La “caja” del Mercado Central
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El mismo día en que fracasaba en el Senado el primer intento menemista de hacer aprobar la reelección, y en que salió a la luz el chantaje de Pierri a la compañía española Gas Natural, el periodista López Echagüe sufrió un segundo ataque. Esta vez fue secuestrado en Avellaneda, a la madrugada, introducido por la fuerza en un automóvil, golpeado, amenazado y dejado inconciente.
Si en el primer ataque al periodista López Echagüe, “hubo —según ‘un veterano dirigente del peronismo de La Matanza’, citado por Clarín (29/8)— un trabajo sofisticado de inteligencia previo y profesionalidad en la forma y límites de la agresión”, ¿qué decir en el segundo, que requirió de una “infraestructura” y una “logística” superiores al primero? El periodista fue seguido por varias horas, lejos de su domicilio, los agresores utilizaron dos automóviles —uno para la “operación” propiamente dicha, otro para la “cobertura”. Se trató de un “golpe” propio de los servicios de inteligencia y de las patotas enquistadas en el aparato estatal, algo que se vio obligado a reconocer el propio ministro Ruckauf.
Los hombres del oficialismo (Pierri, el Comando de Organización, la dirigente Matilde Menéndez del Pami) son los principales acusados de financiar y organizar las patotas. Su policía montó un fraude para inculpar a dos inocentes y encubrir a los patoteros. Su ministro del Interior deja pasar la “cama” montada por la policía sin sancionar a sus responsables. Y su presidente es el principal instigador y encubridor. “No estoy pegando, sólo estoy acariciando”, declaró el riojano poco después de la primera agresión a López Echagüe; nombró a Patti en el Mercado Central para encubrir a los patoteros después de la segunda.
Los ataques revelan la desesperación de la camarilla no sólo por el traspié reeleccionista en el Senado y las denuncias de corrupción, sino también por el impasse del “plan Cavallo”. El déficit fiscal ha reaparecido en todo su esplendor, mientras la desocupación desnuda el fracaso “productivo” del “plan” y el menemista Alsogaray reclama abandonar la “convertibilidad”.
Un nido de víboras
En el cuadro de una campaña general de intimidación contra los periodistas, los estudiantes y los partidos opositores, se destaca el ensañamiento de la patota menemista con López Echagüe. Es que este periodista ha metido la mano en el corazón del PJ bonaerense, el tándem Duhalde-Pierri, y lo que parece ser una de sus “fuentes de poder”, la “caja” del Mercado Central y las patotas que ésta puede pagar.
El “ascenso” de Pierri dentro del PJ está directamente vinculado a su copamiento del Mercado Central, donde uno de sus principales operadores, Andrés Bevilacqua, era a la vez la mano derecha de Alberto Brito Lima, célebre masacrador de Ezeiza y de la Triple A lopezreguista.
A partir de las investigaciones sobre el Mercado Central ha quedado desnudada la falacia de que el PJ sea un “partido popular”. El PJ bonaerense ha quedado desnudado como un agrupamiento de bandas que responden a “punteros”. Las patotas no salen sólo del Mercado Central y no sólo Pierri las tiene. “Cada dirigente en el Gran Buenos Aires tiene sus propias ‘pesadas’” , declaró un “veterano dirigente del PJ del conurbano” (Clarín, 12/9). La “lucha política” en el seno del PJ se reduce a ver quién pone la plata para movilizar las patotas a los actos y las pintadas.
Los trabajadores son las víctimas de estas patotas. “Si no vas a pintar, te suspenden”, “si no vas a los actos, te despiden”, son las coincidentes declaraciones de trabajadores del Mercado Central y ponen al descubierto, una vez más, el carácter antiobrero del peronismo.
La millonaria “caja” del Mercado Central es patrimonio de Duhalde y Pierri. Más modesto, el Comando de Organización sólo es “propietario” del cuerpo de inspectores de la Municipalidad de La Matanza (Clarín, 12/9). Precisamente, “un veterano dirigente del peronismo de La Matanza —quien pidió reserva de su nombre— sostenía ayer que el verdadero conflicto clave en el Mercado Central se relaciona ‘con una pelea por el control de la enorme caja de recaudación en la cúpula del directorio, sobre todo para hacer política en la provincia” (Clarín, 29/8).
El PJ bonaerense, el mayor y más fuerte de todo el país, es nada más que una radiografía del régimen político menemista, a cuyo frente se encuentra otra patota que se dedica a “comprar” votos opositores y a “otras operaciones marginales” para perpetuarse en el poder.
La conclusión es una sola. El responsable de las agresiones y las patotas es el gobierno nacional, es Menem. El Partido Obrero llama a convocar a una gran marcha popular a Plaza de Mayo para terminar con las patotas y exigir el enjuiciamiento de sus instigadores y encubridores, comenzando por el propio Menem.