Políticas

18/9/2003|817

Kirchner se alió a Bush en la OMC

Apertura al imperialismo

No fue al pasar que George Bush le dijo a Kirchner que el acuerdo con el FMI era un antecedente para que la Argentina y EE.UU. trabajaran juntos en la Organización Mundial de Comercio (OMC).


En Cancún, la reunión terminó en un fracaso, pero no por la acción de la Argentina. Junto a Brasil y otros países que conformaron el Grupo 21, había acercado posiciones con la de los EE.UU. “El Grupo 21 sumó al reclamo de la eliminación de los subsidios agrícolas, la posibilidad de abrir los mercados de estos países a los temas de Singapur”, o sea, los “temas” que reclaman EE.UU. y la Unión Europa, como la apertura de servicios, propiedad intelectual, compras gubernamentales, etc. Ante esta situación, “los países que no formaron parte de este G-21 (la mayoría de los países asiáticos y africanos y muchos estados caribeños) rechazaron la propuesta de ambos bloques. En definitiva, fue lo que determinó el fracaso de la cumbre de Cancún” (Ambito, 15/9).


“La Argentina no formó parte de esa oposición – confirmó el corresponsal de Clarín – porque los de Singapur no son temas que le provoquen temor, ya que se puso a tono con los pedidos de los países desarrollados durante los ‘90. La resistencia surgió de India, Malasia y muchas naciones subdesarrolladas de Africa, el Caribe y el Pacífico. En el plenario de 148 países, el primero en romper lanzas fue el ministro de Botswana” (Clarín, 15/9).


También el canciller brasileño, Celso Amorim, a quien todos los diarios presentaron como un “duro”, confirmó el acomodo con EE.UU. “El Mercosur podrá obtener mejores condiciones de comercio agrícola con los EE.UU. en las negociaciones 4 + 1”, dijo Amorim, después del fracaso de la conferencia ministerial de la OMC (O Estado de S. Paulo, 15/9). “El representante de EE.UU. para el comercio exterior, Robert Zoellick, ya acordó en llevar adelante esas negociaciones, dentro de los marcos del Area de Libre Comercio de las Américas, explicó el ministro. El resultado de la reunión de Cancún puede ser especialmente frustrante con relación a las reformas agrícolas, pero eso no quiere decir que no podamos conseguir cosas importantes en el Alca”, observó Amorim (ídem). Por esta línea de negociación abierta con EE.UU., “el canciller Bielsa se marchó (de Cancún) en calma” (Clarín, 15/9).


Esta estrategia de converger con EE.UU. fue explícitamente reclamada por la gran burguesía argentina. El director de la Fundación Mediterránea, que nuclea a grandes empresas como Arcor, llamó a seguir en Cancún la postura kirchnerista de alianza con el imperialismo yanqui. “Para avanzar en la cuestión agrícola sería mejor imitar la actitud presidencial de favorecer a los empresarios americanos por sobre los europeos y buscar estrategias que generen cuñas en tre los EE.UU. y la UE en el área comercial. Una estrategia más promisoria habría sido que América Latina ofreciera avanzar rápido al Alca a cambio de que los EE.UU. no se alineen con la UE” (El Cronista, 12/9). Las palabras del canciller brasileño Amorim parecen calcadas de esta postura. Detrás del discurso kirchnerista y lulista, hay una política de profunda integración al imperialismo yanqui.


Previo a la reunión de Cancún se pretendió presentar un acuerdo sobre los medicamentos genéricos como un avance para los países menos desarrollados, ya que autoriza a que se los pueda importar sin pagar los derechos de propiedad o patente, cuando se trate de medicamentos contra el sida, la tuberculosis y la malaria. Sin embargo, la Asociación Médicos sin Fronteras planteó que “el acuerdo va en el sentido de lo que reclamaba EE.UU. y su industria farmacéutica”. Para importar esos genéricos, los países deberán pedir autorización a la OMC; si se les concede, deberían ir en envases especiales “que garanticen que el destino final de los remedios son los pacientes de esos países” y “no son desviados para su propio mercado interno”. Con estas restricciones, “el representante del gobierno Bush, Robert Zoellick, afirmó que el acuerdo era ‘un gran paso adelante’” (O Estado, 31/8).


Choques


Lógicamente, la búsqueda de integración con EE.UU. no puede disimular la profunda crisis en la que se encuentra el comercio mundial, y los choques comerciales. La reunión de Cancún fue el escenario donde volvieron a manifestarse esos choques, como una fase de la crisis capitalista global. Con las principales ramas agroindustriales en sobreproducción, el capitalismo no puede avanzar en el comercio mundial si no es mediante el desplazamiento y la quiebra de la capacidad excedente. Esa crisis es consecuencia de una crisis económica y financiera más amplia, que arrancó en 1997 en el sudeste asiático, se extendió a Rusia en 1998, a Brasil en 1999, se propagó a Argentina y Turquía y a los países avanzados, y opone a los EE.UU. con Europa y Japón.


A esto se agrega ahora el choque entre Europa y EE.UU. por el control de América Latina. El acuerdo con el FMI y las negociaciones en Cancún revelan que el kirchnerismo se ha alienado con el “carnicero” Bush.