Políticas

21/8/1990|311

La crisis azucarera y la integración con Brasil

La sola mención de la posibilidad de que se autorizara la libre importación de azúcar del Brasil desató una tempestad en todo el Noroeste porque el azúcar brasileño es 50% más barato que el argentino. Esto beneficiaría naturalmente a los grandes pulpos alimenticios argentinos, que consumen el 40% de la producción nacional.

¿Los mismos intereses?

Los pulpos de los ingenios, los grandes y pequeños cañeros, la FOTIA, las legislaturas y los gobernadores del Noroeste reclamaron inmediatamente el cierre de la importación de azúcar en nombre del común interés de la “defensa de la producción nacional”. Pero no hay ninguna “comunidad de intereses” entre los explotadores y los explotados del Noroeste porque con el pretexto de la importación la gran burguesía y la oligarquía azucarera están montando un ataque contra los trabajadores y los pequeños cañeros.

En nombre de la necesidad de “competir”, los “barones del azúcar” acaban de obtener una reducción del impuesto a la exportación. También montaron una campaña publicitaria para “demostrar” que la “eficiencia brasileña” obedece a sus menores salarios y cargas sociales. La dirección de la FOTIA parece haberles dado la razón pues aceptó un reajuste salarial muy por debajo de la inflación del trimestre. “Fue un aporte al momento crítico que se avecina en la industria azucarera”, reveló uno de los “sindicalistas”.

Los grandes ingenios pretenden resolver la situación por la vía de una fenomenal concentración de la producción azucarera, en particular de los cañaverales. Federico Zorriagueta, presidente del Centro Azucarero Argentino, fue muy claro cuando afirmó que “el factor más ineficiente es el minifundio cañero”. La Fundación de Tucumán (que agrupa a los grandes intereses azucareros, industriales y financieros de la provincia) señala claramente la necesidad de una “reconversión azucarera” que dejaría en pie “solo a los más eficientes, tanto a nivel industrial como cañero”. Un sector de los grandes propietarios de cañaverales (menos del 1 % controla el 50% de las tierras) apoya esta “concentración”. Esto permitiría dar el paso siguiente fundamental, que es el de la asociación de capitales brasileños y argentinos para dominar el mercado de ambos países y lanzarse a la disputa de una parte mayor del mercado internacional. En esto consiste la “integración argentino-brasileña”.

Una política independiente

Una política obrera en estas circunstancias debe partir de la defensa y recuperación de las conquistas sociales y del salario y debe plantear una acción común entre los trabajadores de Brasil y de Argentina. Esta acción internacional contra la desintegración social de nuestros países permitirá elaborar un planteo alternativo de organización industrial, sobre la base de la expropiación de los barones del azúcar, el control obrero de la producción y la asociación libre de los pequeños productores para impulsar la tecnificación.