Políticas
16/11/2023
La clase media es pobre y los pobres son más pobres
La canasta básica llegó a $345.000 y se necesitan al menos $160.000 para no ser indigente.
Seguir
Pobreza.
Con la publicación de la actualización mensual de la Canasta Básica Total y la Canasta Básica Alimentaria para el mes de octubre, en $345.295 y $160.603 respectivamente, el Indec difundió la cuantía de ingresos necesarios para no ser pobre o indigente. Con la involución de los últimos años, tanto bajo el macrismo y el kirchnerismo, la clase media es pobre y los pobres son más pobres: una consecuencia directa de la aplicación del ajuste del FMI.
La variación mensual de la canasta básica que mide la pobreza se ubicó en 8,1%, mientras que para el caso de la canasta alimentaria de indigencia alcanzó el 8,6%, en ambos casos respecto al mes de septiembre.
En términos interanuales se dan subas del 147,1% y 158,6%, respectivamente, contra una inflación general del 142,7%, poniendo de manifiesto que donde más golpea la política inflacionaria del gobierno y el FMI es en los alimentos y bienes y servicios de primera necesidad para las familias trabajadoras, siendo más costoso ser pobre que rico.
Con estos números se sigue consolidando un cuadro de pérdida del poder adquisitivo de las familias trabajadoras, con salarios e ingresos populares ajustados por debajo de la inflación y un gobierno que desenvuelve una política inflacionaria y devaluacionista es vistas a satisfacer los reclamos patronales y del FMI.
Un estudio reciente realizado por economistas de Idesa marca un constante deterioro de los ingresos de la clase media y trabajadores pobres desde 2017 a la fecha, llegando a los puntos más críticos en los recientes meses, luego de la devaluación oficial del 22% impuesta por el ministro Sergio Massa y la disparada de precios, en medio de recortes de todo tipo y ajuste sobre los salarios y prestaciones sociales y asistenciales.
Tomando un valor de referencia inicial de 100 para principios del 2017, Jorge Colina de Idesa señala que “los sectores de ingresos bajos sufrieron una estrepitosa caída. Cayeron con Macri (terminaron en 83 a finales de 2019) y se destrozaron en la presidencia de Alberto Fernández (están en 58)” (La Nación, 12/11).
La sola superación del umbral de la pobreza resulta aún insuficiente para ser considerado parte de la clase media. Según la Dirección General de Estadísticas y Censos (DGEyC) porteña una familia “promedio” necesitó $537.400 en octubre para considerarse clase media, lo que excluye a parte significativa de la clase trabajadora, incluso aquella que reviste en el sector formal privado.
Para tener a consideración, el gobierno que se dice defensor de las jubilaciones y del sistema previsional público de reparto pagará en diciembre un máximo de $235.420 para quienes cobren la jubilación mínima, sumados bono de $55.000 más el medio aguinaldo más refuerzo alimentario del Pami más complemento por ley del 82% móvil: poco más de dos terceras partes del valor de la canasta de pobreza… de octubre.
Ambas alternativas que se presentan al próximo balotaje son tributarios de esta política de ajuste contra los trabajadores. Massa acaba “descongelar” el dólar oficial volviendo a desatar una corrida sobre el peso y el tipo de cambio paralelo, lo que luego impacta en los precios que pagamos millones de trabajadores. Por el lado de Milei crece el “abrazo” del Macri y Bullrich, quienes representan un gobierno ajustador y fallido que solo vino a dejar un tendal de nuevos pobres y mayor endeudamiento. El propio Milei se reivindica más ajustador que el FMI, reclamando mayores recortes y medidas que desaten la inflación.
Los trabajadores debemos reforzar nuestra organización política independiente y nuestra acción y organización de clase en los lugares de trabajo para prepararnos para la próxima etapa, gobierne el ajustador que gobierne, para romper con el FMI y su política e imponer una salida en nuestros propios términos.
https://prensaobrera.com/politicas/un-final-abierto
https://prensaobrera.com/politicas/la-daia-en-una-escalada-de-censura-contra-quienes-denunciamos-el-genocidio-israeli