La Corte Suprema avanza en el vaciamiento de la ley de medios
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El 10 de noviembre, la Corte Suprema rechazó la apelación de la AFSCA a la cautelar en beneficio del grupo Clarín.
El grupo Clarín había presentado una adecuación en la que proponía la división de la empresa en “seis clarines”, manteniendo la propiedad de los medios que controla en dueños y testaferros. El gobierno la rechazó e intentó iniciar una adecuación de oficio. Clarín judicializó la intervención estatal y logró rápidamente un amparo en el juzgado civil y comercial de Horacio Alfonso.
Para destrabar la cautelar, la Autoridad Federal de los Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca), presidida por Martín Sabbatella, recurrió el fallo, pero la Cámara volvió a darle el apoyo a Clarín.
Frente a este nuevo revés, el gobierno recurrió a la Corte.
Esta ha salido a tallar sobre el “marco jurídico” de los grandes negocios capitalistas que representan los medios de comunicación. Tanto Macri como Scioli, con los que Sabbatella pretende continuar al frente del AFSCA, han manifestado su apoyo a uno de los nudos del debate: el avance de Clarín sobre el negocio del triple play.
¿Y la batalla cultural?
Pasados seis años de la sanción de la norma que se convirtiera en “vaca sagrada” del gobierno “nacional y popular”, la evidencia de su total inutilidad en la liberación de la palabra la aportan los mismos K. No hubo una sola mención a la Ley de Medios en el discurso de Scioli, como tampoco en la “izquierda” kirchnerista en su campaña del miedo a Macri.
El intento de mediar en los negocios capitalistas de los medios por parte del gobierno nacional no ha ido más allá del copamiento a través de empresarios afines. El gobierno no puede argüir el más mínimo avance en la participación mediática de las organizaciones sin fines de lucro a las cuales se les prometía un tercio del espectro. A la pérdida del control del aparato estatal, la camarilla sumará la pérdida del control de los medios públicos.
El vaciamiento final de la ley quedará planteado al próximo gobierno, pero por lo que su aplicación deja -restando la necesidad de desplazar a la camarilla kirchnerista de los organismos de control-, los medios quedarán a merced del ajustador más votado.