La ‘Coordinadora’ de Máximo
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La afirmación de Máximo Kirchner en su discurso de que sus “compañeros son mejores que él” no debe interpretarse como un acto de humildad. Es un recién llegado a la acción política. A pesar de que ya tiene 37 años cumplidos nadie le conoce actividad política alguna. Mientras una parte importante de su generación ganaba la calle en los '90, Máximo acompañaba a sus padres, que privatizaban Santa Cruz con Menem. Máximo tampoco integró la generación que luchó contra Duhalde, como Kosteki y Santillán, quizá porque sus padres llegaron al gobierno de la mano del “zabeca de Banfield”. Máximo no cerró el acto de La Cámpora por su trayectoria política, sino por ser portador de apellido de una camarilla familiar.
Por eso, Máximo incurrió en una contradicción de fondo cuando negó la existencia de “apellidos mágicos” y reclamó de inmediato la re-re de su madre. La eminencia gris de La Cámpora no cree en los proyectos colectivos.
Muchos de los que rodeaban a Máximo en el escenario del club de La Paternal sí tienen una trayectoria política, que arranca de la “izquierda autonomista”. Los Larroque, Recalde y Kicillof adoptaron enseguida, sin embargo, el gobierno de camarilla. El autonomismo, que rechaza a los partidos como aparatos y no como organizaciones basadas en un programa, no es el prólogo de la democracia de masas, sino del despotismo de círculo y del poder personal. “Construyen poder”, sin importarles principios o programas; sustituyen la militancia por el carrerismo. Lejos de representar una novedad, continúan lo que inició la Coordinadora de la UCR de la mano del “Coti” Nosiglia. Máximo es un “operador”, quizá con más plata que el radical, pero seguramente con menos originalidad.
¿Estos funcionarios están dispuestos a pasar a la oposición en el poskirchnerismo? Al reivindicar la pertenencia de La Cámpora al Frente para la Victoria, reafirmó el espacio de los Scioli o Randazzo, y de los Gioja, Alperovich o Urtubey en las provincias. La Cámpora se encargó de tender todos los puentes bajos para pasar a otro gobierno, como lo demuestra su incorporación al aparato del partido Justicialista, donde detentan cargos importantes.
La idea de un kirchnerismo en el llano que se reagrupa en la municipalidad de Río Gallegos para volver en 2019 sólo puede estar en las cabezas subsidiadas de Sandra Russo y Barone. La realidad marca otra cosa: los “pibes para la liberación” están al acecho de la re-re de sus propios cargos y cajas. Los seguidores de Nosiglia sólo lograron sobrevivir en las sombras.
Gabriel Solano