Intervención de Vilma Ripoll
(versión taquigráfica de la sesión del 14 de marzo de 2002 en la Legislatura de la Ciudad)
Seguir
“Señor presidente: en todos los ámbitos del país se habla de que hay crisis: el gobierno nacional, el gobierno de la ciudad, los que somos oposición. Hay un debate sobre cuál es la crisis, que se expresa a través de cómo se resuelven en legislación esos problemas.
La definición que hacen la nación y la ciudad habla de una crisis económica y una alteración del flujo normal de suministros, por distintas razones: porque los retienen, por lo que vale el dólar o porque no los pueden importar.
Entonces, ¿de qué estamos discutiendo? En realidad: ¿la nación o la ciudad necesitarían una legislación para avanzar sobre este problema, ya sea el proyecto de mayoría o el de minoría? Yo pienso que no, porque ambas tienen elementos suficientes como para haber tomado medidas inmediatas de fondo para resolver la crisis, por lo menos en forma urgente, que van mucho más allá de haber centralizado las compras o haber hecho un clearing de lo que necesita uno para que se lo entregue el otro.
Creo que el problema es que al no haberlo tomado así, y haberlo tomado a través de una legislación, como si fuera un proceso totalmente distinto, nos obligó a que todos nos sentemos a pensar con qué ley salíamos a responder.
A las dos razones que dicen tener la nación y la ciudad, habría que agregar el aumento de la demanda¿Por qué? Porque la pobreza va a hacer que la gente venga al hospital público; porque el PAMI va a venir al hospital público -ya está viniendo-; porque el conurbano está viniendo y va a venir mucho más; porque las prepagas, sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires debido a la profundización de la crisis, van a expulsar hacia el hospital público a una cantidad importante de población.
Hay un elemento más que señala la CICOP, en un documento que me enviaron, que dice que si el aumento de la demanda no es explosivo todavía es porque los pacientes no pueden llegar al hospital, porque se demora la atención, porque no se consigue resolver el problema y en el segundo viaje prefieren gastar el peso del transporte en la leche para los chicos. (..)
Entonces, aparecen los dos decretos: el de la nación y el 139 de la ciudad. Respecto del decreto de la Nación, que algunos diputados preopinantes reivindicaron, tengo muchas diferencias. Primero, cómo se financian. Porque aquí dijeron -y es cierto- que tiene una propuesta de financiación; pero tiene una propuesta de financiación que, para mi gusto, es terrible. Se pide un préstamo al BID que todavía no está otorgado, pero todos sabemos que va a venir con condicionamientos, como todos los préstamos que vienen del BID. En segundo lugar, le descuentan 3,50 pesos a cada uno de los Planes Trabajar de los jefes y jefas de familia; ¡3,50 pesos a un plan que no va a superar los 150 pesos! Y luego dice que van a dar 50 millones, y mientras le sacan 3,50 pesos a los Planes Trabajar, a las empresas le suben un punto en los aportes patronales, para pasar de cinco a seis, cuando antes pagaban más del doce.
Entonces, creo que esta financiación, que ellos denominan “genuina”, se llama: “vamos a tener que pagarla nosotros”.
Por otro lado, ¿qué hacen con los servicios? Lo que aquí se dice: se reduce el PMO. Por más que la quieran vestir de seda, la reducción es la reducción para las obras sociales y para el PAMI. Si es cierto lo que dijo el diputado preopinante (*), el PAMI niveló para abajo en cuanto a las prestaciones. Entonces, ¿dónde van a ir a cubrirse las prestaciones que le faltan porque le redujeron el PMO, o para blanquear que lo nivelaron para abajo? A la alta complejidad de los hospitales de la ciudad de Buenos Aires. Ahí va a ir.(…)
Por otro lado, dicen que van a reducir las prestaciones de los discapacitados. El decreto lo establecía con total claridad. Y los discapacitados ya están en la lona, y los que dependen del PAMI ni les cuento. Además, al resto le autorizan a reprogramar las prioridades.
Quiere decir, señor presidente, que reducen las prestaciones del programa mínimo de atención, que ya era mínimo antes, cuando se modificó; se niveló para abajo; se le recorta a los discapacitados y se reprograma con el resto.
