Políticas

12/7/2007|1000

“La democracia, un compromiso con la dictadura”

Luego de siete años de la más sangrienta dictadura de la historia argentina, el retorno del régimen constitucional y el ascenso de Alfonsín al gobierno, desataron vastísimas ilusiones democráticas.


Para los defensores de Alfonsín —muchos de los cuales provenían de la izquierda ‘marxista’— con el régimen democrático se abría un nuevo período de desarrollo histórico para la Argentina. El régimen constitucional debía ser, incluso, el vehículo para la conquista de la independencia nacional frente al imperialismo. Nahuel Moreno señalaba que Argentina vivía una “revolución democrática”.


Prensa Obrera denunció que Alfonsín ”no plantea ningún tipo de transformación social” (PO N° 38, 3/11/1983). No había ninguna victoria popular; mucho menos en la Argentina se había abierto un nuevo rumbo histórico. Con la victoria de Alfonsín, caracterizaba Prensa Obrera, “ha triunfado una de las tendencias de los explotadores, incluido el imperialismo (…) la victoria de Alfonsín ha puesto en marcha los planteamientos ‘democráticos’ del imperialismo, es decir el uso de la demagogia y de la represión prevista en la Constitución, con la finalidad de aplicar los planes burgueses exigidos por la crisis económica y el imperialismo” (PO N° 38, 3/11/1983).


Prensa Obrera, incluso, impugnó la caracterización del gobierno de Alfonsín como democrático: “no corresponde a la realidad afirmar que el nuevo gobierno es democrático-burgués, alegando sus diferencias con el régimen militar. En un país sometido, la característica principal de un gobierno democrático es la lucha que emprende por emancipar a la nación, y no el hecho de que actúe en el cuadro de normas constitucionales” (PO N° 40, 24/11/1983).


Contra toda la demagogia antidictatorial del alfonsinismo, Prensa Obrera señaló, desde antes de la asunción de Alfonsín, que el aparato represivo seguiría intacto: “el nuevo gobierno no tiene la condición de democrático porque es, además, el fruto de un compromiso con la dictadura; las bases sociales y los aparatos políticos de ésta no serán desmantelados. El borrón y cuenta nueva no caracteriza a un gobierno democrático” (PO N° 40, 24/11/1983).


La demagogia democratizante de Alfonsín duró menos de un año.