Políticas

5/6/1997|542

Jujuy: Derrota de Menem y Ferraro

El acuerdo que cerró el conflicto jujeño tras 12 días de cortes de ruta, dejó en los ‘piqueteros’ la sensación de una victoria.


Es que la Gendarmería tuvo que ‘esconderse’ después de la primera represión, y todos los representantes del poder central (Antonietti, Iribarne, Kohan) fracasaron en sus intentos de levantar los cortes. Después de amenazar con la intervención federal, el PEN salió a respaldar al ‘demócrata’ Ferraro, quien una vez firmada el acta que permitió el levantamiento de los 18 cortes en toda la provincia, tuvo que retirarse “rodeado de insultos y empujones, pese a la protección de sus guardaespaldas y sus ministros” (Clarín, 1/6). Aunque Menem afirmó, un día después del acuerdo, que “no se otorgará bajo presión” ninguna demanda, los jujeños demostraron que el único lenguaje que rinde frutos es ése.


La Iglesia, que “se consagró —según Clarín— como el único poder institucional real en el Jujuy sacudido por el conflicto social” (1/6), se ha dado cuenta, sin embargo, “que no es nada lo que les dieron” (La Nación, 1/6), según lo expresó el sacerdote de La Quiaca (hermano de uno de los dos obispos jujeños). Por esto “fue difícil” llegar al acuerdo, y “no resultó unánime porque los piqueteros más radicalizados lo cuestionaron” (Página 12, 1/6).


Pero el acta deja constancia que los piqueteros consideran “totalmente insuficientes” los logros alcanzados. Y por esto es que no han desmantelado los piquetes, sino que los han transformado en ‘ollas populares’ a la vera de los anteriores cortes, a la espera de las soluciones que controlará la Coordinadora de las Comisiones de Desocupados en forma semanal.


Los acuerdos han arrancado más subsidios y puestos del ‘plan Trabajar’ que cualquiera de los otros levantamientos. Según la versión de Clarín, el gobernador justicialista, “en función del debilitamiento de poder que exhibe”, aparece “avalando con su firma la ‘adhesión a la propuesta del Frente de Gremios Estatales’para iniciar la reactivación” (1/6). Esta propuesta incluye el retiro de Jujuy del pacto fiscal (que obliga a la cesión del 15 por ciento de la coparticipación federal al Tesoro Nacional), así como “la aplicación de impuestos especiales a los grandes grupos empresariales, y la determinación de la confiscación, o el ‘arriendo forzoso’ de las tierras improductivas” (ídem). Pero toda la estrategia del Frente durante los 12 días de crisis, consistió en reclamar que la Legislatura destituyera a Ferraro.


El acta incluye, expresamente, el reclamo de los grandes capitalistas de la región, que seguramente tendrá rápido tratamiento en la Legislatura: “incentivar la radicación de industrias o empresas con exenciones impositivas” (ídem).


La ‘mediación’ de la Iglesia


Es indudable que la Iglesia ha pasado a jugar un rol fundamental como ‘mediadora’ entre las masas en lucha y el gobierno, y aún la ‘oposición’. Fue necesario llevar a los representantes de los ‘piqueteros’ de todo Jujuy a la sede del obispado de San Salvador para acabar con lo que el corresponsal de Clarín llama “suerte dedemocracia directa, a través del cual hombres y mujeres humildes cuestionaban, exigían o explicaban al gobernador Carlos Ferraro y a sus ministros, ohacían acallar con rudeza a dirigentes políticos de la oposición” (31/5).


El obispo jujeño tuvo más perspicacia que el cordobés, el que, dice Página 12 (1/6), fue “insultado” por una inmensa asamblea popular.


Pero Marcelo Palentini sabe que lo suyo es una tarea sin mucho porvenir porque “la Iglesia tiene que salir a apagar los incendios … (pero) el drama es que no nos escuchan” (La Voz del Interior, 27/5). No lo escuchan, dice, ni el gobierno ni los ‘piqueteros’: “no queremos situaciones conflictivas, pero no se hace nada para prevenirlas”.


Los prelados con ascendiente ‘social’ están siendo explotados a fondo por la Curia, estrechamente ligada a la clique empresaria y el gobierno. La Comisión de Pastoral Social, dirigida por Primatesta (el ‘amigo’ de Yabrán), ha reconocido que los párrocos “moderaron las asambleas de manifestantes” y que sus “sugerencias”consistieron, fundamentalmente, en “el impulso a la formación de frentes sociales con la participación del Gobierno, los empresarios y los sindicalistas” (Clarín, 1/6).


Esta Comisión oficial de la Curia dio un “claro mensaje” para que “acompañen espiritualmente”, “sin caer en posiciones que ahonden el enfrentamiento”, sino”para abrir canales de diálogo”, tal como hizo “esa Comisión (que) salió públicamente a elogiar en los últimos días el Acta de Compromiso sobre la flexibilización laboral firmada por el gobierno y la CGT … un ejemplo de diálogo a ser tenido en cuenta para la resolución de conflictos sociales ‘como los ocurridos en Cutral Co y Salta’’’ (ídem).


Por esto, el acta firmada finalmente, apoyada por el Frente de Gremios Estatales del ‘Perro’ Santillán y ATE, tuvo que ser impuesta por la ‘presión’ del “combativo cura Jesús Olmedo”, que salió a “atemperar los ánimos de los piqueteros menos flexibles sin perder el espíritu de cuerpo de la flamante Coordinadora de piqueteros” (Página 12, 1/6). “Ahora dicen —se quejó el ‘combativo cura’ – que no quieren la representación de la Iglesia porque juega a favor del gobierno”(ídem).


‘Vacío de poder’


Cuando los medios hablan de “vacío de poder” o de los “partidos de oposición muy resistidos” (Clarín, 1/6) con relación al ‘jujeñazo’, omiten que el principal partido de oposición, según los últimos cómputos electorales existentes (1995) es el Frepaso. Sobre los 6 departamentos más importantes de la provincia, el Frepaso fue la primera minoría en dos (en San Pedro, sede del ingenio La Esperanza, y en Palpalá, sede de Altos Hornos Zapla), y fue segunda minoría en otros tres, incluyendo Ledesma y el distrito capital. En todos ellos obtuvo un promedio del 25 por ciento de los votos. Sintomáticamente, lo mismo sucedió en Neuquén, en el departamento Confluencia, el segundo en importancia de la provincia, que incluye a Cutral Co y Plaza Huincul, donde el Frepaso obtuvo el 28,83 por ciento de los votos.


Esta observación revela, por un lado, el carácter completamente ‘trucho’ de esa oposición. Y, en segundo término, ratifica la necesidad de estructurar una poderosa intervención independiente de las organizaciones populares en lucha frente a los comicios de octubre.


Clamar por el ‘cutralcazo’ o el ‘jujeñazo’, sin postular una perspectiva obrera de poder, sin potenciar una intervención política independiente de cara a las grandes masas, es capitular ante esa oposición trucha, que reintentará confiscar la voluntad de lucha popular, para utilizar ese ‘mandato’ contra el pueblo.