Por último, está el tema de los medicamentos. Todos se llenan la boca diciendo que González García es el padre de los genéricos. La otra vez lo “voltearon” como ministro porque producía genéricos y competía con los laboratorios. Se ve que aprendió de eso. ¿Por qué? Porque la ley dice textualmente: “Facúltase al Ministerio de Salud para dictar normas complementarias tendientes a implementar…” ¿Para cuándo es eso? Tendría que haber sido para ayer, y debería haberse establecido: “se prescriben medicamentos con su nombre genérico”, y al que no lo prescribe lo sancionan: no porque la prescripción sea “la papa”, pero es un paso importantísimo. La disputa central que tenemos es la prescripción, porque los médicos de la salud privada se van a perder “el viaje y la birome”..
Entonces, los precios de referencia, las prescripciones, todo eso, no está fijado; todo se deja abierto para que el Ministerio de Salud dicte normas cuando le parezca. Y la urgencia es ahora.
En cambio, el decreto 139 que dictó la Ciudad, en primer lugar, ni siquiera dice que hay emergencia; pero, además, en la parte referida a los medicamentos, copió textual y declamativamente uno de los proyectos que estaba en la Legislatura, del cual tomó conocimiento. Digo “declamativamente” porque no tomó ninguna medida, salvo centralizar las compras. Pero en los programas esenciales le hizo una graduación a la crisis y en los dos lugares de más crisis las medidas que tomó fueron reducir los servicios, centralizándolos o concentrándolos, y ajustar al personal. Siempre la misma salida para los dos decretos, sólo que el de la Ciudad tampoco dice de dónde van a salir los fondos.
Entonces, creo que hay una misma respuesta y un mismo objetivo en los dos decretos: ni en el de la Ciudad ni en el de la Nación se avanza de verdad en el tema de los genéricos, lo dejan para no sé cuándo; reducen los servicios de la prestación mínima a la recontra mínima: total, alguien le va a dar la prestación; Y hacen que la crisis la vuelvan a pagar los mismos: el pueblo.
(…)
Creo que se necesitaba una medida urgente para salir al cruce al 139 y, de hecho, sin saberlo, dar respuestas más concretas que las que plantea Nación.
Por eso nació este proyecto de ley, que yo acompañé, sobre el que se hizo un debate en la Comisión de Salud entre todos los sectores. Allí se dice que, en vez de reducir la atención, hay que asegurarla; se dice que, en lugar de ajustar al personal, hay que empezar a nombrarlo. Donde se habla de genéricos, de que hay que tomar medidas concretas: dice que en los hospitales públicos los médicos tienen que prescribirlos; dice que vamos a producir; dice que se autoriza a importar de los países que tienen genéricos; dice que se hace un cruce de precios para ver de dónde se importa más barato.
¿Qué es esta ley? Como toda ley, es una letra muerta si no hay una movilización que exija que se aplique. Por lo tanto, creo que es una herramienta, y por eso participé y me preocupé para que en manos de la ciudad, en manos de la gente, en manos de las asambleas y en manos de los trabajadores de la salud de los hospitales públicos se pueda exigir que se aplique. Para mí, es una herramienta; no del Ejecutivo, tal como dijeron antes: para mí es una herramienta que, en mi concepto, ponemos a disposición de los trabajadores y del pueblo de la Ciudad de Buenos Aires para que vayan a exigir que se cumpla concretamente.
(…)
¿Por qué ahora sale la emergencia? Sale porque hay un proceso de crisis, pero también sale con estas características que yo reivindico: porque hay un proceso de movilización y de decisión del pueblo a través de su organización, que son las asambleas, de tomar el problema en sus manos.(…). Todos lo tomaron en sus manos; vinieron a la Legislatura y, mejor o peor, como es siempre la democracia y la participación, dejaron sentados cuáles eran sus objetivos y qué herramientas querían ahora para pelear hoy. Por eso salió esta ley.
No sólo vinieron las asambleas, sino también los profesionales y representantes de los hospitales. Por eso digo que fue en conjunto, porque entre todos han decidido tomar el tema en sus manos y dar la pelea.
Me voy a referir brevemente al despacho de minoría del compañero Altamira. La verdad es que apoyé esta ley, y la sigo reivindicando con el mismo criterio con el que muchas veces con el diputado Altamira salimos al cruce de otras emergencias, tales como desalojos, viviendas. Creo que esto tiene las mismas características. Se necesita buscar respuestas hoy.
