Políticas

28/4/2016|1408

La deserción del PTS al 1° en la Plaza de Mayo

Con su deserción del acto del 1 de Mayo en la Plaza de Mayo, el PTS no ha vacilado en abandonar una de las conquistas más significativas de la izquierda en la última etapa histórica de Argentina. Nos referimos al hecho de que sea la izquierda y no el peronismo quien ocupe el centro del poder político del país en la jornada del 1

Con su deserción del acto del 1 de Mayo en la Plaza de Mayo, el PTS no ha vacilado en abandonar una de las conquistas más significativas de la izquierda en la última etapa histórica de Argentina. Nos referimos al hecho de que sea la izquierda y no el peronismo quien ocupe el centro del poder político del país en la jornada del 1. No fue casual que el Frente de Izquierda haya tenido su debut, justamente, un 1°de Mayo en la Plaza, en el año 2011. En definitiva, es un acto que resume el núcleo de toda estrategia revolucionaria en el país: nacionalismo o socialismo, colaboración de clases o independencia de clase del proletariado.


 


Es significativo que este abandono sea suplantado por un acto en soledad, que será el 30 y no el 1, y en la Embajada de Brasil en vez de la Plaza de Mayo. El argumento esgrimido para justificar este divisionismo inaceptable es que el acto común no “repudia al golpe en Brasil”, por la negativa de Izquierda Socialista (IS). Pero IS, que explicitó una caracterización distinta sobre el proceso político brasileño, sí aceptaba que, en el marco del acto común del FIT en la plaza, los oradores del PTS y el PO repudien el golpe cuando hagan uso de la palabra. No sólo eso: el PTS había pedido -y se había aceptado- que un integrante de su corriente en Brasil sea orador del acto. La cuestión, entonces, ya no era repudiar o no el golpe, sino decidir desde qué trinchera se haría. O en un acto común, que planteó que en “América Latina sólo la clase obrera podrá sacar al país de la opresión y el atraso” (ver declaración común de convocatoria) o en un acto solitario que omita una delimitación estratégica con el nacionalismo burgués. Entre ambas alternativas, el PTS eligió la última. Esta es la única conclusión posible que explica su decisión faccional de romper con el acto unitario.


 


El planteo del PTS ha provocado estupor entre los seguidores del FIT, incluso entre quienes no pertenecen a ninguno de sus tres partidos. No es para menos. Considerar que no hay bases políticas para realizar el acto unitario del 1 es un golpe severo al Frente de Izquierda. No sabemos si el PTS quiere sacar todas las conclusiones que se derivan de su decisión, pero alertamos sobre el peligro de maniobras faccionales de alcance liquidacionista, las cuales oportunamente serán justificadas con divergencias armadas a tales efectos.


 


Sobre el golpe


 


En un artículo publicado en la Izquierda Diario, el PTS nos acusa de embellecer la posición de Izquierda Socialista al caracterizarla como “neutral” en relación con el golpe. Resulta llamativo que vean un elogio allí donde nosotros hacemos una crítica severa. ¿Cómo explicar esta disidencia? Ocurre que, como el PTS es incapaz de delimitarse de las posiciones de cada fuerza, hace la gran D'Elía, quien se cansó de atacar por “funcionales” a la derecha a todas las fuerzas que no apoyan al kirchnerismo. Se sustituye el análisis objetivo por el subjetivismo, siempre impregnado de prejuicios y en búsqueda de segundas intenciones.


 


Pero para saber la posición de IS hay que leer sus textos. Su corriente hermana “repudia el impeachmet" y llama a movilizar en todo el país por "Fora todos", contra el ajuste y por "constituir una alternativa de gobierno desde la izquierda y los trabajadores, convocando a un gran plenario sindical, popular y estudiantil en Brasil”. Y agrega que “en Brasil no hay un golpe de Estado. No han tomado el poder los militares. Ni remotamente existe esa amenaza. Ni se cerró el parlamento ni se prohibieron las huelgas y los sindicatos. Lo que ha ocurrido es una acción parlamentaria de la oposición patronal que busca destituir a Dilma, usando esos mecanismos parlamentarios que desde Izquierda Socialista repudiamos y rechazamos”.


 


No compartimos esta posición. Negar el golpe porque el poder no pasó a las Fuerzas Armadas o porque no se cerró el parlamento es un error. Pasa por alto que la acusación a Dilma es totalmente forzada, en base a un maquillaje fraudulento de las cuentas públicas que ya fue usada por todos los gobiernos, incluso el del ahora golpista Enrique Cardoso. Sin embargo, nunca fue utilizado por nadie para pedir por ello un juicio político.


 


La envoltura “institucional” ha sido utilizada frecuentemente para una profunda modificación de las relaciones sociales de la clase capitalista contra las masas, como ocurrió con el derrocamiento de Zelaya en Honduras y Lugo en Paraguay. En Brasil, estamos frente al tercer golpe parlamentario.


 


Asistimos al tránsito de regímenes de contención de los trabajadores a gobiernos de ofensiva franca contra las masas, en un escenario dominado por la impasse económica y crisis de regímenes enteros. Este golpe “institucional” es una tentativa por resolver esa crisis frente a un gobierno agotado, reconstruir la autoridad del Estado y establecer una nueva relación de fuerzas con la clase obrera.


