Políticas

17/4/1997|535

La cadena de encubrimiento termina en Menem

Acaba de dictarse el procesamiento del general Carlos Díaz, ex jefe de las unidades militares de Neuquén, bajo el cargo de encubrimiento por el asesinato del soldado Omar Carrasco. Se lo acusa de haber montado el ‘escenario’ para la aparición del cuerpo de Carrasco en un cerro del cuartel, y de ser el principal responsable de los “errores evidentes” que contiene la investigación de la inteligencia militar, que concentró las responsabilidades del asesinato en dos soldados y un oficial de baja graduación.


A pesar de su grado y de sus funciones, Díaz es tan sólo un ‘perejil’, porque todos los hilos del encubrimiento del asesinato conducen a Buenos Aires.


Díaz se hizo ‘famoso’ cuando informó, a las 11.15 hs. del 6 de abril de 1994, que había aparecido el cadáver de Carrasco … algo que realmente ocurrió algunas horas después. “A las 12.55 hs. lo llamó desde Zapala el mayor Guillermo Bracco. Le comunicó –tarde– que el hallazgo se postergó unas horas … Si fue así, el general Díaz no era el cerebro del operativo. El cerebro maniobraba desde Buenos Aires” (La Nación, 10/4).


Las evidencias de que todos los hilos conducen a Buenos Aires se acumulan. La investigación de la inteligencia militar –absolutamente ilegal, por cuanto la investigación del asesinato correspondía a la justicia federal– fue ordenada por el propio Balza. Más aún, Balza –actuando bajo las órdenes directas del gabinete, es decir, de Menem– ‘apuró’ la finalización de la ‘investigación’ para que el gobierno pudiera “presentar un avance en la investigación y calmar la indignación pública” (La Nación, 7/4).


La justicia federal no realizó la mínima investigación sobre el asesinato; se limitó a improvisar un andamiaje legal que convalidara la supuesta investigación irregular e ilegal realizada por la inteligencia militar. Por eso, el juez Caro está al borde del juicio político. Pero no es sólo el juez, ¡también lo están los fiscales, que convalidaron la negativa judicial de investigar el asesinato! Los fiscales, se sabe, dependen directamente del Procurador General de la Nación, que a su vez depende del ministro de Justicia. Otra vez, el gabinete está metido hasta el cuello en el encubrimiento.


Díaz es, apenas, un ‘chirolita’: pasando por Balza, la cadena del encubrimiento termina directamente en Menem.