En ese camino, el diputado presenta un proyecto que, esencialmente, tiene características testimoniales para este momento. Estoy de acuerdo con que el laboratorio de la ciudad debe hacer todo, todo lo que esté o no producido en el país: insumos y medicamentos. Pero la verdad es que “fui a golpear la puerta a los cuarteles” (**)-chiste que ni siquiera a mí me gusta, y todos sabrán por qué-, porque quiero que mañana mismo haya medicamentos gratis en los hospitales. Ésta es una salida concreta que pueden tomar las asambleas, los trabajadores y el pueblo de la Ciudad de Buenos Aires para que así sea.
Dice que hay que intervenir los laboratorios privados y abrir los libros. Creo que en realidad lo que habría que hacer es expropiarlos, más que intervenirlos o abrir sus libros; además sería la única manera de abrirle los libros a los laboratorios privados.
El proyecto del diputado plantea el 50 por ciento de aumento salarial y tomar 2500 enfermeras. No sé por qué el 50 por ciento: si vamos a tomar la diferencia salarial, tendríamos que decir que fuera el 100 por ciento de aumento salarial, y tendríamos que proponer 2500 enfermeras, camilleros, técnicos de rayos, asistentes sociales. Respecto de estos últimos, me vinieron a decir que están desesperados, porque si ellos no van a buscar a los pacientes a sus casas para llevarlos al hospital, nadie lo hace.
El proyecto establece conformar un comité de trabajadores y vecinos, a los que les da tarea: controlar el abastecimiento, las compras y los nombramientos. Me pregunto a quién le deja el control del resto de las medidas, que son las realmente importantes. ¿Al gobierno de Ibarra y Duhalde? Creo que no.
Entonces, estoy de acuerdo con el diputado, en el sentido de que tienen que gobernar los trabajadores y que en ese camino vamos a poder imponer esto y muchas otras cosas. Pero creo que hoy, como nos pasa tantas veces juntos, el diputado tendría que ver la posibilidad de agregarle algún elemento al proyecto que está en consideración a fin de utilizar como una herramienta a la movilización. Sólo la movilización va a imponer: el presupuesto, que tanto le preocupa al diputado preopinante; va a conseguir que tomen trabajadores; va a conseguir que se produzcan genéricos, y va a conseguir que se avance.
Entonces, creo que éstas son las exigencias de la población movilizada que deben ser expresadas ahora en una ley, para aplicar hoy, porque la crisis es hoy.
Llamo al diputado a que haga aportes a esta ley y a que sigamos elaborando un trabajo más de fondo para tener preparada una ley en la que podamos ir ganando el conjunto de los trabajadores y el pueblo para que la apoyen y sea una medida que tomemos juntos. ¿Por qué? Porque, si no, hoy dividimos las fuerzas. Y me parece que, como con el diputado Altamira y sus compañeros nos vamos a encontrar en la movilización, sería un aporte muy grande que aprobara esta ley y pongamos en debate en la Comisión de Salud y con las asambleas el proyecto más estratégico.
Entonces, considero que esta iniciativa es un paso adelante y una herramienta. En primer lugar, porque garantiza la extensión y no la reduce; Además, porque con los genéricos se obliga recetar en los hospitales públicos; porque toma medidas concretas para la producción estatal: no para los establecimientos privados de producción locales, o sea nacionales, sino que plantea el desarrollo estatal. Porque creo que podría llegarse a lo que para mí es un objetivo para mañana -ya lo dije, pero lo voy a reiterar-, como es que en los hospitales se entreguen los medicamentos a los pacientes que se van a atender: no sólo a los que se internan, sino a los que van a hacer atención ambulatoria; porque hay un marco oficial de precios, que podría controlarlos y establecer los topes; y porque hay nombramiento de personal.
(…) Por último, ¿por qué digo que lo voy a apoyar? Porque, tal cual lo pidieron las asambleas y los trabajadores que vinieron, se incorpora el control de las asambleas y de los trabajadores en la comisión centralizada, que hoy no los tiene incorporados; y, fundamentalmente blanquea la situación de los comité de crisis de los hospitales que hoy en día sólo dependen de la relación de fuerzas: porque no olviden que, tal cual se dijo muchas veces, en los hospitales, si el director quiere, el comité se hace, y si no quiere, no. De manera que depende de una relación de fuerzas. ¿Por qué se da un instrumento? Porque acá dice que lo tiene que hacer. Entonces, una tarea de los trabajadores, de los ciudadanos y de las asambleas va a ser ingresar a los hospitales a controlar lo que hay que controlar, que es la aplicación concreta de esta ley.
