Políticas

21/7/2005|909

Kirchner tiene su CGT

Los obreros necesitamos que rompa con el gobierno capitalista y lance un plan de lucha general

Hugo Moyano no hizo nada para disimular que ha tomado el control de la CGT para ponerla al servicio de Kirchner. Sus rivales dentro de la burocracia sindical (‘los gordos’) también se empeñaron en destacar que la nueva dirección de la CGT es una filial del kirchnerismo. Moyano selló su alianza con Kirchner apenas obtuvo del gobierno una enorme concesión económica para la patronal del transporte y, como derivación, para la obra social del sindicato de camioneros. Con Santamaría, del Suterh, y con Moyano, de camioneros, los punteros del kirchnerismo han enrolado a dos poderosos ‘sponsors’ para la campaña electoral en sus distritos. Los moyanistas tienen numerosos candidatos en las tiendas kirchneristas, como el judicial Piumato y el laboralista Recalde


Moyano mostró enseguida los colores. Después de asegurar que “Kirchner no le sacó nada a los trabajadores” (La Nación, 19/7), como si la deuda externa la pagara Magoya y como si no hubiera huelgas salariales por todo el país para recuperar lo que les sacaron, Moyano le dijo al El Cronista Comercial (19/7) que “Tenemos que actuar con mucha responsabilidad”, precisando que “No queremos que la CGT se sume a esta situación que se vive en algunos sectores por los reclamos que no son escuchados y que la sociedad (¿?) no está demasiado dispuesta a escuchar”. Por si quedaba alguna duda de que se deslindaba por completo de los piqueteros y de los desocupados, a los que nunca tampoco apoyó, Moyano reforzó el planteo: “Queremos evitar cualquier tipo de desbordes…la sociedad (¿?) está un poco agotada de los desbordes”. Sorprendentemente, el rudo camionero presta oídos a una ‘sociedad’ que no define pero que sabe que es la que proyectan los medios de comunicación capitalistas, y desconoce el agravamiento de la probreza y a cuatro millones de desocupados y subocupados. Es lo que los chetos de la patronal querían oír.


Pero no por despreciar a los desocupados, Moyano lanzó una salida para los trabajadores con empleo. “La lucha por mejorar los salarios, las asignaciones familiares y los sueldos de los jubilados (…) no tiene una fecha de finalización”. Será para las calendas griegas, mientras la inflación se proyecta bien por encima del 10% anual y los alquileres arrojan a familias enteras a las villas miserias. Después de escucharlo a Moyano, Kirchner postergó un aumento de las jubilaciones. Lavagna, vapuleado por Moyano con motivo del debate acerca de si los salarios originan inflación, respiro aliviado. La burocracia se alinea con su política.


Los ‘gordos’ decidieron, por su lado, no integrar el Consejo Directivo de la CGT y formar una “corriente de opinión”, aunque prometieron dar “una batalla de ideas” en el Comité Central Confederal. Claro que Moyano, si lo convoca, esperará a que pasen las elecciones y se ordenen los cocos en el carro justicialista.


Lo ocurrido en la CGT sigue el guión general de la película en la era Kirchner: nos dividimos pero no jodemos; primero la ‘gobernabilidad’. La ‘sociedad’ está ganando un montón de guita, mientras medio país se muere de hambre y la otra mitad apenas saca la cabeza; de modo que no hay que sacudir la estantería.


Si se mira bien, los ‘gordos’ han dado un paso atrás para que el trabajo sucio lo haga Moyano. Sacan la pelea de la vitrina pública de la CGT para seguir, en la trastienda, haciendo negocios con las patronales de sus sindicatos. Los ‘gordos’ y Moyano no han roto relaciones; se han dividido el trabajo.


En este contexto, el movimiento piquetero se encuentra desarrollando un plan de lucha que involucra, por sus reivindicaciones, al conjunto de la clase obrera, que está unida por una misma crisis social. Las distancias que toma Moyano con sus declaraciones tienen la pretensión de que el movimiento piquetero abandone la presión sobre los sindicatos y sobre la CGT —en función de un plan de lucha que integra los reclamos de los desocupados, de los trabajadores en negro, de los jubilados, de los obreros de las tercerizadas y del conjunto de la clase afectada por los bajos salarios, la flexibilidad laboral y la confiscación del retiro previsional por medio de las AFJP. Todos estos reclamos se enlazan, porque la patronal explota las diferenciaciones en la clase obrera para oponer un sector a otro y reforzar sus métodos de superexplotación.


Que la CGT rompa con el gobierno capitalista de Kirchner y lance un plan de lucha de conjunto, es una reivindicación totalmente adecuada al presente momento político.