Políticas

13/7/2017|1466

Informe de la UCA: el 59% de los pibes son pobres

El fracaso de un régimen y de sus gobiernos


El informe dado a conocer por la UCA, en el que muestra que seis de cada diez pibes menores de 17 años están en situación de pobreza, es la manifestación más clara del fracaso de un régimen social orientado a beneficiar a una minoría capitalista. En total se trata de 7,6 millones de pibes, el 59% del total, que no cubre las necesidades básicas como alimentación adecuada, vivienda, educación y asistencia médica.


 


La magnitud del fenómeno social muestra a las claras que la pobreza no se reduce a un sector ‘excluido’ de la sociedad, sino que alcanza a una parte importante de los trabajadores, que perciben salarios promedio de 10.000 pesos y que al estar en negro se les niega el derecho a una obra social. Esta situación, que se arrastra desde el gobierno pasado y su llamada “década ganada”, se ha profundizado en el último período por la creciente carestía y por las paritarias que han quedado debajo de la inflación. A esto hay que sumarle la destrucción de empleo en la industria, que ha agravado la situación de desocupación y subocupación.


 


La reducción y eliminación de las retenciones a las exportaciones de productos primarios como la soja, trigo o maíz agravó la inflación en el rubro de alimentos, al fijarse los precios internos según la evolución de los precios internacionales y el tipo de cambio. La devaluación que hemos visto en estos días ya está produciendo un repunte de la llamada inflación núcleo, a lo que hay que agregarle los tarifazos en los precios regulados, como se vio con el último naftazo. 


 


No puede pasarse por alto que el crecimiento de la pobreza muestra el fracaso de la llamada política social seguida hasta el momento por el gobierno anterior y el actual, basada en la proliferación de planes sociales. Como lo prueban las estadísticas de la UCA, éstos sólo han servido para perpetuar e incluso incrementar la cantidad de pobres. No es casual que sea una política recomendada por el Banco Mundial, con el único propósito de servir como “ejército de reserva” y contención social frente al incremento de la explotación capitalista sobre la fuerza de trabajo.


 


La salida a esta situación reclama una verdadera transformación social, que empiece por establecer un salario igual a la canasta familiar y el reparto de las horas de trabajo para combatir la desocupación. Estas medidas deben ser parte de un plan político y económico de los trabajadores, que apunte a desarrollar las fuerzas productivas del país con un plan de inversión financiado con impuestos al gran capital, el repudio a la deuda usuraria y la nacionalización de la banca y el comercio exterior.