Políticas

15/7/2004|859

La clase obrera copó la Plaza

La Marcha de la Bronca fue una medida de lucha extraordinaria, desde el inicio hasta el final. En la Plaza Independencia culminó una de las jornadas de lucha más importantes del último período, que se fue incubando y desarrollando desde hace más de dos meses y que fuimos siguiendo paso a paso. El frente único del movimiento piquetero y los sindicatos llegó a uno de los puntos más altos, en una tendencia que recorre todo el país. De la misma manera, en el curso de la propia Marcha se fue diferenciando un bloque más consecuente, dispuesto a ir hasta el final, delimitándose de un sector conciliador y burocrático que decidió borrarse y militar por el levantamiento de la movilización. En vísperas de la Marcha se había anunciado el paro azucarero, con piquetes en cada ingenio. Ese solo anuncio, en el marco del inicio de la Marcha, llevó a los empresarios a ceder un 22% de aumento salarial.


En el curso de la Marcha hubo enormes muestras de simpatía de la población, y actos multitudinarios en relación a la población de las localidades donde se realizaron. Para llegar a la Plaza hubo que vencer todos los obstáculos del sabotaje informativo. Dirigentes de la CTA sostenían que si el ministro del Interior Aníbal Fernández los recibía, no habría Marcha. Pero el bloque de gremios y organizaciones piqueteras (los docentes de la UDT, los estatales del Sutep, los municipales de la Capital, la Federación de Municipales del Interior, la Interhospitalaria, los desocupados de la construcción del Sitracom, las asambleas barriales de La Banda, Vialidad, la CCC y el Polo Obrero) no se dio por aludido.


El bloque combativo tuvo que vencer otros obstáculos, como el enorme operativo policial que, desde el 8 a la noche, cerró las rutas para los micros que transportaban luchadores. Los micros del gobierno tenían contraseñas y pasaban. Así, cerca de 5.000 compañeros de diferentes zonas no pudieron arribar a la Plaza, ya sea porque los micros fueron detenidos o porque el gobierno hizo un operativo de alquiler y presión para que los micros convenidos no salieran.


Las columnas se fueron abriendo paso, chocando, a los empujones y bastonazos, y así se copó la Plaza.


Fracaso y provocación del Gobierno


Una semana antes, el gobierno había lanzado una campaña furiosa para realizar una concentración que llenara la Plaza. El método no era un misterio: el bolsón y 10 pesos por persona. Pero numerosos delegados comunales, concejales y punteros se quedaron con el dinero y los bolsones y no movilizaron; los que lo hicieron, huyeron de la Plaza apenas irrumpieron los trabajadores en lucha; en algunos casos se sumaron a la protesta.


Los que se mantuvieron fieles al oficialismo fueron los de Barrios de Pie, que provocaron varios incidentes ayudados por la Policía que los protegía, mientras los manifestantes eran golpeados. Así y todo, perdieron por goleada, porque la Plaza fue copada por los marchantes y en primer lugar por el Polo Obrero, que tuvo la mayor presencia y fue la última en retirarse: sólo lo hicimos cuando Kirchner y Alperovich decidieron dar por concluida la jornada.


Crisis política


El enorme impacto provincial y nacional de la Marcha de la Bronca no obedece sólo a la envergadura de la movilización, o a la unidad en la lucha de organizaciones piqueteros y sindicatos. Obedece, por sobre todo, a que es una manifestación de la descomposición del peronismo y del conjunto del régimen político. El peronismo tucumano está dividido en tres facciones mortalmente hostiles, que se corresponden con las que dividen nacionalmente al PJ.


Cada hora que pasa los argumentos gubernamentales para explicar qué sucedió y qué hacer van cambiando. Aníbal Fernández sostuvo que era un incidente provocado por 50 borrachos. Otros sostuvieron que fue una lucha de pobres contra pobres lo que también es falso, porque los que enfrentaron a los luchadores son organizaciones mercenarias del gobierno, que se prestan a ser grupos de choque rentados del gran capital.


Alperovich no tuvo mejor ocurrencia que denunciar que fue extorsionado por un dirigente de ATE que, dijo, le pidió dinero para él y para la CCC y el Polo. Lo único que queda claro es que la CCC y el Polo estuvieron en la Plaza y dejamos plantado a Aníbal Fernández. Ahora anuncian que van a iniciar acciones judiciales, pero el gobierno ha quedado “grogui”.


La interna del PJ está al rojo vivo. Diversos sectores ya se animan a impulsar denuncias de malversación de fondos y hasta a promover el juicio político. Alperovich está a la defensiva y los rumores de recambio en el gabinete se han agigantado. Por primera vez se ha creado un escenario donde la caída de Alperovich se presenta como una de las variantes de desenlace de la crisis.


Independencia nacional


El gobierno fracasó: no pudo dominar la Plaza y, en consecuencia, no pudo hacer los discursos de circunstancia. Fue una derrota política tanto para Alperovich como para Kirchner, ya que aquél es su aliado en la provincia. Fue la primera vez que Kirchner tuvo que enfrentar un escenario adverso. Desde el gobierno y los medios pequeño burgueses se ha criticado que se haya arruinado la “fiesta de la Independencia”. Lo que estos miopes no alcanzan a ver es que quizá sea ésta la primera vez que en Tucumán se conmemora la fecha de la Independencia con una movilización reclamando que el presupuesto se destine a mejorar los salarios, los presupuestos de educación y salud, y no al pago de la deuda externa. Quienes atacan a los trabajadores porque no se pudieron hacer los discursos de circunstancia convalidan todos los actos de sometimiento nacional que el gobierno K y el de Alperovich promueven con sus políticas de ajustes, entrega y vaciamiento de los recursos financieros para el pago a los banqueros.


Perspectivas


La Marcha le asestó un golpe político al gobierno, pero aún no se arrancaron las reivindicaciones. El frente de lucha de sindicatos y organizaciones piqueteras se ha fortalecido y tiene ante sí el desafío de darle continuidad a la lucha ahora que el gobierno se encuentra debilitado. Para ello, la primera tarea es organizar el plenario de delegados de gremios que han convocado las organizaciones.


Vuelve a cobrar toda su importancia poner en pie una Asamblea Popular provincial, con delegados mandatados de los lugares de trabajo y estudio, los barrios y pueblos, que defina el curso de la lucha y el programa de reivindicaciones, que se amplió porque nuevos sectores se sumaron a la lucha.


Una Asamblea Popular, que podría ser multitudinaria, daría un enorme impulso al proceso de organización y coordinación que se viene operando en los pueblos y barrios. El cometido de estas asambleas no se debería limitar a darle continuidad a la lucha en curso: es necesario, también, fijar una posición ante la crisis de poder que se ha abierto en la provincia. De lo contrario, como ya ha ocurrido en todas las grandes crisis, los de arriba terminarán haciendo los recambios para que todo sigua igual. Por eso, y teniendo en cuenta los actuales niveles de organización popular y la situación desigual en que se desarrolla el proceso de la lucha de clases a nivel nacional, se debe plantear: Fuera Alperovich, que el pueblo decida mediante una Asamblea Constituyente Soberana.