Políticas

27/12/2001|735

La columna del Partido Obrero

El jueves al mediodía, el Partido Obrero se concentró en las cercanías del Congreso. La convocatoria había sido acordada con organizaciones piqueteras y de la izquierda, bajo la consigna “Fuera De la Rúa-Cavallo”. Pasadas las catorce horas, ya habían formado “columna” diversas organizaciones políticas de izquierda, y también el MIJP y algunas seccionales de Suteba. Mientras tanto, llegaban las noticias de la brutal represión contra quienes pugnaban para llegar a la Casa de Gobierno y exigían que se fuera De la Rúa.


Resultaba claro que la marcha prevista debería batirse con los represores. Ante las restantes organizaciones presentes, el PO defendió la posición que luego llevaría a la práctica durante toda la tarde: había que marchar hacía Plaza de Mayo y hacer sentir el peso de las columnas organizadas en defensa de todos los manifestantes que combatían al Gobierno. Con esta posición, el PO comenzó a marchar hacia Plaza de Mayo, junto a docentes y las organizaciones de desocupados. Sufrimos entonces el primer ataque represivo, que nos obligó a reagruparnos en las cercanías de Corrientes y Callao. Allí, el PO volvió a marchar resueltamente por Corrientes hacia el Obelisco, seguido esta vez por otras organizaciones (IU, PTS, MAS) y la columna gremial de la Asociación de Docentes Universitarios (AGD) de la UBA.


Al llegar al Obelisco, era claro que estábamos ante la “frontera” de la ciudad que dividía, a esa hora, la zona donde aún no se reprimía de aquella -cercana a la Plaza de Mayo- donde se batallaba abiertamente por el control de las calles. (Más tarde, la propia zona del Obelisco quedaría envuelta en la lucha.) El Partido Obrero avanzó por Diagonal Norte hacia la Plaza, seguido por algunas organizaciones (MAS, Convergencia, PTS). IU permaneció en el Obelisco.


El PO en la batalla del microcentro


En pocos minutos, la columna del PO fue brutalmente atacada por la policía montada y una intensa profusión de gases lacrimógenos. Pero la tentativa de dispersarnos fue en vano: una y otra vez, nos rearmamos sobre Diagonal, reforzando, con trincheras, fogatas y piedras, las embestidas de los “cosacos” de Mestre. Por los costados y al frente, centenares de manifestantes -de aquellos que peleaban en formaba aislada desde temprano- seguían con expectativa la lucha entre el PO y la represión. En uno de los encontronazos, la guardia del PO, ya más retemplada, sacudió con firmeza a los “cosacos”: uno de ellos cae estrepitosamente sobre Diagonal, y los otros policías a caballo retroceden desordenadamente hacia Plaza de Mayo. Es un momento de euforia popular: los manifestantes sueltos, los trabajadores desde los balcones, saludan esta victoria de nuestra columna.


Sacudida por los gases, y también por la amenazante presencia de policías de civil armados (los mismos que luego serían acusados por los veintisiete crímenes), el PO continuó luchando, avanzando y reagrupándose en distintos puntos del centro. En Congreso, desafiando la represión en su momento más salvaje, el PO realizó un acto donde repudiamos la perspectiva de un gobierno de “concertación” con los gobernadores, que De la Rúa había reclamado en aquel momento antes de renunciar.


Balance


El PO participó activamente de la “batalla de la Capital” en la jornada del 20 de diciembre. Luchamos en la calle sin arriar, en un solo momento, nuestras banderas partidarias y nuestras consignas: “Fuera De la Rúa-Cavallo, Asamblea Constituyente”. En cierto momento, algunos manifestantes reclamaron que bajáramos las banderas. No lo hicimos, porque entendemos que en plena crisis de poder es más necesaria que nunca una orientación política revolucionaria y una organización capaz de enfrentar al Estado en todos los planos.


Es decir, un Partido.