Políticas

17/4/2014|1310

La Cámpora alcanza la mayoría de edad

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La presencia de Axel Kicillof en la asamblea anual del FMI fue objeto de diferentes ironías; los ‘chicos’ se pusieron ‘los pantalones largos’. El ministro de “La Cámpora” lidera los intentos de anudar una alianza con el capital financiero internacional para gambetear un defol.

Kicillof es también el fogonero de la ‘apertura petrolera’. La preocupación del gobierno, en este momento, es evitar que la Corte Suprema de Estados Unidos falle en contra de Argentina, en el litigio con los ‘fondos buitres’, que rechazaron ingresar en la reestructuración de deuda de 2010. CFK necesita dilatar un defol causado por una sentencia desfavorable. Esta canjeando un acuerdo con el FMI por el apoyo del organismo para salir de la encerrona de los ‘fondos buitres’ que litigan. Los K cuentan con el apoyo de los ‘fondos buitres’ que aceptaron la reestructuración y que han recibido por eso enormes ventajas por parte del oficialismo. Este sector ha ofrecido renunciar a una parte de sus intereses sobre la deuda externa, para compensar a los fondos litigiosos.

El FMI ya presentó un alegato ante la Corte contra la posibilidad de un ‘defol’. Pero sigue apretando las clavijas. En consecuencia, recibió a Kicillof con un informe lapidario sobre el estado de la economía de Argentina, incluso después de la devaluación. Las estadísticas delatan un derrumbe industrial y comercial, el encarecimiento del crédito, la caída del salario y una interrupción de las importaciones -que en gran parte se financian con créditos de corto plazo -unos 4.000 millones de dólares, que habría que cancelar en semanas.

La venia del FMI para un arreglo con el Club de París -que varios de sus miembros exigen para negociar con la Argentina- sigue condicionada a una supervisión por parte del Fondo. El gobierno ya inició ese camino, cuando le dio al FMI injerencia en la ‘corrección’ de los índices del Indec. El reendeudamiento internacional debe venir acompañado por una auditoría, que para los estados realiza el FMI y para las compañías capitalistas realizan las ‘calificadoras’. Lo que está en juego es la entrega del timón de la política económica al alto mando del capital financiero internacional. Ello implicaría una nueva devaluación y la internacionalización de las tarifas, que es lo que también reclaman, más el levantamiento del cepo, las petroleras extranjeras que ‘miran’ Vaca Muerta. La capitulación ante el capital financiero demuele la capacidad de arbitraje del gobierno y, a partir de esto, acelera la crisis política.