Políticas

29/12/2020

INTERNA EN EL PJ

La candidatura de Máximo Kirchner, otro capítulo de la crisis política

Recalculando al PJ bonaerense.

La familia Kirchner está en campaña para presentar una futura titularidad del PJ bonaerense en manos de Máximo, como un hecho prácticamente cerrado e inmediato. Como prueba, el camporismo cristinista reivindica tanto el “piropo” público prodigado por Alberto Fernández al hijo de CFK como el “operativo clamor” lanzado por el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, quien salió a respaldar públicamente la candidatura de Máximo Kirchner.

Una candidatura de crisis

En rigor, los elogios del presidente no implican un alineamiento con esta jugada de La Cámpora ni le aseguran a los Kirchner un avance a tambor desplegado en el territorio bonaerense. Menos aún para que esta crisis se resuelva a expensas de los pesos pesados del PJ provincial, quienes por otra parte tienen una aceitada línea directa con Alberto Fernández. Un “apalancamiento” del camporismo, y por lo tanto de la vicepresidenta, choca con la lucha abierta en el gobierno peronista que tiene como polos en disputa a Alberto Fernández y a Cristina Kirchner, y donde Massa juega como tercera pata y eventual puente hacia un Lavagna que demanda “más acción” y una reforma laboral por ley, en línea con los reclamos de los círculos de la burguesía para que la crisis la paguen los trabajadores.

Cuesta creer que el “albertismo” regale terreno al kirchnerismo y desaire a los jefes comunales del peronismo con los que quiere tejer tropa territorial propia. La insistencia de Alberto Fernández en la “juventud” de Máximo suena más a un dardo envenenado que a un elogio para entronizarlo como barón máximo del PJ provincial. Quien captó el alcance de esta guerra de posiciones es el propio Axel Kicillof, que deja correr la candidatura del camporista pero se corre hasta el momento de toda definición y la gambeteará mientras pueda.

El gobernador no pertenece a La Cámpora, pero además viene de sufrir en carne propia los embates de los intendentes que tarifaron muy caro su voto al Presupuesto 2021, cobrándose un fondo de 12 mil millones de pesos, resultado de un operativo de pinzas entre los alcaldes de Juntos por el Cambio y del PJ, que vieron en la desesperación de “Kici” una oportunidad para arrancarle una partida que va directo a los municipios.

Alberto al PJ nacional y Máximo al PJ bonaerense

Con el temprano lanzamiento del Máximo Kirchner a la presidencia del PJ bonaerense, el kirchnerismo adelantó la pelea por las listas para las elecciones del 2021 y con ésta el toma y daca con los intendentes que van a cotizar a precio oro su apoyo o su rechazo.

Una primera concesión de los voceros de Cristina fue equiparar una eventual presidencia de Máximo Kirchner al Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires con la campaña de los gobernadores para que sea Alberto Fernández quien asuma al frente del PJ nacional. No se trata de una relación simétrica o de iguales, sino de subordinación a Alberto Fernández, que reuniría las cabezas del gobierno y del partido.

Que el kirchnerismo se aboque al copamiento de la presidencia del podrido PJ bonaerense como una batalla de primer orden retrata el derechismo de La Cámpora y, en última instancia, su incapacidad y fracaso para desenvolverse como un movimiento con fisonomía propia. Todo el kirchnerismo quedó marcado a fuego por la represión a la ocupación de Guernica.

El que manifestó con mayor “ardor” su apoyo a la candidatura de Máximo fue el intendente lomense. Martín Insaurralde se atribuyó la representación delegada de un “nutrido grupo de intendentes” (cuyos nombres no precisó) y que están, por lo tanto, sujetos a una ardua negociación de voluntades.

Como sea, la “salomónica” propuesta de Insaurralde se resume a la fórmula “Alberto al PJ nacional y Máximo al PJ provincial”, incubando nuevos choques en el Frente de Todos, que amenazan con no conformar ni a tirios ni a troyanos. El ubicuo Martín Insaurralde aquilata una larga historia de roscas y de cambios de frente en el peronismo provincial, lo que deja abierto –incluso- el interrogante si el intendente de lomas no pretende revaluarse para terminar negociando su propia candidatura al PJ bonaerense como mediador y sustituto.

La “ola” Máximo está todavía por verse. Además, sigue atada en buena parte al resultado incierto de cierre de deuda con los acreedores bonaerenses cuando el próximo lunes 4 de enero venza la décima postergación de la “reestructuración” en un cuadro de cesación de pagos.

Buenos Aires es un campo repleto de obstáculos que hace, en última instancia, a la crisis de un gobierno bicéfalo o tricéfalo, si se contabiliza también al presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa. El mismo Alberto Fernández salió a calmar las aguas “minimizando” la embestida de Máximo contra la franja de los intendentes que impusieron la dupla Menéndez-Gray al frente del PJ bonaerense hasta diciembre del 2021 (“hay más comentarios que problemas reales”).

Lejos de una ofensiva relámpago, la pelea por la titularidad de la presidencia del PJ de la provincia de Buenos Aires, y su consecuencia inmediata que es el manejo de la lapicera para las listas municipales y legislativas, va a sacudir una guerra cada vez más abierta al interior del Frente de Todos.

La provincia de Buenos Aires es una caldera social

El futuro de la candidatura de Máximo Kirchner está condicionado por el campo minado de la crisis social, económica y default de la provincia de Buenos Aires. Pero también por la la disputa territorial y de camarillas de Kicillof con los intendentes alineados con Alberto Fernández; la alianza férrea del gobernador con la Bonaerense de Berni -éste último enfrentado públicamente con el gabinete presidencial y con apetitos electorales propios al punto de haber largado meses atrás su candidatura a presidir el Partido Justicialista a nivel nacional- y con Juntos por el Cambio, que quiere hacer valer su mayoría en el Senado para boquear un eventual giro del kircherismo hacia la suspensión de las Paso .

Por lejos, el desafío de fondo lo plantea la caldera social que es el primer Estado del país y un Conurbano donde convergen la pandemia de la miseria, la pobreza, la desocupación y la amenaza de un rebrote del coronavirus junto a las altas cifras actuales de contagios y muertes. La lucha por la independencia política de la clase obrera tiene un capítulo abierto, que es la batalla por la superación del kirchnerismo y de las burocracias sindicales afines para construir una alternativa obrera y socialista. Este es el camino que se traza el Partido Obrero.

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