Políticas
4/6/2019
La burguesía nacional es antiobrera
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En la sección que titula “Palabra de CEO”, El Cronista (3/6) publicó una entrevista a Madanes Quintanilla, de la patronal de Fate y Aluar, que resulta ejemplificadora del carácter antiobrero de los reclamos de la burguesía nacional.
El mencionado artículo comienza comentando las jugosas operaciones financieras que Madanes realizó este año desde Aluar, la empresa que monopoliza la producción de aluminio en el país. Luego, contrapesa esos beneficios con la situación de la empresa madre del grupo, la fábrica de neumáticos Fate.
El CEO argumenta que Fate atravesaría una crisis debido a que las medidas del gobierno para abordar la crisis “provocaron fuertes caídas de competitividad frente al exterior y repercutieron, también, en una caída muy fuerte del mercado interno. Una Doble Nelson cuyo broche de oro fue la restricción del financiamiento privado. Estos tres factores se sumaron de una forma bastante explosiva. Con el agregado de que, en la industria del neumático, el gremio obedece a una coalición de izquierda. Eso hace que la discusión sea distinta: un diálogo con condicionamientos y verdades absolutas, que alargan la discusión, la búsqueda de algún de consenso.”
Consultado sobre el conflicto, afirmó que “en lugar de trabajar con cuatro equipos, hay que hacerlo con tres… Y eso significaba sacar a unas 300 o 400 personas, sobre 2.000 que tiene la empresa. Es la más cruel de las decisiones. Entonces, buscamos una alternativa: lograr un mejor equilibrio en los costos de producción.”
Madanes miente al afirmar el camino emprendido por la empresa. Los obreros de Fate y el SUTNA llevaron adelante un plan de lucha tenaz, involucrando al conjunto de la fábrica en las asambleas y acciones desarrolladas, que incluyó reiteradas movilizaciones a la Secretaría de Trabajo, al Ministerio de Producción y festivales en la puerta de la planta recogiendo la adhesión de los vecinos de la zona y de los trabajadores de otras empresas. Sobre esa base, y el rechazo categórico del sindicato al Procedimiento Preventivo de Crisis, es que se la patronal se vio forzada a buscar otra alternativa. La verdad es que los trabajadores desarrollaron una enorme organización de clase para tomar las medidas que fueran necesarias para evitar los despidos, incluso la ocupación de la fábrica si éstos se producían.
La bajeza de adjudicar el conflicto a la intransigencia del sindicato -conducido por un frente único del activismo más reconocido del gremio- y sus “verdades absolutas”, es lisa y llanamente una ridiculez, ya que lo que existió fue un rechazo a cualquier “consenso” que implicara la liquidación de más de 400 puestos de trabajo y del convenio colectivo. En lo que sí acierta, por supuesto, es que la defensa intransigente de la fuente laboral es una particularidad de la izquierda y los sectores combativos, mientras la burocracia sindical entrega todas las luchas que se producen contra despidos y cierres de fábricas. Finalmente, el gobierno le otorgó ventajas impositivas a la empresa para desactivar una bomba que podía explotar en el corazón del cordón industrial de la Zona Norte del Gran Buenos Aires, en un cuadro de fuerte malestar de los trabajadores por el desplome industrial y la consecuencia de despidos y ataques a los derechos laborales.
Pero detrás de sus críticas a las medidas adoptadas por el gobierno de Macri para atender las sucesivas corridas contra el peso, desliza cuáles son sus reclamos. Cuando habla de la necesidad de recuperar competitividad, se refiere a proceder a una reforma laboral flexibilizadora y a una nueva devaluación de la moneda, para además bajar la tasa de interés dejando que el dólar se regule por los precios de mercado.
Madanes Quintanilla fue un reconocido empresario kirchnerista durante la “década ganada”, y a su vez cultivaba una buena relación con el sindicato conducido entonces por la burocracia K de Wasiejko que le daba vía libre a las suspensiones y ataques patronales, hasta la recuperación clasista de la seccional San Fernando donde se encuentra Fate. Hacia el final del segundo mandato de CFK Madanes también se quejaba como ahora de "la falta de competitividad" para promover una devaluación en regla, considerando insuficiente los ajustes ejecutados por Kicillof y Cristina. Cuando ese rumbo fue adoptado por Macri, se sumó al pelotón que abandonó en masa al kirchnerismo con expectativas en poder incrementar sus ganancias con un gobierno de ofensiva contra las masas trabajadoras. Ahora, desencantado, asegura que fueron 3 años perdidos. Consultado por quién votaría en las elecciones, se negó a fijar una posición y respondió estar indeciso, con cuestionamiento a los “desarreglos” del pasado y a los del gobierno de Macri.
Es esta burguesía nacional la que desde Cristina hasta la CGT reivindican bajo el eufemismo de la defensa de la producción nacional. Con estas patronales que promueven los despidos y flexibilización de los convenios colectivos es con quienes nos proponen sellar un pacto social, que solo serviría para maniatar a los trabajadores. El rol del SUTNA recuperado, que promovió la unidad de clase contra la empresa y el gobierno hasta hacerlos retroceder, es un claro contraste con la entrega de la burocracia peronista. El Frente de Izquierda tiene por delante una tarea crucial de clarificación política sobre la necesidad de desarrollar una alternativa política propia de los trabajadores, contra el intento de encorsetarlos detrás de variantes patronales.