Políticas

3/2/2023

La deuda en pesos, una usura que agrava el riesgo de corridas bancarias

La exposición de los bancos a la deuda del sector público pasó del 13% al 41% en dos años.

Sergio Massa (ministro de Economía) y Miguel Pesce (presidente del Banco Central).

La política fondomonetarista de ponerle coto a la emisión monetaria apelando a altos niveles de endeudamiento en pesos, tanto por medio del Tesoro como del Banco Central, acentúa el riesgo de que se produzca una crisis de pago de esa deuda, a la que los bancos están verdaderamente expuestos por ser los principales acreedores.

En ese sentido, según un informe del Banco Central, entre noviembre 2021 y noviembre 2022, el porcentaje de capital de los bancos invertido en bonos del Tesoro pasó del 13,6% al 15,1%. A su vez, en el mismo período, pasaron de tener el 27,9% de su capital invertido en letras del BCRA a tener el 32,3%. De conjunto, la exposición de las entidades financieras al riesgo del sector público (que incluye el Tesoro y el BCRA) era del 13% en 2019 y ascendió al 41% en el tercer cuatrimestre 2022, según la consultora SBS.

Ambas hipotecas han trepado enormemente en el último tiempo: la del Tesoro por la prescripción fondomonetarista de financiar el grueso del déficit fiscal mediante la colocación de esos títulos y prescindiendo lo más posible de la emisión monetaria; y, en cuanto al pasivo del Central, su escalada va en el mismo sentido, responde al objetivo de esterilizar los pesos circulantes a través de la colocación de Leliqs y Pases. Cabe destacar que la mayor parte de la emisión que absorben esas letras estuvo destinada a la compra de bonos del Tesoro o al pago mismo de los intereses que estas reportan. Un espiral sin salida.

Lo cierto es que tamaño stock de deuda lleva a que el riesgo de que se produzca un default sea muy alto, sobre todo en los vencimientos del Tesoro ya que el Banco Central tiene la posibilidad de emitir para cancelar sus compromisos. La banca es la principal acreedora de esos instrumentos financieros, con lo que una cesación de pagos podría derivar directamente en una corrida bancaria, sobre todo teniendo en cuenta que los bancos tienen permitido utilizar los encajes (dinero de los depositantes que deberían mantener inmovilizado como garantía) para la compra de ciertos bonos del Tesoro y de Leliqs y Pases. No parece tratarse de una panorama muy alejado considerando que la corrida desde el mercado de deuda en pesos hacia los dólares paralelos continúa su curso.

Ambas “bolas de nieve” de endeudamiento solo pueden sostenerse gracias a la suba constante de las tasas de interés, que ya superaron a la inflación. Incluso, como el Tesoro y del Banco Central “compiten” entre sí por obtener el mayor financiamiento, si el segundo sube las tasas, empuja al primero a que haga lo propio. Lo anterior significa un enorme negociado para el capital financiero, pero acarrea costos cada vez más usurarios para el país. Además, contiene efectos recesivos ya que desalienta y encarece el crédito industrial.

Sin ir más lejos, en el mes de enero los plazos fijos crecieron 109% interanual, atraídos por una tasa efectiva del 107,05%, mientras que los créditos al sector privado tuvieron un aumento en el mismo período del 70,7%, más de 20 puntos por debajo de la inflación, es decir que se contrajeron notablemente. Sucede que el incremento de las tasas de referencia, por un lado, lleva a que las empresas prefieran invertir en plazos fijos y solicitar menos créditos para la producción, y, al mismo tiempo, los altos intereses que se obtienen a través de la compra de letras del Banco Central, hace que la banca destine allí el grueso de su cartera, en desmedro del crédito industrial, que termina encareciéndose.

Un rumbo inviable destinado a colisionar, provocando corridas de gran alcance. Es necesario terminar con semejante usura nacionalizando bajo control obrero la banca, repudiando la deuda y rompiendo con el FMI, en función de concentrar el ahorro nacional y verterlo en la industrialización del país al servicio del pueblo.