 


Al no denunciar el golpe, IS se queda en la abstracción de denunciar una pelea interburguesa, sin ver cuál es el agrupamiento real de la burguesía y la finalidad reaccionaria que anida en el impeachment. Así, no prepara a los trabajadores para las luchas que están por delante. Hoy, la consigna “fuera todos” no tiene fundamento, porque es la clase capitalista la que tiene la iniciativa para decidir quién se va y quién viene. La clase obrera está ausente como factor político independiente. El gran desafío que tiene la izquierda revolucionaria es contribuir a superar este escollo. La consigna en favor de la convocatoria de un Congreso de bases de los trabajadores, que el Partido Obrero está impulsando, apunta a que la clase obrera defina un programa contra el ajuste y elabore un salida propia para terciar en la crisis política en desarrollo. En Argentina, en cambio, el que se “vayan todos” fue la expresión de un movimiento popular masivo, que enfrentó por igual a los bloques capitalistas, como se comprobó en el hecho de que las movilizaciones se profundizaron frente a los gobiernos que sucedieron a De la Rúa.


 


El PTS y Dilma


 


Nuestra crítica a IS nada tiene que ver con la posición del PTS, que luego de anunciar su deserción de la Plaza de Mayo se sintió habilitado a desbarrancarse en un “antigolpismo” bajo la dirección de Dilma, como lo acaba de explicitar en Izquierda Diario. Al comentar el discurso de Rousseff en la ONU, su periódico señala que “El PT ya demostró que está dispuesto a hacer negociados por arriba, como hizo con la derecha brasilera en el período previo a la votación del impeachment”. Pero el PT ha gobernado con esa derecha golpista, con la cual, además, intentó erigirse en ejecutor de los ajustes. El PTS embellece la política del PT, al presentarlo como la dirección inconsecuente o vacilante de un “campo antigolpista”. Con esa política organiza su acto en la Embajada brasileña.


 


Aunque el PTS nos acusa de “nacional-trotskistas”, lo cierto es que su 'internacionalismo' sigue al pie de la letra su política nacional de seguidismo al kirchnerismo. Ocurre que el internacionalismo no es una cuestión jurisdiccional o de fronteras, sino de estrategia política. Es la defensa de la independencia obrera y de la lucha de clases a escala internacional, comenzando naturalmente por el propio país. Por caso, el PTS le ha hecho flaco favor al internacionalismo cuando se movilizó junto al kirchnerismo por Milagro Sala, o apoyó las maniobras parlamentarias de los K en torno del pacto buitre y -más recientemente- el proyecto de consenso de la oposición patronal sobre despidos, en lugar de apoyar el dictamen en minoría del PO que plantea el programa del FIT sobre la cuestión.


 


La deserción a la Plaza del 1, en aras del “internacionalismo”, es un aporte a los “nacionalismos” regionales, los de Cristina y Dilma.


 


Constituyente


 


Finalmente, el PTS no responde a nuestra impugnación de su política en Brasil, que -al sostener la Asamblea Constituyente (la cual sólo podrían convocar en las actuales circunstancias los Temer o Cunha) contribuye a la vertiente del golpismo. Su única respuesta es que nosotros también levantamos esa consigna, hasta hace poco. Pero el Partido Obrero la levantó cuando la crisis política no había derivado aún en el pasaje abierto del núcleo duro de la burguesía brasileña al campo del golpismo y, por lo tanto, la crisis transitaba por varios escenarios. Durante ese período previo, el gobierno Dilma acentuó su carácter proimperialista y ajustador (apertura del presal petrolero), intentando tomar en sus manos la recolonización económica que exigía el capital internacional. La escalada golpista nos obliga a recaracterizar la situación, lo que no hace el PTS -y tampoco IS, que continúa apreciando una crisis entre dos bloques antiobreros y desprecia las consecuencias políticas y sociales de un golpe parlamentario, como punto de partida de una reconfiguración general de las relaciones entre la burguesía y la clase obrera. Todos estos virajes deberían ser parte de un debate y una clarificación entre nuestras organizaciones, incluso a nivel continental, en el marco del frente político alcanzado en la Argentina. El PTS procede al revés: rompe ese frente común en nombre de divergencias donde siquiera puede exhibir un planteo consecuente en el terreno que pretende reivindicar (el de la lucha contra el golpismo).


 


El señalamiento del carácter reaccionario y golpista de los destituyentes brasileños debe servir, por sobre todas las cosas, como acicate para acentuar la diferenciación de la izquierda con el nacionalismo o progresismo en descomposición. Cuando la lucha contra el golpe sirve de pretexto para imprimirle un golpe a esa diferenciación, entonces es un vulgar servicio a los Rousseff o Kirchner. Ese es el contenido político de la grave maniobra faccional del PTS.


 


Defendamos el Frente de Izquierda


 


Nuestras divergencias con el PTS e Izquierda Socialista sobre los sucesos de Brasil están sobre la mesa. Rechazamos, sin embargo, que sean utilizadas como elementos de ruptura del Frente de Izquierda. Siempre consideramos que las polémicas políticas debían desarrollarse en el marco del frente único de las corrientes obreras contra la “burguesía del propio país” y por eso promovimos la formación del FIT como frente único de la clase obrera contra el capital y sus partidos. En oposición a este método, el PTS quiere convertir al Frente de Izquierda en un “campo de disputas” y maniobras, no para hacer progresar a la izquierda contra el Estado y sus partidos, sino para arrancar ventajas o prerrogativas menores en beneficio propio. Es este objetivo el que explica las oscilaciones políticas del faccionalismo del PTS. Por caso, en las Paso pasadas abrazó la forma de la “transparencia” y “renovación” de la política, planteos democratizantes que esgrimen los partidos capitalistas para autorreciclarse y, a la vez, la franela con el kirchnerismo, al calificar a los candidatos del FpV como “los hijos de Menem” -o sea, como una desviación en el rumbo de la “Argentina K”. En cualquier caso, el faccionalismo reconoce un hilo conductor, que es el recurso a los planteos democratizantes o nacionalistas de moda.


 


Llamamos a defender al Frente de Izquierda de estas maniobras faccionales y a desarrollarlo como un frente único de lucha contra los partidos que responden al capital y al Estado.