Kirchnerismo explícito

Un larguísimo texto reciente de Claudio Katz (Economistas de Izquierda-EDI) pone de manifiesto el completo sometimiento al kirchnerismo que caracteriza al "espacio de organizaciones" constituido por el Frente Popular Darío Santillán, La Compa y Marea Popular. Se trata de una extensa argucia poblada de ambigüedades interesadas. Para el autor, por ejemplo, "entre el 2003 y el 2007 Kirchner estableció el funcionamiento de la estructura estatal que garantiza los privilegios de las clases dominantes. Pero consumó esa reconstitución ampliando la asistencia a los empobrecidos, promoviendo avances democráticos y aceptando mejoras sociales" (cursiva nuestra en este caso y en otros). O sea que los K reconstruyeron el poder capitalista golpeado por el levantamiento popular de 2001, pero en lugar de destacar el carácter contrarrevolucionario del operativo, se destaca como singular nada menos que la asistencia social. En este punto, sin embargo, los K no han hecho más que recoger las indicaciones del Banco Mundial, que desde hace tiempo recomienda establecer una red de seguridad para el capitalismo de cara a la bancarrota mundial.


En la misma línea, el viajante chavista declara que el gobierno "apuesta a recrear la burguesía nacional como protagonista de la acumulación". Pero (o sea que lo de la burguesía nacional es maravilloso) "los grupos concentrados fugan capital en lugar de invertir, engrosan sus patrimonios con subvenciones estatales y mantienen su rentabilidad con remarcaciones de precios". ¿Qué orientación política consistente es posible establecer ante un eclecticismo tan mediocre? Katz se lamenta de que "los reguladores kirchneristas no han logrado contrapesar ninguna de estas tendencias. Subsiste la histórica carencia de una burocracia eficiente (¡) y reaparece un capitalismo de amigos rodeado de coimas".


Katz convierte en una farsa un aspecto destacado del método marxista, que exige examinar de un modo concreto los conflictos que se generan entre los gobiernos burgueses nacionales y el capital extranjero o el imperialismo. En lugar de valerse de esta distinción para fijar posiciones concretas, adorna al kirchnerismo con rasgos supuestamente progresistas para compensar su condición de históricamente contrarrevolucionario. Es una superchería para justificar el sometimiento político a la burguesía nacional.


El gobierno sería un cuerpo de hombres y mujeres creyentes de buena fe en un capitalismo serio supervisado por el Estado, pero en el cual, advierte CK, "la ingenuidad keynesiana suele omitir (…) el predominio de empresarios que exigen ganancias y auxilios del Estado para reducir costos". Katz ofrece a los K una lección de astucia.


¿Un gobierno dual…?


En su tarea de encubrimiento, CK es incansable: "el mismo gobierno que facilita el ensanchamiento de ciertos derechos democráticos, acota la ampliación de estas conquistas".


¿Cómo Jano, un gobierno de dos cabezas?


Los K reabrieron los juicios a los genocidas, pero… esta avalancha libertaria "no se proyecta a ningún terreno que pueda afectar la marcha de los negocios", "por eso se introdujo la Ley Antiterrorista" y "lo más preocupante (…) la veintena de víctimas fatales registradas en protestas populares durante los últimos tres años". Una sanata vergonzosa. Marx ha escrito páginas hirientes contra quienes entienden a la dialéctica como un procedimiento que consistiría en decir ‘esto, por un lado; aquello, por el otro’. El eclecticismo está reñido con la dialéctica, que arriba siempre a una síntesis de la contradicción.


"La misma dualidad -dice CK- se observa en torno a la ley de medios". El mismo gobierno "congeló el otorgamiento de licencias a los medios comunitarios y paralizó el plan técnico requerido para ampliar la variedad de fuentes informativas". Pero esto no es una contradicción, es una política. Lo mismo con Malvinas. Durante 2012, dice CK, "su acertada denuncia del colonialismo -por Malvinas- no se extendió a los florecientes negocios mineros y petroleros de las compañías inglesas, que operan dentro del territorio argentino". La denuncia del colonialismo, por parte de los K, no tiene nada de ‘acertada’ sino que sigue la demagogia nacionalista, que procura en definitiva un acuerdo con los Estados imperialistas.


…cuyo modelo debería ser la Venezuela Bolivariana?


Para nuestro crítico, "A diferencia de Chávez o Evo, CFK rechaza explícitamente la vieja aspiración de una Patria Socialista y la nueva apuesta por el socialismo del siglo XXI. Este posicionamiento ideológico indica límites infranqueables, que el progresismo K prefiere ignorar". En lugar de destacar los límites del nacionalismo chavista, que ha conservado el carácter rentista de Venezuela y reforzado la estatización de los sindicatos, CK les atribuye nada menos que un carácter socialista. Será por eso que el JP Morgan acaba de conseguir para Bolivia un empréstito internacional de 4.500 millones de dólares.


Un gobierno entreguista y conservador


Los gobiernos pueden ser zigzagueantes y víctimas de sus contradicciones, pero no son ‘duales', como pretende nuestro maestro ciruela. Que CK sea incapaz de caracterizarlo no significa que su carácter de clase sea ambiguo o indefinido. CK objetiviza en el gobierno sus limitaciones intelectuales.


Bonapartismo tardío


"Frecuentemente se sugiere que el bonapartismo de Cristina es decadente (lo que) supone el inminente agotamiento del ciclo K", sostiene CK polemizando con el PO. Pero el bonapartismo es siempre el reflejo de la decadencia de la estructura política vigente, que él no supera sino que busca salvar por medio del arbitraje. La visión romántica del bonapartismo no es marxista, sino el oficio de gente como Laclau. La teoría política del bonapartismo es "la comunidad organizada", es decir la estatización de las organizaciones populares.


CK encuentra semejanzas del actual gobierno con el primero de Perón. "El protagonismo actual de CFK es arrollador. Ejerce su arbitraje (…) recurriendo a la misma oscilación que Perón para lidiar con esta encrucijada". No sabe de lo que habla: el bonapartismo de Perón se asentó en una etapa económica floreciente, en tanto que los K han llegado al bonapartismo al final de su mandato, cuando los desequilibrios económicos son explosivos. Cuando la crisis acosó al primer gobierno de Perón, éste prefirió capitular sin resistencia ante el golpe ‘libertador’.


El texto de CK es una racionalización del pasaje de un sector, que se pretende de izquierda, al kirchnerismo.