Políticas

12/3/2009|1074

La burocracia del Papel se cava la tumba

La Federación del Papel atraviesa uno de los momentos mas difíciles de su existencia. Después de años de actividad gremial, su secretario general, Blas Alari, un hombre de avanzada edad que ya debería de estar en su casa gozando de los derechos jubilatorios, se debe enfrentar por un lado con una crisis capitalista mundial que está destrozando la industria papelera argentina, y, por otro, a la feroz disputa interna por su propia sucesión por parte de un grupo de dirigentes absolutamente alejados de las bases papeleras, que se están despedazando para ocupar el futuro cargo de secretario general de la Federación.

La industria papelera argentina ha entrado en una profunda crisis. Sus principales empresas, con un material absolutamente obsoleto y con métodos de producción depredatorios del medio ambiente, y más de 300 denuncias acumuladas en los distintos ministerios de Trabajo locales, provinciales y nacionales, ya está inmersa en un enorme proceso de concursos preventivos de crisis y de quiebras.

Las viejas papeleras argentinas entraron en la crisis mundial en las peores condiciones: decenas de ellas están al borde de la quiebra, desde Puerto Piray pasando por Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, San Pedro, Zárate y Quilmes. En el mejor de los casos, quizá sobrevivan algunas de capitales chilenos.

Por otro lado, la producción monstruosa de Botnia, que se desarrollará a pleno a mediados de 2010, será otro factor de derrumbe. El pulpo finlandés está penetrando, lenta pero sostenidamente, en Argentina, por medio de segundas empresas como Kemira y Celulosa. 

En este marco de brutal crisis, la burocracia de la Federación del Papel ha permitido una inmensa cantidad de atropellos laborales que van desde el desconocimiento de las categorías, la permisividad con la depredación laboral interna en las fábricas, hasta el desconocimiento liso y llano de los pagos de los propios salarios, en muchos casos con atrasos sistemáticos por años y meses en quincenas, aguinaldos y vacaciones.

Todos los enjuagues entre la Federación y las patronales en crisis han terminado estallando en las fábricas. Se han formado sindicatos papeleros con independencia de la Federación, se han recuperado delegados y comisiones internas que repudian la política seguida por la Federación. Es una tendencia generalizada en todas las provincias.

El actual conflicto de Massuh, donde fue barrida la dirección del sindicato en la propia fábrica del secretario general seccional, es la constatación clara y contundente del fracaso de la política de ir a la rastra de las patronales.

En su ceguera absoluta, la directiva de Quilmes ha salido a acusar a la nueva interna y a los obreros de agitadores profesionales, tratando de asustar, como hace la burocracia sindical desde hace treinta años, con el “trapo rojo” del trotskismo. Este mismo burócrata desprestigiado de Quilmes pretende, después de haber sido repudiado en su propia empresa, ser el futuro sucesor de Alari.

La Federación del Papel no tiene política frente a esta crisis. Sacó una solicitada firmada por su secretario general, en la que daba por finalizado y triunfante el conflicto en Massuh cuando éste ni siquiera había comenzado. La Federación no tiene respuesta para la crisis de Puerto Piray, no tiene respuesta para los despidos en Santa Fe ni en las papeleras de Entre Ríos, no tiene respuesta para las papeleras de Zárate y Campana, algunas de ellas en peor situación que Massuh y, fundamentalmente, la Federación no tiene respuestas para la organización de sus trabajadores.

Atacan al Partido Obrero en el diario de la Federación buscando una excusa para su propia bancarrota y dicen que van a “explicar” qué es el “trotskismo” en una, cien y mil asambleas. Les decimos “adelante”, empiecen ya que se van a encontrar con una sorpresa. Los trabajadores les van a preguntar por qué no hay asambleas generales del gremio, por qué se admiten los brutales atropellos patronales, quién les dio mandato para asociarse con el cadáver político de Barrionuevo en una CGT fantasma. Les van a preguntar por qué está en bancarrota la Obra Social y por qué las patronales donde la Federación dirige, ni siquiera permiten asambleas de planta. Cuando los burócratas respondan que eso es ‘trotskismo’, los obreros habrán comprendido definitivamente qué queremos los trotskistas.

La actual crisis capitalista va a dejar planteadas grandes luchas obreras contra las suspensiones, los despidos y las quiebras. Esto también plantea una lucha por una nueva dirección en papeleros. No ver que en el gremio papelero se incuba una verdadera rebelión antipatronal y antiburocrática es un índice de una gran mediocridad y es la ausencia total de una política obrera.

Juan Ferro