiva del Estado. Si los precios que pagan los consumidores se mantienen constantes, mientras caen los precios de los bienes importados, o incluso vienen cayendo también los precios mayoristas agropecuarios (nada menos que un 11% en los últimos 12 meses), esto significa, en primer lugar, un gigantesco aumento de la rentabilidad de los grupos capitalistas, a costa del bolsillo de los consumidores.


Pero este aumento del beneficio capitalista tiene otra vertiente, porque una gran parte del precio al consumidor está formado por los impuestos, que de este modo evitan que la caída de los precios beneficie a los consumidores.  Esto se vio claramente con el precio de los combustibles, cuando al caer el valor del crudo, Cavallo aumentó el impuesto a las naftas en la misma proporción, con lo que el Tesoro y las petroleras se apropiaron de la diferencia.  Pero el dinero que recauda el Tesoro va de nuevo a los capitalistas en la forma de pagos de la deuda externa, pagos por el festival de bonos y pagos por subsidios.


Todo esto explica que, en términos internacionales, Argentina siga siendo un país carísimo porque toda la política oficial está enderezada a mantener artificialmente altos los precios.


Pero todo esto es sólo un aspecto de la cuestión.


El gobierno se “alegra” por la inflación cero como el agricultor que sufre inundaciones cuando se le anuncia un período de sequía. Ocurre que esta inflación cero se produce cuando comienza a verificarse en Argentina una deflación generalizada en la Bolsa y un comienzo de fuga de capitales. De mantenerse esta tendencia, deberá producirse igualmente una retracción del crédito y, consecuentemente, del consumo financiado. Quiere decir que se ha puesto en marcha el mecanismo de una recesión, la que deberá deprimir aun más los precios industriales y de mercado, con las consiguientes bancarrotas y quiebras industriales y comerciales, y caída en la recaudación de impuestos. Esto demuestra que la burguesía argentina sólo consiguió un periódo de “estabilidad” como consecuencia de la acción de otro de los flagelos capitalistas, la deflación. La deflación, al afectar los beneficios capitalistas, plantea la inminencia de importantes crisis bancarias e industriales.


Estos fenómenos económicos echan una luz sobre la “súbita” ola de rumores y anuncios, que pronostican la partida de Cavallo. Es que el “plan” Cavallo, es inadecuado para hacer frente a una fuga de capitales y a una retracción del crédito, porque no admite la emisión de moneda por causas ajenas al ingreso de dólares. A la burguesía se le plantea revisar la ley de convertibilidad para impulsar una política anti-deflacionaria, es decir, inflacionaria. Mientras tanto, los trabajadores que sufrieron una caída del salario, congelado por la “estabilidad”, y un aumento de la desocupación, debido a la superexplotación, están frente al peligro de un mayor aumento de la desocupación, provocada por la recesión, y de una nueva baja del salario, cuando el gobierno opte por abandonar la ley de convertibilidad.


En los períodos de aguda crisis económica capitalista, la quiebra financiera de los gobiernos (inflación) y las quiebras industriales (deflación) son inevitables, tanto la una como la otra, y se condicionan y motivan recíprocamente.