Políticas

4/8/2008|892

“La casa está en orden”


La ‘memorable’ frase del título fue pronunciada, desde la Rosada, en las Pascuas de 1987, por Raúl Alfonsín.


 


El presidente de entonces contaba con el apoyo de un ‘pacto democrático’ que habían firmado desde la Ucedé hasta el Partido Comunista, pasando, claro, por el justicialismo de Kirchner y Duhalde.


 


Con aquella frase, Alfonsín pretendió disimular su compromiso, ante los militares carapintadas, de dictar el Punto Final y la Obediencia Debida.


 


Casi veinte años después, sin embargo, las capitulaciones se multiplican y proliferan.


 


Ante el criminal de guerra enviado por Bush para que Argentina apruebe los convenios de la cruzada del terrorismo de Estado que impulsa el imperialismo yanqui.


 


O votando al otro criminal de guerra, el segundo del Pentágono, Paul Wolfowitz, para la presidencia del Banco Mundial.


 


O ante el Vaticano, manejado a espaldas de un Papa moribundo, que se retoba con un cura que reivindica los vuelos de la muerte sobre el Río de la Plata.


 


O ante los pulpos petroleros, que le exigen al Presidente que defienda sus intereses contra el pueblo boliviano y que, en Argentina, le imponen, contra la ley, la eximición de impuestos a la importación de gasoil.


 


O ante los capitalistas remarcadores de precios.


 


La casa está en orden, claro, porque la pobreza ‘bajó’ al 40% de la población.


 


¿Está ‘en orden’, acaso, en la Ciudad, donde todos los días emerge un nuevo negociado o una nueva corrupción que tiene como protagonistas al gobierno de Ibarra y al gobierno nacional?


 


Macri, un socio del duhaldismo, vuelve al banquillo de los acusados, esta vez por lavado de dinero en el pase de Tevez al Corinthians.


 


El capitalismo no puede tener la casa en orden sino en desorden.


 


Vuelven los derrumbes financieros y el ‘riesgo-país’, cuando todavía no se ha secado la tinta de un canje que el propio Rumsfeld acaba de calificar como “exitoso”.


 


¿Para quién será?, nos preguntamos.


 


El orden para los capitalistas es derrotar a los docentes, que también hace 20 años reemprendían una lucha que culminaría con la gran huelga de 1987, pero que la burocracia de la Mary Sánchez, Maffei y Yasky han llevado sistemáticamente a la derrota.


 


Estos mismos se han juntado con Filmus y los curas para planificar cómo golpear la huelga de maestros en Río Negro y Santa Fe.


 


Blandos con la reacción clerical y el imperialismo, ‘duros’ contra los trabajadores.


 


Por eso marchamos el 24 de marzo por la libertad de las compañeras presas en Caleta Olivia.


 


Por el desprocesamiento de los luchadores.


 


Por un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar.


 


Por la nacionalización del petróleo, bajo control de los trabajadores, en Bolivia como en Argentina.


 


Por la victoria de las huelgas docentes, que reclaman 750-800 pesos de básico.


 


Por un gran frente político de los partidos y movimientos que luchan.