Políticas

24/3/2004|843

Kirchner propone, el FMI dispone

Esta vez, la aprobación de la revisión del acuerdo de Argentina con el FMI fue por unanimidad. El cambio de posición de los países imperialistas “más duros” es una clara demostración de que el dúo Kirchner-Lavagna aceptó sin condiciones el ultimátum que a fines de febrero le lanzó el Grupo de los 7, como se denomina a la “cueva” del imperialismo mundial.


Antes de votar la renovación del acuerdo con la Argentina, el imperialismo había exigido que Kirchner pagara el vencimiento de 3.100 millones de dólares y pusiera la firma en el decreto que designa a los bancos que renegociarán la deuda impaga a cambio de una comisión de 300 millones de dólares, aceptando la jurisdicción de los Tribunales de Nueva York. Kirchner también aceptó modificar la propuesta de quita del 75%. El mismo día de la votación de la revisión, pagó otro vencimiento, esta vez por 300 millones de dólares.


“Resulta evidente que el gobierno ha debido ceder a las presiones del Fondo respecto de la reestructuración”, dice el informe de la consultora Macroeconomía, que dirige Mario Vicens, un “progre” ex secretario de Hacienda de la Alianza, devenido presidente de la asociación de banqueros.


También Clarín (19/3) destacó que la carta de intención que envió Lavagna al FMI implica “un cambio de actitud de los funcionarios argentinos”, porque, de sostener que las reuniones con los grupos de acreedores serían informativas y no se aceptarían contrapuestas, ahora se dice que se les dará “debida consideración a las iniciativas que ellos (los acreedores) estén dispuestos a impulsar”. Además, Lavagna se comprometió a reunirse con el Comité Global, reconociendo, “tal como reclamaba el FMI, una representatividad que le venía negando a la entidad que preside el italiano Nicola Stock” (Clarín, ídem), vinculado a los fondos buitres.


La consultora de Vicens destaca que “por más que el gobierno se esfuerce en demostrar lo contrario, tanto el decreto de selección y contratación de los bancos internacionales, como los contratos que los vincula con la República, están enteramente en línea con los criterios generalmente empleados en el mercado financiero internacional para contrataciones de este tipo”. El kirchnerismo había fantaseado con someter esos contratos a los tribunales argentinos. El decreto además “blanqueó” la designación de la banca Merryll Lynch, que originariamente no había sido invitada a participar por su participación en la colocación de la deuda usurera durante el menemismo y las acusaciones que le pesan sobre lavado de dinero.


Por eso, la aceptación del ultimátum del G-7 fue saludada por la especulación financiera internacional haciendo subir la cotización de los bonos de deuda argentinos, incluidos los que están en default. “Ahora que finalmente (el gobierno) acercó su posición a los acreedores y considera un recorte a la quita del 75%, los títulos en default alcanzaron los 33 dólares” (El Cronista, 17/3). Por la Propuesta de Dubai esos títulos deberían cotizar a 7 ó 10 dólares. La diferencia marca los “progresos” que está haciendo Lavagna en reconocer un mayor valor a una deuda de valor cero por la bancarrota argentina.


Aun así, el FMI no le dio un “cheque en blanco” al gobierno argentino. “Es crucial, en particular, la intención del gobierno argentino de discutir con los acreedores todos los aspectos de la oferta de canje de deuda, incluyendo cómo tomar mejor en cuenta las propuestas de los acreedores”, dijo Anne Krueger advirtiendo que en dos meses revisarán si Kirchner y Lavagna cumplieron “con los deberes”.


El balance de toda esta capitulación y de la votación “unida” del FMI es que ahora se formó un frente único del Grupo de los 7, el FMI y los grupos de acreedores para arrancarle al kirchnerismo, dólar por dólar, el pago de la deuda impagable… que sigue creciendo. El Indec informó que en el 2003 la deuda externa aumentó en 14.500 millones de dólares, alcanzando los 145.000 millones. Sumando la deuda interna, el endeudamiento público y privado supera los 250.000 millones de dólares.