Políticas
28/8/2020
¿Kicillof le “da la derecha” a Duhalde?
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De apuro, Axel Kicillof y su gabinete salieron a despegarse de las declaraciones “irresponsables y “provocadoras” de Duhalde, quien dijo públicamente tener la “convicción” de que no habrá elecciones legislativas en el 2021 por un posible golpe de Estado. Días antes de este incidente, el ahijado político de Cristina se había reunido con él, recibiendo encendidos elogios por parte del ex hombre fuerte del peronismo bonaerense: Duhalde llegó a calificar a Kicillof como el único gobernador -fuera de él mismo- que “pone la centralidad de su gestión en la producción”. Tratándose de un hombre de confianza del capital, no se fue con chiquitas a la hora de elogiar a quien hasta hace no mucho llamara despectivamente “el porteño”
El motivo de la reunión con Duhalde, de la que participaron también Augusto Costa, ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica; Carlos Brown, presidente del Movimiento Productivo Argentino (MPA) duhaldista, y distintas cámaras empresarias -entre estas la Unión Industrial de la Provincia de Buenos Aires (Uipba), la Federación Económica de la Provincia de Buenos Aires (Feba), la Confederación Económica de la Provincia de Buenos Aires (Cepba), la Confederación General Económica (CGE) y la Asamblea de Pequeños y Medianos Empresarios (Apyme)-, fue la firma de un convenio entre el Ministerio de Producción bonaerense y el MPA. Pomposamente, “nacionales y populares” y pejotistas coincidieron en la rúbrica de un convenio de “cooperación para potenciar el desarrollo productivo en la pospandemia”. En rigor, no es la primera vez que se produce un encuentro de este tipo. A poco de asumir la gobernación en diciembre, Kicillof y Duhalde se reunieron a instancias del presidente Alberto Fernández, quien fuera jefe de campaña del “Padrino” en la elección que perdió a manos de De la Rúa en 1999. Pleno de entusiasmo, Duhalde volvió a mostrase dispuesto a “ayudar” permanentemente al gobernador para promover el desarrollo de actividades industriales, mineras, comerciales, portuarias y turísticas.
Con esta intención, Duhalde concurrió con tropa propia patronal al encuentro con Kicillof. El ministro Costa devolvió gentilezas destacando el trabajo conjunto con el Movimiento Productivo Argentino, como punto de partida para un “proyecto productivo” en la provincia. Como se ve, no se trata de un acuerdo circunstancial o de compromiso, sino de un intento de alianza estratégica con el duhaldismo -ahora en crisis- y con el PJ bonaerense, que se ha mostrado reticente con Cristina, Kicillof y la Cámpora. La reunión con el MPA y el acuerdo suscripto para convocar a un “Congreso Provincial Productivo ” no fue protocolar. Falto de “territorialidad”, el gobernador cristinista pretendía sumar a su alianza de gobierno con la Bonaerense al aparato duhaldista y a su jefe, sin importarle que sea el máximo responsable político de la Masacre de Avellaneda y los asesinatos de Kosteki y Santillán. Como ya ha ocurrido con otros contubernios, el pacto con el “mafioso Duhalde” fue justificado por los Grabois y todos los satélites izquierdistas cooptados por el peronismo, con distintos argumentos, uno más encubridor que el otro. A Patria Grande no se le movió un pelo, como tampoco le movió un ápice la designación de Felipe Solá, un hombre de la embajada yanqui, al frente de la cancillería.
Pero además, Kicillof llegó a la reunión con el MPA después de que Duhalde fuera protagonista activo del rechazo a la intervención y eventual expropiación de Vicentin, y de su oposición a un impuesto a las grandes fortunas, dejando en offside al limitadísimo proyecto no nato del kirchnerismo. Los recules del cristinismo provincial son una constante en su adaptación a la derecha como lo prueba una vez más la protección de la camarilla kirchnerista al facho de Berni, a pesar de las múltiples evidencias que comprometen al ministro “de seguridad” con la maldita policía bonaerense ejecutora de la desaparición forzada de Facundo Castro. Como en el síndrome de Estocolmo, Kicillof declaró en el encuentro con el Movimiento Productivo Argentino (MPA) que hay que dejar de lado “los falsos dilemas” que enfrentan la producción industrial con la agropecuaria o el mercado interno con el externo. En pocas palabras, el delfín de Cristina se subió al caballo de la “economía agroexportadora” de Alberto Fernández y dijo lo suyo para granjearse los favores de la “puta oligarquía”.
La “mirada productivista” de Kicillof explica por qué no hay impuesto bonaerense al gran capital ni lo habrá a pesar de las volteretas que pueda haber en su relación con un Duhalde autodeclarado “psicótico”. Las pretensiones exportadoras de Kicillof chocan con un mercado mundial saturado por la sobreproducción y la crisis capitalista mundial. Como discutió el Congreso del Partido Obrero de la Provincia de Buenos Aires, las exportaciones argentinas vienen cayendo desde el 2018; el superávit comercial es una burbuja que se asienta en el derrumbe de las importaciones por el parate económico y la recesión; y una “primarización” exportadora -para pagar la deuda externa y el nuevo endeudamiento de la provincia- provocaría un aumento de los precios de los alimentos en el mercado interno, empujando la inflación hacia arriba y reventando los salarios y jubilaciones hacia abajo.
El acuerdo con Duhalde, ahora cuestionado, es parte también de un juego de presiones del kirchnerismo sobre Alberto Fernández. La posibilidad de un “fondo del conurbano” a lo Duhalde está más que verde después del pacto colonial y de ajuste fiscal firmado por Alberto Fernández y Martín Guzmán con los fondos buitre, antesala de una nueva capitulación y entrega con el FMI. El pago de la deuda usuraria y fraudulenta de la provincia de Buenos Aires, de un total de 12.000 millones de dólares -al que se suma la “nueva deuda” por 500 millones de dólares y 28.000 millones de pesos votada en la Legislatura por el Frente de Todos y Juntos por el Cambio- es una lápida pesada para toda reorganización social productiva al servicio de los trabajadores.
El Partido Obrero de la Provincia de Buenos Aires postula una alternativa obrera y socialista para que la crisis la paguen los capitalistas. En defensa de las paritarias, el salario, las jubilaciones, la salud, la educación y la lucha contra el hambre, pongamos en pie, con el Frente de Izquierda-Unidad, una oposición desde los trabajadores y el movimiento popular al pago de la deuda externa fraudulenta. Por un impuesto extraordinario a los grandes capitalistas industriales, agrarios y bancarios para financiar un programa económico de los trabajadores.