Y, además, obtener la prueba, porque va en contra de lo que quiere el Secretario de Salud Stern; no nos podemos engañar. Estuve en la reunión en donde Stern, refiriéndose al personal, dijo textualmente: “Años de holganza y de anchura. Queremos aprovechar los recursos humanos con una lógica eficientista, como en una situación de guerra”. Pero después no reconoció la crisis. Él dice que hay que usar al personal como en situación de guerra, pero no reconoce la crisis.
¿Qué dijo sobre los genéricos? Dijo lo siguiente: “El Estado no puede hacer de todo. No podemos sustituir la industria farmacológica”. Lo mismo que dijo ANMAT en la reunión de COFESA: “Un Estado productor va a evitar que nos mande créditos el Banco Mundial. Por lo tanto, muchachos, traten de no producir, porque eso va en contra de lo que quiere el imperialismo”. Por supuesto, cuando se fue ANMAT, los representantes de las provincias que estaban allí, se pusieron de acuerdo en cómo hacer trueque.
¿Qué más dijo sobre de la ley? Dijo: “No necesitamos más nada. La ley sería un obstáculo…” -la que estamos preparando- “…Si se aprueba, se nos va a venir todo el mundo a pedir nombramientos, y no hay presupuesto”. Y, sobre la emergencia, dijo: “Sería violento; vamos a salir en la tapa de Clarín y de La Nación, y los médicos van a decir: cómo hay emergencia, no te opero”.
Eso fue lo que dijo y esos son los conceptos del Secretario de Salud. Por ese motivo es que hay que hacer una ley y por eso hay que movilizarse para imponerla. Porque va en contra del decreto que elaboró el Poder Ejecutivo y va en contra de la opinión que respalda el Secretario de Salud, que es el que tiene que destinar los fondos y tomar las medidas.
Por último, quiero decir que nadie se engaña. Hay muchas de tareas pendientes y, una de ellas, es el presupuesto. Pero, a los que están desesperados por saber cuánto vamos a gastar en esta ley, quiero expresarles que dicen que el presupuesto lo vamos a terminar discutiendo en el mes de junio -yo eso no lo sé porque siempre me llega cuando la fecha ya está puesta-; si el presupuesto recién ingresó, y lo vamos a terminar discutiendo dentro de dos meses, el gobierno tendrá que sacar la plata de donde sea: y, si no la saca, debemos confiar en que la única voz que va a tener que escuchar es la voz de las cacerolas. Y llamo a los trabajadores y a las asambleas a que hagan que este gobierno y este Secretario de Salud apliquen esta ley, apliquen el presupuesto antes de que se vote y resuelvan el problema de la crisis, porque si no se tendrán que tomar las cacerolas. Entonces allí sí vamos a tener que avanzar sobre las tercerizaciones, sobre el problema de los edificios. Y todo eso va a tener que estar puesto en el presupuesto porque, de lo contrario, va a ser voluntarismo, como dijo un diputado.
Por ese motivo es que nos parece que, para derrotar al Decreto 139, para ir en contra del espíritu del decreto nacional que hicieron, para aplicarlo y tener una herramienta para que las asambleas y los trabajadores puedan salir mañana a exigir, se necesita no una revolución sino una reforma, como pasó muchas veces cuando queríamos evitar un desalojo o cuando queríamos conseguir viviendas. En ese caso, votemos reformas; pero rápidas y ahora, para que todos tengan un instrumento.
Y, desde este lugar, nosotros tenemos que seguir exigiendo que esto, que es una ley, se transforme en una orden de lo contrario, se deberá convocar al conjunto de la Ciudad de Buenos Aires, de los trabajadores organizados o no y de sus gremios para tomar en nuestras manos, una vez más, el problema de la salud de la Ciudad de Buenos Aires que, hasta el día de hoy, lo tienen en sus manos los trabajadores y el pueblo que se lo banca.
Por ese motivo, apoyo esta ley y convoco a que se vote. (Aplausos)