Políticas

22/8/2013|1282

La crisis política le llegó al “Vatayón Militante”

Fuga de presos del penal de Ezeiza

Se acabaron las murgas y los festivales del carcelario "Vatayón Militante". Su promotor, Víctor Hortel, renunció a su cargo de jefe del Servicio Penitenciario Federal (SPF) después de la fuga de trece presos del penal de Ezeiza, el de mayor seguridad en el país. En su lugar asumió Alejandro Marambio, un represor que ya ocupó ese cargo durante la presidencia de Néstor Kirchner.


El escape de esos reclusos -dos fueron recapturados- tuvo la obvia complicidad del SPF, sin la cual habría resultado imposible. Incluso es poco creíble que la fuga se haya hecho, como dice la versión oficial, por un túnel de 22 centímetros por 40, por donde no pasa ni el cuerpo de un niño. Es mucho más probable que los presos se hayan ido por la puerta y que ese agujero absurdo no sea más que una distracción.


Por otra parte, los reclusos se fueron, según informó Hortel, a la una de la madrugada. Trece reclusos. El túnel en cuestión estaba en una celda individual, y después de las diez de la noche las luces se apagan y cada detenido permanece en su propio cuchitril, al que nadie más puede acceder ¿Cómo pudo ser que trece hombres salieran por esa celda, supuestamente cerrada y ocupada por su único habitante?


Hortel denunció, en el acto de su renuncia, esa complicidad del servicio que él comandaba: "Esta fuga no se podría haber llevado a cabo sin complicidades internas y sin logística y apoyo externos", declaró. Por lo tanto, su renuncia es una rendición ante las mafias del SPF con las que convivió y a las que toleró hasta la víspera.


Daniel "Tractorcito" Cabrera, un emblemático asaltante de bancos, miembro durante mucho tiempo de la banda de Luis "el Gordo" Valor, llamado "el rey de las fugas", dijo en su momento: "Cada vez que me escapé, pagué". Es, en general, así de simple. Los servicios penitenciarios tienen tarifas para todo, para permitir el ingreso y el comercio de drogas o de armas dentro de la cárcel y también para facilitar fugas.


Donde mandan los "porongas"


Las cárceles argentinas, se sabe, son centros organizadores del delito. En ellas se preparan crímenes a cometerse afuera, e incluso, como se vio muchas veces, los servicios penitenciarios sacan presos a robar para ellos. En la vieja cárcel de Caseros llegó a funcionar un desarmadero de autos robados y, en una ocasión, un policía federal de custodia en un restaurante fue asesinado por asaltantes que, en ese momento, debían estar en su celda.


Por otra parte, la función del jefe civil del SPF es puramente nominal. El verdadero mando lo ejercen los penitenciarios y los "porongas", los "pesados" de los pabellones que manejan los negocios internos, las operaciones externas y deciden hasta quién vive y quién muere en los pasillos del penal. Hortel y La Cámpora sólo aprovecharon ese puesto para un poco de propaganda y promoción, y para cooptar reclusos mediante un sistema de punteros en los pabellones.


Mientras tanto, en los penales nacionales todo siguió más o menos igual. Hasta que, ahora, alguna interna estalló, sea porque los carceleros sintieron que el "Vatayón" les pisaba alguna quinta, sea porque un cambio de la entidad bancaria en la que cobran sus sueldos les hace temer que se los perjudique, o por una combinación de motivos entre las peleas de los presos y las del gobierno, sobre todo después del derrumbe electoral del oficialismo.


A modo de "solución", el gobierno no encontró mejor recurso que poner al frente del SPF, en lugar del renunciado, a un represor: Alejandro Marambio, quien ya ocupó ese cargo nombrado por Néstor Kirchner. Marambio fue denunciado hasta por organismos de derechos humanos cooptados por el gobierno, y por jueces "garantistas", debido a los malos tratos a que sometió a los presos durante su anterior gestión.


Como se ve, ante cada crisis el gobierno huye hacia la derecha.