Políticas

5/12/1995|476

Juicio a la deuda externa

Quiero iniciar esta ponencia con el saludo del PARTIDO OBRERO para todos los luchadores por el no pago de la deuda externa. Existe una tendencia generalizada a plantear que la deuda externa es un mal heredado de la dictadura militar, que es un negocio exclusivo del imperialismo y que la expoliación sobre nuestra Nación es una consecuencia no deseada de los acuerdos suscriptos por un régimen no democrático.


Esto es FALSO.


Primero: La deuda externa no es sólo una herencia de la dictadura militar —aunque gran parte de ella sea producto de la renegociación de la deuda acumulada por el ‘Proceso’. El gobierno ‘democrático’ de Alfonsín estatizó la deuda privada e incrementó notablemente la deuda externa pública. Y el gobierno de Menem la está superando. Como analizáramos en nuestro periódico —Prensa Obrera, 14/11/95— “la deuda pública creció de 69.600 millones de dólares a fines de 1993 a más de 90.000 millones en la actualidad. En octubre, solamente el endeudamiento fue de 1.020 millones”. Denunciamos que el gobierno menemista esta sacando nuevas emisiones de titulos de la deuda que oculta a la información publica (se dan a conocer con 40 ó 50 días de atraso).


De lo que se desprende que  la deuda externa no depende de la forma de gobierno existente (‘democrático’ o dictatorial), sino del carácter del Estado burgués.


Segundo: Es falso también que los beneficiarios de la deuda externa hayan sido sólo el imperialismo y sus comisionistas. El 50% de la deuda externa argentina está en manos de la burguesía nacional. Los ‘capitanes de la industria’ la contrajeron, la estatizaron y luego la compraron a precio de remate (y se beneficiaron como testaferros con la privatización de las empresas estatales). Por eso, cuando la burguesía nacional dice que “hay que defender el honor nacional pagando las deudas contraídas”, lo que quiere decir es que hay que defender los papeles de la ‘deuda’ que tiene acumulados.


Tercero: Plantear que la deuda es una consecuencia de los acuerdos suscriptos por la dictadura, es una legitimación de las políticas de los gobiernos ‘democráticos’. Estos hicieron ‘pagable’ la deuda:


– entregando activos, es decir, privatizando-regalando empresas estatales;


– ‘abriendo’ la economía al capital extranjero;


– imponiendo el llamado ‘plan’ de convertibilidad, seguro de cambio para las “bicicletas” del capital especulativo financiero imperialista. Es sobre esta base que se “renegoció” a 30 años la deuda acumulada a través del llamado Plan Brady, en condiciones usurarias y condicionadas. Es decir que se montó como ‘salida’ un mecanismo confiscatorio de la Nación y particularmente de los trabajadores.


 


Pero ¿ha sido una salida? El capital financiero imperialista tiene necesidad de seguir imponiendo nueva deuda a las naciones atrasadas, para descargar el sobrante de capital que la crisis del sistema capitalista está provocando. Y la burguesía nacional no sólo es incapaz de pagar la deuda externa, sino que además contrae deuda nueva. Los gobiernos burgueses latinoamericanos representan los intereses de los beneficiarios de la deuda externa (imperialistas y gran capital nacional) y esto explica sus crisis políticas. Es una tontería reclamar que se suspenda la deuda y se renegocie, pues como ya lo demostró el Brady, incrementa la hipoteca nacional. Estos planteos terminan desprestigiando la causa de los que luchan contra el pago de la deuda externa.


Hay que sacar una conclusión. Es necesario desconocer la deuda externa. Y esto no lo hará la burguesía nacional, sino la clase obrera en alianza con el pueblo explotado, para elaborar un plan económico al servicio de sus necesidades.