Políticas

27/10/2022

Intercambio de información tributaria con EE.UU., mucho ruido y pocas nueces

Todos los antecedentes en este tipo de acuerdo se mostraron infructuosos para combatir la evasión.

Massa, anoche, en la cena con parlamentarios estadounidenses, en un quincho en Tigre.

Sergio Massa aseguró que está próximo a firmar un acuerdo de intercambio automático de información entre la agencia tributaria de Argentina (Afip) y la de Estados Unidos (Internal Revenue Service, conocida como IRS), con el objetivo de combatir la evasión fiscal de aquellos argentinos que poseen cuentas sin declarar en el país norteamericano. Ahora bien, existen más dudas que certezas sobre la concreción del mismo y su posterior implementación.

La promesa oficial es que el acuerdo de cooperación entre ambos países ampliaría la base tributaria local en U$S 100 mil millones. Sin embargo, nada garantiza que Estados Unidos termine adhiriendo, puesto que la medida desalentaría a los ciudadanos argentinos a refugiar su dinero en territorio yanqui.

Por otra parte, en caso de acceder, la posibilidad que tiene la Afip de gravar efectivamente esos activos es bastante difusa. Recordemos que ya existe un acuerdo de intercambio de información tributaria entre la agencia criolla con la IRS, firmado en 2016, pero no de carácter automático sino bajo requerimiento; no obstante, al cabo de seis años apenas se conoce un solo pedido de información por parte del Estado argentino sobre algunos individuos puntuales, por lo que bancos y entidades financieras estadounidenses fueron notificados por el IRS. Esto sucedió hace algunos meses atrás y no se sabe en qué concluyó el asunto.

Sumado al hecho de que Argentina ya firmó en 2014 un acuerdo multilateral de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde) para intercambiar información automática con las administraciones tributarias de 107 países sobre las cuentas de argentinos en el exterior. Sin embargo, lo anterior no representó un cambio sustancioso en el ingreso fiscal: la única información disponible es que a través de dicho intercambio se lograron recaudar “más de $1.300 millones por datos omitidos por los contribuyentes entre 2016 y 2017” (La Nación, 29/08), chaucha y palitos.

Entre las causas del fracaso descripto podemos encontrar, por un lado, la indulgencia de la Afip hacia los evasores al no realizar un tratamiento exhaustivo de los datos, y, por otro, la negativa de los bancos extranjeros a revelar información de sus clientes. En ese sentido, el mentado acuerdo bilateral con Estados Unidos, en caso de cerrarse, tampoco moverá el amperímetro de la recaudación.

No obstante, cabe destacar que esta mayor preocupación del gobierno por incrementar el ingreso tributario está vinculada al cumplimiento de las metas fiscales del FMI, cuya consecuencia directa es el agravamiento de la presión impositiva sobre los trabajadores pero que también produce choques con sectores de la clase capitalista.

De todas formas, los empresarios continuarán estafando al fisco, bajo la anuencia gubernamental, ya que detentan el control de los resortes económicos del país, como son el comercio exterior y la banca; a tal punto que la formación de activos externos (coloquialmente conocido como “fuga de capitales”) alcanzó los U$S 359.259 millones al cierre del segundo trimestre de 2022.

Incluso, el oficialismo premia a los evasores concediéndoles distintos beneficios, como ocurrió con la minera Livent, que, a pesar de haber subfacturado sus exportaciones en Argentina por U$S 8 millones, Massa fue a “llorarle la carta” a Estados Unidos, y, paso seguido, sancionó un régimen cambiario especial para las mineras, a la medida de la empresa del litio.

Por otra parte, el oficialismo también fomenta la evasión “legal”, otorgando exenciones impositivas a distintas ramas, como la industria automotriz y las empresas tecnológicas. La mayoría están vinculadas a la exportación, teniendo en cuenta que la prioridad oficial es recabar divisas en función de cumplir con la meta de acumulación de reservas fijada por el FMI.

En definitiva, para poner fin al saqueo constante de los capitalistas es necesario una reorganización económica sobre nuevas bases, comandada por los trabajadores.

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