Juicio carapintadas: Fiscal centroizquierdista al rescate del menemismo
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“El hecho de que el gobierno estuviera al tanto… por la acción de los servicios de inteligencia… de que algo podría ocurrir no torna excusable el delito”, se justificó el fiscal Luis Moreno Ocampo en respuesta al alegato de los carapintadas de que el gobierno alentó la intentona del 3 de diciembre con la finalidad de reprimirlos y depurar las FF.AA.
El “argumento” del fiscal menemista—y prócer del centroizquierdismo— no “excusa” a los carapintadas pero sí pone en evidencia, sin excusas, la tarea de encubrimiento que lleva adelante el fiscal centroizquierdista del menemismo.
El juicio demostró hasta el hartazgo que el gobierno, la Side y en particular el propio Menem, actuaron como auténticos instigadores del movimiento seineldinista. “Prensa Obrera” no tuvo que esperar el juicio para poner en evidencia esta trama.
El proceso comprobó que César Arias (ex-secretario de Justicia), Raúl Granillo Ocampo (ex-secretario legal y técnico de la presidencia) y Julio Mera Figueroa (reciente ministro renunciado del Interior) mantuvieron reuniones sistemáticas con los líderes carapintadas por orden directa de Menem, antes y después del acceso del menemismo al gobierno. Sin ser desmentido por nadie, Seineldín reveló “haber cenado dos veces con Menem —saliendo del lugar de detención por su orden— donde le hice conocer la problemática militar” (La Gaceta de Tucumán, 9/8) ¡El presidente no sólo infringía la ley conspirando con la Servini de Cubría! Menem, en realidad, fue uno de los “ideólogos” y “publicistas” del carapintadismo, al punto que, según Seineldín, “se confeccionó un documento firmado por el doctor Menem y que yo difundí en la fuerza militar donde se expresaban su pensamiento militar” (ídem). En el juicio también se reveló, sin que nadie lo desmintiera, que Seineldín había vetado al candidato original del menemismo para el ministerio de defensa —el “privatizador rutero” Roberto Dromi— y que habría impuesto a sus “pollos”, Ítalo Luder y Humberto Romero.
Todo esto —que repetimos, no fue desmentido— revela que el menemismo debería ir al banquillo de los acusados como instigador del movimiento carapintada, algo que el propio renunciante Mera Figueroa reconoció cuando dijo que “(a los carapintadas) los usamos”.
Pero el menemismo debería responder también por los cargos de haber dejado ocurrir hechos que causaron la muerte de decenas de civiles y militares. El menemismo tendió una “cama” política a los carapintadas y otra mortal a las víctimas de los enfrentamientos.
La actuación del fiscal viene a demostrar que la función del centroizquierdismo es cubrirle las espaldas al descompuesto régimen menemista.