Políticas

4/2/2025

La crisis de las empresas agrarias

Luego de defaultear el pago de pagarés bursátiles, los Grobo Agropecuaria, Agrofina y Surcos se presentaron en concurso de acreedores.

Empresas agrarias.

Luego de defaultear el pago de pagarés bursátiles, los Grobo Agropecuaria, Agrofina y Surcos se presentaron en concurso de acreedores. Los principales voceros alegan que la dificultad del negocio se encuentra hoy en las retenciones, la caída del precio internacional de las commodities y el atraso del tipo de cambio. Ahora el mercado agrario teme por la posibilidad de un impacto masivo que genere una ola de quebrantos.

Días atrás, estas tres compañías defaultearon obligaciones de deuda, y la suma de los pasivos en total representa unos US$530 millones. Estos son un mecanismo de endeudamiento prácticamente sin control alguno ni relación con la capitalización real de las compañías. Una consultora especializada en el mundo de los pooles de siembra afirmó que estos incumplimientos son la punta de un iceberg, porque “muchas empresas tomaron estrategias de expansión basándose en el apalancamiento” pero ahora vinieron “tiempos de bajos márgenes, tasas positivas y costos en dólares crecientes”, debido a la apreciación del peso y la caída en los precios internacionales de las comoditties (La Nación, 29/12).

Si el endeudamiento intragrupo fue uno de los mecanismos de las multinacionales para burlar el cepo, los pagarés bursátiles fueron una forma fácil de financiamiento en dólares para las firmas locales. Según estimaciones privadas, lo que los fondos comunes de inversión tienen colocado en estos instrumentos supera los 830.000 millones de pesos (El Cronista, 2/1). La Comisión Nacional de Valores "libertaria" se apuró a emitir nuevas regulaciones para aminorar la inquietud del mercado.

Estos defaults sirvieron también para que muchos sojeros renovaran sus reclamos al gobierno para que avance en la prometida rebaja en los impuestos a la exportación, ante el rechazo oficial a proceder a una nueva devaluación. Esto desnuda que el cepo cambiario y las retenciones no eran una ceguera distorsiva del intervencionismo kichnerista, sino una necesidad para honrar el pago de la deuda externa impagable. El Estado argentino, en última instancia, actúa como el garante último de todo este ciclo de saqueo por el capital imperialista.

Esto genera choques entre el gobierno y el capital agrario, lo que pone en jaque el proceso de acumulación de divisas. El gobierno trató de estimular la liquidación de la cosecha gruesa mediante una rebaja en las retenciones lo cual es peligroso, dado que es el único impuesto que evita que estos capitalistas puedan empalmar del todo los precios internacionales con los del mercado interno. Pero, en este cuadro, la medida podría no alcanzar.

Las patronales agrarias presionan, sobre todo, por una devaluación que multiplique sus dividendos, lo que atizaría fuertemente los niveles de inflación, algo que el gobierno quiere evitar, pero además asestaría un golpe enorme a los bolsillos de la población. Es lo que exige también el FMI para abaratar exponencialmente la fuerza de trabajo, además de la eliminación del cepo cambiario.

El gobierno de Milei está fuertemente condicionado por la crisis capitalista, que se agudizará con la política intervencionista y expansionista que llevará adelante Donald Trump en Estados Unidos. Los trabajadores tenemos el desafío de organizarnos para salir a luchar por lo nuestro. Hay que preparar la huelga general para derrotar al gobierno de Milei.

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